Hay que remontarse a las redadas contra toda la dirección de la izquierda abertzale de los años 1997 o 2007 para encontrar una imagen similar a la que se registrará hoy simultáneamente en Audiencia Nacional y Tribunal Supremo. En este caso no se lleva ante los tribunales a dirigentes de un partido, sino a representantes institucionales de tres fuerzas diferentes (PDC, ERC y EUiA). No se les imputa «terrorismo», pero sí delitos punibles con más cárcel aún, como «sedición» y sobre todo «rebelión». El contexto es similar y se resume en el grito «a por ellos», patentado en 1997 contra HB y repescado ahora contra el independentismo catalán. La Fiscalía tiene la palabra, pero según filtraciones se inclinará por pedir prisión de modo generalizado. Así hizo también antes con Jordi Sànchez y Jordi Cuixart (llevan dos semanas presos) y también con Josep Lluís Trapero.
La cita, a las 9.00 en el tribunal especial y media hora más tarde en el Supremo, definirá el escenario próximo en Catalunya. Dictar encarcelamientos sería un golpe sicológico para el independentismo, pero a su vez podría tener efecto bumerán contra el unionismo de cara a las elecciones cruciales del 21 de diciembre. Habrá que ver si se traduciría o no en nuevas movilizaciones; las instituciones legítimas están mostrando con claridad que desean preservar a su pueblo de tensiones en la calle, y ayer fue significativo que los miembros de la Mesa se resistieran a una movilización de apoyo convocada en la estación de Sants para despedirles al coger el tren hacia Madrid.
Otra variable es la internacional, alimentada por la presencia en Bruselas del president Carles Puigdemont, que ha optado de momento por el exilio. Quienes en el exterior han descalificado su viaje como una boutade quizás vean las cosas de otro modo si sus compañeros de Govern son mandados al otro lado de las rejas en una clara operación de venganza. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, instó pública y expresamente a Mariano Rajoy a no usar la fuerza tras la proclamación de la República catalana, pero por un lado no consta si eventuales encarcelamientos entrarían en la categoría de «violencia» en los esquemas mentales de los rectores europeos (como sí entraron los porrazos del 1-O) y por otro Madrid siempre alegará la cantinela de que el Poder Judicial es independiente.
Los 20 amenazados
A los miembros del Govern les espera entre hoy y mañana la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, la autora de la instrucción que se ha traducido en peticiones fiscales de hasta 62 años de cárcel para los jóvenes de Altsasu. Puigdemont y todo su equipo están llamados a declarar, y solo puede darse por seguro que el president no acudirá; sigue en Bruselas, desde donde su abogado ha propuesto opciones habituales en estos casos como testificar por videoconferencia o en dependencias policiales locales.
Según filtraciones no confirmadas, la Fiscalía estaría dispuesta a pedir prisión para todos ellos salvo Santi Vila, que dejó su cargo de conseller de Empresa la noche previa a la votación de la independencia en el Parlament. Vila es además la gran esperanza blanca de los medios españoles para abrir una cuña en la vía independentista del PDeCAT, y él se deja querer postulándose como candidato. Pero el conocido aforismo sobre Roma y las traiciones se hizo voz ayer en el locuaz diputado de Ciutadans Carlos Carrizosa, que subrayó que Vila ha estado en el procés hasta el último día, y como el resto del Govern «invirtiendo todos sus esfuerzos en pagar dinero para dividir a los catalanes».
Los miembros del Govern llamados ante la Audiencia Nacional, al margen de Puigdemont, son el vicepresident Oriol Junqueras, Jordi Turull (Presidencia), Raül Romeva (Asuntos Internacionales), Antoni Comín (Salud), Josep Rull (Territorio), Dolors Bassa (Trabajo), Meritxell Borràs (Gobernación), Clara Ponsatí (Educación), Joaquim Forn (Interior), Lluís Puig (Cultura), Carles Mundó (Justicia), Meritxell Serret (Agricultura) y el ya citado Vila. Según ‘‘La Vanguardia’’, ayer tarde seguían en Bruselas con Puigdemont cuatro de ellos: Comín, Borràs, Serret y Ponsatí.
Despedida en Sants
Mientras tanto, en el Supremo (al ser aforados) se espera a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell; el presidente de Junts pel Sí, Lluís Maria Corominas; los también miembros de la Mesa y diputados del mismo partido Anna Simó, Lluis Guinó y Ramona Barrufet; y Joan Josep Nuet, de Catalunya Sí que es Pot.
Cientos de personas llamadas por la ANC les despidieron por la tarde en Sants. Simó y Nuet fueron recibidos con abrazos y aplausos por los congregados en la puerta de la estación. Un pequeño grupo de españolistas, sin embargo, desplegó banderas y profirió gritos como «Viva España» o «Puigdemont a prisión». Se les opusieron lemas como «No estáis solos» y el canto de “Els segadors”.
Los Mossos d'Esquadra alejaron finalmente al grupo de españolistas, que en la noche anterior ya habían hostigado en el aeropuerto a los tres consellers que retornaron de Bruselas.
Los apuntes del día
PResión ultraderechista
No se descartan algaradas ultras hoy ante los tribunales de Madrid. Los consellers que volvían de Bruselas anteayer ya fueron increpados por un pequeño grupo en el aeropuerto, otro acudió a Sants para hostigar a los parlamentarios que iban a Madrid, y al llegar a Atocha también hubo acoso.
PUIGDEMONT Y JUNQUERAS: SEGUIMOS
En Twitter, Puigdemont mostró su «orgullo de pueblo», recordando el mes del hito del 1-O. Y en ’’New York Times’’, Junqueras añadió que en una batalla así «no se gana al primer golpe contra un Estado tan dispuesto a que su maquinaria golpee a millones de ciudadanos porque quieren votar».