El efecto Puigdemont y la pujanza de Ciudadanos marcaron el devenir de las tres claves principales en juego en la cita del 21D: si habría mayoría independentista, cuál sería la primera fuerza y qué partido asumiría el liderazgo del bloque independentista.
La alta participación, casi un 82%, no fue óbice para que el soberanismo lograra mantener su mayoría. Se daba por hecho, por muchos, que una participación de récord daría la victoria al bloque unionista. Lo cierto es que aunque la suma PP, PSC y C’s logró unos 280.000 más votos que en 2015, el independentismo también creció en casi 100.000. Las dos principales familias del catalanismo se repartieron casi dos millones de votos casi a partes iguales logrando un escaño más que la suma de todas las fuerzas del unionismo juntas, incluida Catalunya en Comú.
La pugna por ser la fuerza más votada era la que más apretada se presentaba al cierre de los colegios electorales. JxCat había tratado de polarizar la campaña con el «Rajoy o Puigdemont» mientras que los republicanos lo habían hecho con el «ERC o Ciutadans». Esta segunda parecía la más real en la pugna por el primer puesto; la división de opciones soberanistas y el tirón del partido naranja en todo el unionismo convirtieron a esta en la fuerza más votada. Ganó en las principales ciudades y sus comarcas se confirman como el nuevo feudo naranja.
Ciutadans entró por primera vez en el Parlament en 2006, con un total de 89.840 votos (3,09%) y tres diputados. El domingo logró 1.102.099 votos (25,37%) y 37 diputados, consagrándose como primera fuerza del unionismo.
El color naranja de la formación liderada por Inés Arrimadas destaca en todo el litoral más habitado de Catalunya como fuerza más votada. Confirma que el antiguo cinturón rojo del PSC ya es naranja y desplaza, también, a un PP que el domingo se quedó como última fuerza con representación parlamentaria con tan solo el 4,24% de los votos: 184,108.
Los resultados de algunas comarcas son especialmente remarcables. Así, en el Tarragonès (que reúne la metrópoli de Tarragona), C’s logró el 35,87% de los votos, 9,5 puntos más que hace dos años. En total cosechó 4.000 votos más que la suma de ERC y JxCat. En la primera cita de la formación naranja (2006), CiU fue la más votada aquí (23.985 votos, 29,15%) y PSC la segunda (22.063, %26,81)
Los naranjas son primera fuerza además en lugares como Baix Camp, Baix Penedès, Garraf, Baix Llobregat, los Vallès Occidental y Oriental, en Aran y en la comarca de la capital del país, el Barcelonés.
Además, gana en todas las ciudades superiores a 100.000 habitantes, y lo hace con holgura en la mayoría de ellas. Logró el 35,47% de los votos en Santa Coloma, el 34,95% en Tarragona, el 33,39% en Hospitalet de Llobregat y el 32,04% en Badalona. Aunque con porcentajes inferiores, también fue primera fuerza en Barcelona (23,94%) y Lleida (24,54%).
Por medio punto, es segunda, por ejemplo, en el Maresme, donde JxCat logró el 24,92% de los votos y C’s el 24,48%. La ciudad más grande de esta comarca, Mataró, votó naranja, Arrimadas logró el 30,46% de los votos. También fue la segunda fuerza más votada en el Alt Empordà, en Anoia y en Selva.
En la mayoría de las comarcas que gana C’s la segunda fuerza es ERC, pero a gran distancia. 17 puntos porcentuales en Tarragonès, 13 en el Baix Penedès y Barcelonès y 10 en el Vallès Occidental. JxCat es la segunda en el caso del Baix Camp, a 8 puntos del partido naranja.
Liderazgo del soberanismo
El segundo puesto de ERC en estas zonas muy pobladas dan cuenta, también, de la expectativa de que estas elecciones confirmaran el sorpasso en el seno del independentismo. Todas las encuestas lo vaticinaron y solo un efecto Puigdemont intuido pero que se antojaba muy difícil lo evitó. La renuncia del PDeCat a sus siglas y la configuración de «una lista de país» entorno a la figura del president exiliado dio la campanada y frenó la caída de un espacio político que no acaba de reinventarse tras la extinción de CDC.
El domingo la lista encabezada por el ahora preso Oriol Junqueras fue la más votada tan solo en cuatro comarcas. Lo fue con mucha diferencia en Montsià (+14%) algo más ajustada en Baix Ebre (+5%) y más justa en Ribera d’Ebre (+3%) y Alta Ribagorça (+2).
El histórico de la última década muestra una clara tendencia al alza de ERC que remonta la debacle de las autonómicas de 2010. Artur Mas sucedió en el cargo de president aquel año a Josep Montilla tras lograr unos históricos resultados que superaron en más de 200.000 votos la barrera del millón de votos. La ERC posterior al tripartito y comandada por Joan Puigcercós logró tan solo el 7% de los votos (219.173). Dos años después, con Oriol Junqueras ya de líder y en plena gestación del procés independentista, ERC comenzó a recuperar el pulso y dobló su representación en el Parlament, pasó de 10 escaños a 21 en una nueva contienda electoral liderada de manera clara por CiU (30,70% y 50 diputados) y en la que entró por primera vez en la Cámara catalana la CUP, con el 3,47% de los votos y 3 diputados.
El año pasado, ERC superó a la extinta Convergencia Democrática de Catalunya en las elecciones al Congreso español, confirmando el inicio de un nuevo liderazgo en el seno del independentismo. El domingo se esperaba la confirmación.
Todas las encuestas daban por segura su victoria en el bloque soberanista y los 20.000 interventores que compusieron el ejército electoral de los republicanos también apuntaban a un nuevo liderazgo del independentismo.
En votos, el partido del vicepresident Junqueras marcó un nuevo récord histórico, 929.407, 11.000 menos que JxCat (- 0,26%).
Por provincias, fue segunda en las cuatro circunscripciones, superada por C’s en Barcelona y Tarragona y por JxC en Lleida y Girona.
Por comarcas, no hay, en general, cambio de bloque; los rojos y azules se han transformado en naranjas y donde reinaba aquel azul oscuro de la CiU autonomista prevalece ahora el verde y amarillo de dos fuerzas políticas importantes en pugna pero que comparten un mismo destino, la independencia.