Sant Andreu, dos reuniones para lograr una república
El Casal Catòlic de Sant Andreu acogió ayer una de las asambleas abiertas que la ANC ha organizado por toda Catalunya. El salón de actos se quedó pequeño y tuvieron que colocar sillas plegables. Muy cerca, en el Casal El Noi Baliarda, también en Sant Andreu, la CUP tenía otra asamblea.
El objetivo de las dos reuniones era dar a conocer qué ha sucedido en las últimas semanas y, sobre todo, qué se espera próximamente. Muchos de los que se acercaron a las dos asambleas querían que les informara de cosas concretas, de qué hay que hacer para afrontar la anunciada ofensiva represora del Estado. La concreción, sin embargo, no fue tanta como muchos esperaban y alguno incluso se decepcionó.
Sant Andreu no es tan conocido como Sants o Gràcia, pero se trata de uno de esos pueblos que han sido absorbidos por la gran urbe de Barcelona. En su interior, calles estrechas que contrastan con las anchas avenidas del Eixample. Y dentro de ellas, una gran vida asociativa.
El Casal Catòlic es una de estas entidades. Fundada en 1919, ocupa un edificio vetusto en Sant Andreu. Hasta allí se han acercado cientos de personas de Sant Andreu, y también de otras zonas cercanas. El salón de actos, con sus sillas numeradas, presenta un lleno total. No se venden entradas, pero si lo hubieran hecho, habrían tenido que colgar el cartel de «No hay billetes». Está hasta la bandera, hasta el punto de que tienen que colocar sillas plegables, que también resultan insuficientes. Entre el público se refleja la transversalidad de la ANC. Hay jóvenes, gente de mediana edad y mucha persona de edad avanzada, pero con ganas de ver cuanto antes la ansiada República catalana.
Hay ganas de conocer, de saber qué ha pasado, pero sobre todo de saber qué cabe hacer conforme se acerca el final de la semana y el 155 se convierte en una certeza.
El encargado de dar esa información es el diputado de ERC Gerard López del Moral, que ya ha estado en Sant Andreu en anteriores ocasiones, en campañas por el referéndum y por la independencia. Juega en casa.
Destaca que el 1-O fue una victoria y recuerda que pese a que el Estado español puso en funcionamiento toda su maquinaria no pudo evitar que más de dos millones de personas, el 42% del censo, acudiera a las urnas para mostrar su voluntad de decidir el futuro de su país.
Todo ello a pesar de que la intención del Estado, según López del Moral, era provocar el miedo entre la ciudadanía y que para las nueve de la mañana ya se estaban difundiendo imágenes de cargas brutales de los cuerpos policiales españoles contra quienes solo pretendían ejercer su derecho al voto.
«Ese día, además, el Estado español se quitó la careta y se pudo ver su verdadero carácter», subraya el diputado de ERC, destacando que es antidemocrático y recortador de derechos.
López del Moral no olvida citar que los independentistas siempre han ofrecido diálogo al Estado español. «La respuesta ha sido un puñetazo», lamenta. Destaca que esa fue la contestación tras el 1-O, pero recuerda además que no constituye una novedad. Y se remonta a 2010, cuando el Estatut que fue aprobado por el Parlament cataán (y también el Parlamento español) fue dejado sin efecto.
«El encaje es imposible», concluye, antes de señalar que algunos ya habían llegado a esa sentencia hace meses. Otros lo hicieron hace años. «Y seguro que en esta sala hay quien llegó a esa conclusión hace décadas«, reconoce.
¿Y ahora qué? Es la respuesta que la gente ansía. «La independencia es la única salida para proteger nuestras instituciones, a nuestra ciudadanía y nuestros derechos», subraya del diputado de ERC.
En este sentido, señala que hay que seguir ofreciendo diálogo, pero remarca que proclamar la independencia es un mandato popular. «Para eso se convoca el Pleno del Parlament de esta semana», añade, mientras los asistentes a la asamblea aplauden fervorosamente.
«Para evitar el artículo 155 hay que declarar la independencia», destaca el interviniente. Y, a renglón seguido, señala que las instituciones tienen que hacer su trabajo, pero que, ojo, a la ciudadanía también le corresponde el suyo. «La República la defenderemos entre todos. Y el momento es ahora», proclama.
En el turno de preguntas, un asistente le pide concretar cómo habrá que defender esa República, qué es lo que le corresponde a la ciudadanía hacer en esta fase histórica. Sin embargo, ayer no es el día para ofrecer detalles a esta cuestión. Los únicos datos que se ofrecen de momento, en una asamblea abierta a todo el público en la que es lógico pensar que son necesarias ciertas cautelas, es que la respuesta será a la catalana, pacífica.
«¿Por qué Puigdemont tiene que ir a Madrid? Su sitio está en Catalunya», plantea otro de los asistentes de la asamblea de la ANC, provocando con ello los aplausos de los asistentes. El diputado de ERC defiende la tesis de que hay que mantener abiertas todas las opciones de diálogo, aunque sus palabras no muestran mucho convencimiento. No en vano, explica cómo el Senado no parece tener muchas ganas de que comparezca el president catalán, ya que tras unos cuantos vaivenes la ha hecho coincidir con el pleno del Parlament.
CUP rinde cuentas
Poco después, en otro casal, la CUP convoca otra asamblea. La hasta hace poco diputada Eulàlia Reguant atiende a los medios, interesados también en qué medidas concretas se tomarán para hacer frente a la represión española. Más de lo mismo, también es todavía momento de entrar en detalles.
En la asamblea posterior, una más en la cultura política de rendir cuentas a su militancia, sí hay alguna precisión. La CUP está trabajando para que una fase de esa respuesta se dé en el ámbito municipal. Otra área de trabajo será el internacionalismo y en este sentido avanza que el domingo tendrá lugar una conferencia política con la asistencia de representantes de varias naciones europeas y otras partes del mundo.
Junto a ello, la campaña de la Esquerra Independentista “Republica Ara” y la coordinación de espacios de movilización permanente con los Comité de Defensa del Referéndum (CDR), la ANC y Òmnium se anuncia como otro de los ejes de actuación de la CUP, que no se olvida de mostrar su malestar ante la decisión de Puigdemont de retrasar la proclamación de la República catalana.