PSC, como pollo sin cabeza en medio de una pelea de gallos
A 23 HORAS DE LA HORA CLAVE EN EL PARLAMENT, LA SEDE DEL PSC EN BARCELONA SE LLENA HASTA LOS TOPES EN UN AMBIENTE DE PREOCUPACIÓN. LAS IDEAS MÁS POTENTES SALEN DE LOS LÍDERES LOCALES FRENTE A PEDRO SÁNCHEZ, QUE SIGUE TENIENDO MUY POCO QUE DECIR. EL MÁS APLAUDIDO, DE HECHO, ES EL REAPARECIDO JOSEP BORRELL.
Por su historia y por su tradición en el tablero político, tanto el PSC como el PSOE tenían un papel importante que jugar en el pulso entre Catalunya y el Estado. Pero su papel se ha difuminado hasta resultar irrelevante: de hecho, en el acto político celebrado ayer tarde en Barcelona, de lo que más presume Miquel Iceta es de una maniobra táctica: haber logrado con su recurso al Constitucional que ayer no hubiera pleno en el Parlament. Vale, será hoy.
Quien tuvo la idea del recurso fue el joven diputado Ferran Pedret. Abre este mitin como telonero de los dos grandes líderes, Sánchez e Iceta, pero acaba dejando las ideas más poderosas. Viene a reconocer la impotencia del PSC al destacar que «en los conflictos las vías ponderadas son siempre las primeras víctimas». Y augura que todo acabará en una mesa de negociación porque «ni el independentismo es la fuerza irresistible que cree ser, ni el Gobierno es el obstáculo inamovible que cree ser. Y entonces, ¿por qué no nos evitamos los costes desde ya?».
Le sigue el líder del PSC en el Ayuntamiento barcelonés, Jaume Collboni, que quiebra un poco el guión al pedir a las empresas catalanas que «no os vayáis» cuando lo fácil para todo el unionismo es aplaudirlas: «Empresarios, os hago una llamada al patriotismo, pensad en los trabajadores y las trabajadoras, no solo en los mercados financieros». Queda claro que en el partido hay margen para discursos diferentes, pero también que no hay capacidad de incidencia ni en Catalunya ni en Madrid. Oído todo el acto, PSC bien podrían ser las siglas de Pollo Sin Cabeza, dentro de la pelea de gallos que personalizan Puigdemont y Rajoy.
A Pedro Sánchez lo introduce Iceta elogiando su valor por venir a Catalunya en esta víspera inquietante: «Tienes lo que hay que tener», le dice. Lo que no trae es nada que decir. Se gana bastante menos aplausos que Josep Borrell, ovacionado por cerrar la manifestación unionista del domingo. Y también que Núria Marín, la alcaldesa de Hospitalet de Llobregat que primero se negó a poner urnas y luego tuvo que salir a la calle para pedir a la Policía que dejase de cargar. Un buen símbolo de un partido que podía estar en todo y no está en nada.