El técnico era del equipo Txantxarrene, una escuela de fútbol de Leioa, que se media a la Sociedad Deportiva Plentzia.
Según refleja el acta del encuentro, el técnico del equipo local se comportó «de manera violenta en repetidas ocasiones», al empujar e insultar a la árbitra, con la que había sido «agresivo con cada decisión» a lo largo del choque.
Curiosamente estos hechos se produjeron en las mismas instalaciones en las que ese mismo día se produjo una situación totalmente contraria, ya que en un partido de infantiles el Barakaldo decidió jugar con diez jugadores porque su rival, el Leioa, solo disponía de ese número de futbolistas.