El punto conseguido por la Real en el derbi de ayer sirve para detener la hemorragia de cuatro derrotas seguidas en partidos oficiales en las que los blanquiazules habían encajado diez goles. Eusebio apostó por su once de gala y éste respondió de manera positiva, sobre todo en el aspecto en el que más débil se ha mostrado, a la hora de evitar que el Athletic le hiciera goles y ocasiones.
Solo en los últimos minutos del primer tiempo y en los primeros del segundo se impuso el Athletic y la Real fue capaz de superar esa fase de debilidad con la misma mentalidad con la que afrontó el encuentro, con la de ser fiel a la propuesta de juego de Eusebio. Los blanquiazules fueron capaces de recuperar el balón y lo tuvieron, como en la mayor parte del partido, sin que el Athletic pudiera robarlo cerca de la meta de Rulli como el año pasado. Que el Athletic acabara peor que la Real demuestra además que físicamente el equipo de Eusebio no está tan mal, al menos si juega un partido a la semana. El problema de los finales de partido llega cuando se cambia a los del centro...
Lo que sí les falta es frescura a sus jugadores más avanzados. Sobre todo a Oyarzabal, que estuvo tocado durante la semana y ha perdido en los últimos partidos la chispa y la claridad que había mostrado hasta ahora. Tuvo un par de opciones claras en las que no acertó. También Illarramendi, Xabi Prieto y Willian José tuvieron oportunidades buenas, pero la Real no solo ha encajado demasiados goles en los partidos anteriores, también ha perdido el poder ofensivo y ni mete goles ni crea ocasiones con la facilidad que le caracterizaba al comienzo de temporada. Su producción ofensiva no se corresponde con su control de juego en el campo del rival.