Si no hubiera tenido éxito en la Fórmula 1 le hubiera gustado ser futbolista o bien jugador de cricket. Pero como sus padres, originarios de la antillana isla de Granada, le pusieron el nombre de Lewis por su admiración al estadounidense Carl Lewis, el atleta conocido como “el Hijo del Viento”, el destino dijo que lo suyo tendría que ser la velocidad.
Sus victorias en el karting llamaron la atención de Ron Dennis, jefe de la escudería McLaren y un poder fáctico de la Fórmula 1, quien le convirtió en el piloto más joven del programa para promesas del volante de esta firma. En 2000 se proclamó campeón europeo de karts y comenzó a pilotar coches mayores (Fórmula Renault, Fórmula 3 y GP2 Series), hasta que en 2007 dio el salto a la Fórmula 1. Esa temporada terminó segundo el Mundial y en la siguiente, en 2008, se convirtió en el ganador más joven de la historia de la competición con 23 años. Esta circunstancia sería superada después por otro conductor precoz como Sebastian Vettel.
La clarividencia de Dennis se vio confirmada. Hamilton es un excepcional piloto, aunque sus detractores –los tiene a montones dado su carácter altanero y distante– le ponen el “pero” de que la suerte le ha acompañado siempre con coches de un rendimiento tan excelente o más que su propia conducción.
En cualquier caso, el piloto inglés entrará de lleno en la historia de la Fórmula 1, una vez que ha igualado los cuatro títulos de Vettel y Alain Prost, superando a nombres de la talla de Ayrton Senna, Nelson Piquet, Niki Lauda, Jackie Stewart, Jack Brabham, Emerson Fittipaldi o Graham Hill. Solo tiene por delante al argentino Juan Manuel Fangio, que sumó cinco títulos y, al más grande de todos, Michael Schumacher, con siete mundiales en sus vitrinas –uno con Benetton-Ford, otro con Benetton-Renault y cinco con Ferrari–.
El alemán ganó el primero con 25 años, dos más que Hamilton, y el cuarto con 32, los mismos que el de Mercedes, con lo que el reto está en el aire. De hecho, el domingo por la noche, tras asegurar el Mundial en México y dedicárselo «a Dios, a mi familia y a mi equipo», remarcó que él no es como Nico Rosberg, el también piloto alemán que tras ganar el Campeonato del Mundo el año pasado, alcanzando la cima de su carrera profesional, decidió abandonar la Fórmula 1 cansado del ritmo de vida al que este deporte somete a los pilotos.
El inglés manifestó en el Autódromo Hermanos Rodríguez, que, a pesar de las «renuncias» a que obliga esta disciplina –fundamentalmente, la soledad y el nomadismo durante más de diez meses al año–, se siente con fuerzas para seguir adelante varias temporadas más, si bien no quiso comprometerse con nuevas marcas o records.