ATHLETIC 1
VILLARREAL 1
El prolífico editor de origen macedonio Vladimir Dimitrijevic tuvo tiempo de aunar su pasión por los libros con la del fútbol, encontrar similitudes entre un goleador y un escritor, hasta reconocer que «eso que se queda a medio camino entre nuestra animalidad y nuestra inteligencia exclusivamente cerebral es el corazón humano, él es el que da al juego esa plenitud, y el que se la da a la literatura también. ¡El corazón, ese gran olvidado del materialismo económico que nos rodea!». Anoche, el ritmo cardíaco llegaba acelerado a San Mamés. Un intranquilo San Mamés. Con ese pálpito de estar ante un partido mayor, no quizá tanto por el rival, de consideración pero sin campanillas, sino por lo que había, y mucho, en juego. Sobre el rectángulo delimitado por la cal se ponían en valor tres puntos, incluso por encima de la cuestionada imagen. En el graderío se dirimía un segundo envite, el de un público que tomaba asiento, siempre con retraso para acompañar la letra del himno, lleno de dudas. Un tercero en esa cárcel de cuatro esquinas que es el área grande para un guardameta, para un Kepa con las pulsaciones por encima del reposo, objeto de miradas y runrunes previos. Y un cuarto, arriba, en el palco, un presidente que a lo mejor cruzaba los dedos a su espalda justo cuando el trencilla hacía sonar su silbato. Como reflexionaba el mismo Dimitrijevic en ‘‘La vida es un balón redondo’’, antes de comenzar un encuentro, antes de ese pitido inicial, es como sentarse delante de la primera página en blanco de un libro. La que estaba por escribir un Athletic con el corazón a la carrera.
Los anfitriones salieron como debían, decididos, llegando bien por fuera, empujando al Villarreal para que no saliera con el balón jugado, una serie de córners consecutivos pero marchitos... El Athletic cumplía con el guión previsto, como previsible era la alineación dispuesta por Kuko Ziganda, habida cuenta de las bajas que arrastra el equipo. Un cabezazo sin tino de Aduriz animaba a una grada todavía expectante. Apenas un cuarto de hora de partido y el donostiarra volvía a tenerla esta vez cruzada tras un buen balón filtrado por Córdoba. Eso y una internada de un voluntarioso Lekue que terminaba en nada, invitaban al gélido graderío a atreverse con los primeros nítidos ¡Athletic, Athletic! Preludio de una jugada de esas guiadas por el corazón que levanta al público del asiento a medida que se intuye algo más que un lastimero ¡uy!, que es en lo que se quedó a la postre un carrerón de área a área de Williams.
Suficientes intentonas como para pensar en que el Athletic sabía lo que se traía entre manos ante un Villarreal empeñado en caminar sobre el alambre con su juego desde atrás y por abajo, y una defensa demasiado blandita ante la llegada por banda de los leones. Partido controlado hasta que a Iturraspe se le ocurrió ir al suelo en el área en una acción imperdonable para barrer a Jaume Costa. Once metros, Trigueros ante el penalti que se nos hizo el más largo del mundo y que detuvieron, al alimón, Kepa, con suspense en dos tiempos, y una grada que entorpeció el disparo del toledano con un concierto de viento que ni la mismísima ABAO.
Siete minutos iba a tardar Trigueros en enmendar su fallo. Los que necesitó para llegar libre de marca al balcón del área de Kepa y batirle de tiro raso y ajustado al palo. Enmudeció San Mamés. Entró en parada. Las tres derrotas consecutivas que arrastra el equipo parecieron pesar y ese gol cayó como un jarro de agua fría en mitad de una ya de por sí fresca noche. Fue como si los fantasmas se aparecieron todos a la vez, porque los rojiblancos se quedaron sin ideas, el partido se puso donde quería el Villarreal, y a punto estuvo Bacca de sorprender a un atento Kepa sobre la bocina. El Ahletic había tenido su momento en esos primeros veinte minutos y como suele ser habitual no le sacó rédito. Ni un córner, ni un centro al área, ni una de las internadas en las que se prodigaron Balenziaga o Lekue... Nada.
Dicho y hecho, a su regreso de vestuarios le tocó echar lo que más le sobra a este equipo, corazón. Jugársela con cualquier peligrosa contra levantina, pero envalentonarse ante la adversidad. Un balón que lamió la cruceta de Barbosa, un par de ¡uys! de Núñez y Rico, el Athletic tocado, un San Mamés entregado en cuerpo y alma... y el empate balsámico, del rey Aduriz, corazón de león. Enésimo centro de un desatado Balenziaga y el donostiarra que la pone de cabeza en la red. Salvados.
Los menos habituales Rico y Aketxe fueron el desfribilador, dieron oxígeno cuando más necesitado estaba el equipo, el partido se metió en una bendita locura, la grada en una jauría, a la búsqueda de ese segundo gol, el que tuvo también el propio Villarreal... Como la que puso un nudo en la garganta en el descuento, con Cherishev y el mano a mano ante Kepa que se le fue milagrosamente fuera. Si Aketxe acierta con la réplica en la jugada siguiente hubiera sido inmerecido. El colegiado impartió justicia con el final del partido y también del libro. Ese que está por escribirse, esperemos con final feliz. A un Athletic a la carrera solo le dio para empatar. A base de lo de siempre últimamente. De echarle corazón.
«La voluntad y el compromiso es lo más rescatable»
Kuko Ziganda reconoció las dificultades del duelo y lo mucho que se había sufrido. «Ha sido un partido con muchas alternativas, sabíamos qué rival era, su juego y confianza, hemos salido bien, con mucho brío, ellos no estaban cómodos, pero a raíz del penalti se ha igualado y el gol nos ha afectado. Ellos han estado más cómodos ahí. Luego, en la segunda mitad, hemos vuelto a comenzar bien, pero se han hecho de nuevo con el juego. Hemos tenido un mal momento, pero el equipo tiene casta, pasándolo mal. Con los jugadores de refresco, el ánimo de la grada le hemos dado la vuelta y empatado», destacó los cambios. «Los cambios los habéis visto, Rico da una energía que el equipo necesitaba y Aketxe también. Han aportado mucho. ‘Susa’ también, que hace un trabajo más de hormiga». Insistió en poner en valor unos cambios que esta vez le salvaron un punto. «Aketxe nos dado más fútbol, más control, asociarse con ‘Susa’, con Mikel, hemos llegado más acompasados. Nos ha venido bien». Respecto al papel de su equipo, reconoció que «la voluntad y el compromiso es lo más rescatable, pasándolo mal, el equipo no se da por vencido. Los que han salido de resfresco han echado un cable increíble. Nos tenemos que quedar con ese amor propio en situación complicada». J.V.