Maider IANTZI

Mujeres de Astigarraga y Túnez visualizan el problema con el tricot

Astigarraga se ha vestido con las coloridas bufandas de las madejas contra la violencia machista para el encuentro de mañana, 25 de noviembre. El tricot de este lazo de cuatro kilómetros ha unido a mujeres de distintos lugares, entre otros Túnez. Una representación se encuentra ya en Euskal Herria.

Rakia Derbel es matrona y presidenta de la asociación tunecina de lucha contra comportamientos de riesgo. Inés Abdelhak, licenciada en Ciencias Económicas, responsable de actividades sociales y participante de la red de apoyo a las víctimas de violencia machista. Raja Ben Manson es médica de urgencias y Sabri Turki, responsable de la formación. Las cuatro son tejedoras tunecinas de las Madejas contra la violencia sexista. Esta iniciativa de Astigarraga quería viajar al país africano. Como debido a su situación política no ha podido ser, han venido ellas a Euskal Herria.

En este proyecto impulsado por la asociación Harituz han tricotado ya desde 2014 un lazo colectivo de cuatro kilómetros, con el objetivo de visibilizar una violencia que «se encuentra en el mismo funcionamiento de la sociedad». Han participado mujeres de Lisboa, Alaquàs (Valencia), Córdoba, Madrid... Mañana, 25 de Noviembre, todas las “familias” de Madejas se toparán en el pueblo donde empezó todo. Para la ocasión han vestido el frontón, el kiosko y la fachada del Ayuntamiento con estas coloridas bufandas llenas de mensajes.

Cuando empezó a tejer, Raja Ben Manson, médica que cuida todos los días a mujeres agredidas e intenta también hacer de sicóloga, se percató de que cada punto tricotado tiene una cara. «Eso me impactó». Isabel Otero, una de las organizadoras, subrayó que la iniciativa funciona precisamente por eso, porque visualiza el problema.

Las invitadas tunecinas se quedarán hasta el lunes. Mientras tanto, tienen entre manos una agenda repleta: conferencia en la ikastola de Astigarraga, en Beasain, en Donostia junto con una asociación india... En el momento de la visita de GARA charlan con diversas mujeres de aquí en una sala de la Casa de Cultura de Astigarraga. El objetivo de las Madejas es crear espacios de diálogo sobre la violencia sexista. El lazo es un punto de unión entre mujeres que a la hora de tejer hablan de sus vidas y sus preocupaciones.

Inés Abdelhak comenta que esto ha supuesto un cambio en su vida y que les ha ayudado también en la creatividad. «Ha tenido un impacto entre nosotras, que tenemos ganas enormes de hacer algo». El mismo hecho de que ellas estén aquí es también un impacto para que se vea el problema.

El proyecto está «cada vez más vivo» y de cara a 2018 tienen previsto crear la iniciativa “Gipuzkoa tejiendo igualdad” para que todos los ayuntamientos tengan su propio lazo. Ya se han unido Zumarraga, Legazpi o Donostia y las puertas están abiertas para todos. Por otra parte, seguirán viajando. Tienen en la agenda Madrid, Toledo... e irán a las ciudades y pueblos que les pidan.

Cambios positivos

Las Madejas están también vivas en Túnez. Llegaron vía Facebook. «¿Podemos participar con vosotras?», les preguntaron desde la asociación de lucha contra comportamientos de riesgo. Aunque a las tunecinas les encantara la idea, empezaron con pocas esperanzas de que saliera adelante. Cuando vieron en las fotos su trozo del lazo en distintos lugares, se dieron cuenta del éxito.

Describieron la situación de su país apuntando que culturalmente está mejor en comparación con sus vecinos ya que las niñas están obligadas a ir al colegio desde los 6 años hasta los 16. Además, la educación es gratuita. Sin embargo, queda mucho por hacer ya que muchas mujeres aún no son independientes profesionalmente y las que trabajan fuera deben realizar doble jornada, fuera y dentro de casa. «Como aquí», les salió enseguida a las mujeres de Astigarraga.

Otra característica común aquí y allí es que la violencia de género está integrada en la vida cotidiana y se toma como algo normal. «Antes de la revolución árabe, en la época de Ben Ali, las mujeres que reunían el valor de acudir a la Policía y demandar al marido, hijo, padre o hermano, en lugar de recibir apoyo, tenían que escuchar: ‘no te preocupes, tu marido ha tenido un mal día’».

Destacaron que hay dos situaciones que han cambiado con la revolución: ahora se puede denunciar directamente al juez de paz de familia y ya no se pide el certificado médico que las mujeres no podían pagar. «El Estado reconoce la violencia de género». En 2017 han hecho una nueva ley contra este problema poniendo el acento en la formación de la Policía, los jueces, abogados, médicos... Para llevar todo esto a la práctica señalan que hace falta mucho dinero y trabajo. Preguntadas por cómo ven el futuro, «positivo» responden las tunecinas de forma unánime.

 

Declaraciones

«Cuido todos los días a mujeres agredidas. Al empezar a tejer me percaté de que cada punto tiene una cara y eso me impactó»

Raja BEN MANSON

Médica de urgencias

«La violencia de género está integrada en la vida cotidiana y se toma como algo normal»

Inés ABDELHAK

Red de apoyo a víctimas