«No podemos hacer más. Hemos ganado en votos, en escaños». Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, simbolizaba el estado de ánimo de los seguidores de la formación naranja desde la tarima instalada entre la Avenida María Cristina y la plaza España. Satisfacción, porque con cerca de 1.100.000 votos y 37 escaños (más del 25% de los sufragios) son la fuerza más votada en Catalunya. También decepción, porque su triunfo no logra que el independentismo pierda su mayoría en el Parlament. Ciudadanos, un partido fundado hace once años, ha logrado capitalizar el voto del 155. Pero lo hace a costa del PSC, que apenas sube un escaño, y del PP, que se hunde en tres. Hacia ellos lanzó los dardos Rivera, presentándose como el alumno aplicado del unionismo que ve cómo se frustra su objetivo por la desidia de sus compañeros.
«Inés Arrimadas debería ser la presidenta de la Generalitat», clamó el líder de Ciudadanos. Lo hizo sin demasiado énfasis. Sabe que los números no le dan, así que aprovechó su intervención, posterior a la de la triunfadora, para reforzar su posición en el Estado. «Al nacionalismo hay que ganarle como hemos hecho nosotros», aseguró, abogando por «un proyecto para España» liderado por su formación. Desde que dio el salto a la política estatal Ciudadanos ha sido visto como una muleta del PP, sobredimensionado por los medios y que fue útil para frenar el crecimiento de Podemos. Habrá que ver en términos estatales qué supone este triunfo. Porque es en ese contexto en el que va a tener un mayor impacto, otorgando, previsiblemente, mayor peso a Rivera frente a un Mariano Rajoy que sale debilitado de Catalunya a pesar de ser quien impuso el artículo 155. Y eso que el inquilino de la Moncloa se ha dejado la piel acompañando a su candidato, Xavier García Albiol, que lleva al partido derechista a su peor resultado en la historia y a prácticamente desaparecer del mapa político en Catalunya.
A pesar de que la proyección la buscará Rivera, la triunfadora del bando unionista de ayer es Arrimadas. Realizó el paseíllo desde el hotel Catalonia hasta el escenario habilitado para la celebración arropada por decenas de interventores desplazados desde otros puntos del Estado. Allí le esperaban las imprescindibles banderas de España, que posan ante los fotógrafos como si ensayasen una coreografía.
Reivindicó Arrimadas que se trata del primer partido unionista que se impone en unas elecciones en el Principat (el PSC gobernó entre 2003 y 2010 pero en los comicios que llevaron a Pasqual Maragall y José Montilla a la Generalitat en escaños se impuso la extinta CiU, luego superada por el tripartit) y afirmó que «el gobierno de los separatistas ha perdido fuerza». Ahí está la clave. Después de todo lo ocurrido en los últimos meses, el gran tanto que se apunta Ciudadanos como fuerza hegemónica del unionismo es haber «debilitado» a un Ejecutivo que reparte sus miembros entre la cárcel y el exilio. «El procés no representa un futuro. Han perdido votos, escaños y fuerza», aseguró. «Ya no pueden hablar en nombre de todo el pueblo catalán», insistió.
Es previsible que en las próximas semanas el mensaje que lance Ciudadanos es que ha cumplido su objetivo porque frena al independentismo. En el argumentario también entran dos ideas: que su triunfo demuestra qué ocurriría en un hipotético referéndum al que se oponen y que la ley electoral le ha perjudicado. Un discurso que tiene recorrido para la semana de valoraciones pero que se agota ante la imposibilidad de formar mayorías. Quizás por eso Arrimadas se reivindicó como representante de «la mayoría social en Cataluña» que «se siente catalana, española y europea», pero sin situarse al frente de la Generalitat.
En su intervención, Arrimadas recordó el meteórico ascenso de Ciutadans, que comenzó con tres escaños, repitió con otros tres y dio un salto que le ha llevado de los nueve de hace dos comicios a los 25 de 2015 y los actuales 37. En medio, la campaña de Albert Rivera como joven outsider que se desnuda para recibir atención, sus coqueteos con la ultraderecha de Libertas, con quien se presentó a unas europeas, y su definitiva consagración tras frustrarse la alianza con la UPyD de Rosa Díez. Una curiosidad: ninguno de los líderes del partido que hablaron durante la tarde (Arrimadas, Rivera y José Manuel Villegas) utilizaron el catalán más que para dar un visca a Catalunya, España y Europa.
Las valoraciones de los líderes se limitaron a discursos sin posibilidad de preguntas así que hoy será el momento de explayarse. La sensación entre los asistentes al acto era similar a lo expresado por sus líderes. «Ha habido un pinchazo de PP y PSC, más de lo que esperábamos», aseguraba Antonio López, uno de los interventores. «La ley electoral nos ha perjudicado», opinaba Óscar Verdejo. A pesar de que el incremento de la participación había sido interpretado como una ventaja para Ciudadanos, nunca hubo euforia en el cuartel del partido naranja.
Entre los presentes, además de la plana mayor de la formación naranja, se encontraban rostros de la farándula como el padre Apeles, sacerdote conocido por sus apariciones en la telebasura, o Alejo Vidal Quadras, exdirigente del PP en Catalunya defenestrado por Mariano Rajoy, posteriormente fundador de Vox y ahora cercano a Ciudadanos, desde donde se venga de sus antiguos colegas de Génova.
Hoy será turno de valoraciones más profundas y habrá que ver si Arrimadas fuerza la situación de ser la más votada y reivindica una presidencia que no obtendrá. Mientras, saborea una victoria obtenida a costa de sus socios en la defensa del 155 y que muestra los límites del unionismo y el bloque que vino a autodenominarse la “mayoría silenciosa”.