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Las cicatrices de Etxarri Aranatz, al descubierto

El Ayuntamiento de Etxarri Aranatz ha dado a conocer el «Mapa del Sufrimiento» de la localidad, un trabajo en el que se recogen los sucesos violentos y todas sus víctimas desde 1936 hasta la actualidad.

El miedo al dolor se conoce como agliofobia. Es lo que siente el niño antes de la vacuna, cuando cierra los ojos hasta que se le arrugan los párpados esperando a la aguja. La publicación del Mapa del Sufrimiento de Etxarri Aranatz parece haber despertado una reacción así, agliofóbica, una especie de miedo a que exista un dolor que descuadre el relato con el que algunos se sienten más cómodos. Y todo, porque el trabajo de Euskal Memoria anota los nombres de todas las personas de Etxarri Aranatz que han sufrido ataques contra su integridad física desde 1936 hasta 2015, sin exclusiones por su filiación política.

La víctima mortal más joven de las que se da cuenta en este Mapa es un niño de solo 8 años, Victorino Lizarraga Imaz. Falleció el 22 de mayo de 1937, cuando un avión del Ejército Republicano lanzó varias bombas sobre el portal de Zumalakarregi en Iruñea. Lizarraga, nacido en Etxarri Aranatz, fue uno de los 11 muertos de aquella acción. Este niño no es una víctima cómoda para nadie y por eso su nombre estaba a un paso del olvido, al igual que el del guardia civil fusilado por republicano, Gregorio Ollo Jiménez. Su inclusión en el estudio refleja en buena medida cuál es el espíritu de exhaustividad que impulsó la elaboración del Mapa del Sufrimiento.

Preguntada sobre la acogida del estudio, la alcaldesa Eneka Maiz se refugia en la prudencia. «Veremos qué ocurre el día 30 con la charla –dice–. Allí sabremos si se ha despertado interés o no. Vendrá Iñaki Egaña a explicar el trabajo y está todo el mundo invitado». Mientras espera la reacción del pueblo, Maiz entiende que el trabajo ha merecido la pena y defiende que «es imprescindible mirar al pasado, porque hay episodios que son totalmente desconocidos y que, sin embargo, es necesario conocer para establecer unas líneas de convivencia y de encuentro».

La metodología que ha seguido este trabajo de 61 hojas es «priorizar la existencia de ataques a la integridad física en sus diferentes grados, dejando a un lado los daños psíquicos», según sus redactores. Y el resultado es que en sus páginas aparecen «todas las personas muertas de forma violenta, heridas graves o de consideración, torturadas o golpeadas en el curso de manifestaciones o actos públicos diversos».

En sus páginas se condensan un número desproporcionado de tragedias para un pueblo de 1.600 habitantes. En la primera parte, dedicada a la guerra de 1936, se incluyen listas de fusilados, de desaparecidos en simas de Urbasa y figuran los nombres de mujeres rapadas, pero también los de los muertos del bando sublevado que murieron en el frente de guerra. Una segunda parte abarca desde la posguerra hasta el surgimiento de ETA, y en ella se da cuenta de dos vecinos de la localidad que acabaron internados en el campo de concentración de Gurs, así como de las personas exiliadas y, también, de varios presos del primer franquismo. Ya en la parte que se inicia tras el surgimiento de ETA, destaca el nombre de Antonio Goñi Igoa, a quien la Policía detuvo en 1970 por manifestarse en favor de la libertad de los encausados en el Proceso de Burgos. Goñi fue torturado y, a los días, se suicidó dejando una carta a su esposa que fue «confiscada por los mismos agentes que le habían torturado y destrozado psicológicamente». En ese mismo apartado, aparecen tres vecinos relacionados con ETA fallecidos. Dos murieron por arma de fuego: Juan Ignacio Erdozia Larraza (1979) y Josu Zabala Salegi (1997). Un tercero, Pello Mariñelarena Imaz, falleció a causa de una enfermedad cuando estaba en una prisión francesa, en 1993. Continúa con una lista de 10 vecinos «que han sufrido acciones de la llamada guerra sucia». En otro de los listados más llamativos aparece cómo en el pueblo se han producido 85 detenciones y que, en 46 ocasiones, los arrestados denunciaron torturas. Por otro lado, se señalan los principales actos de kale borroka.

La polémica salta a la política

La decisión de anotar los nombres de víctimas de todo tipo de violencias ha desatado una polémica amarga, pues en el documento figura el exalcalde Jesús Ulayar (muerto por ETA en 1997) y unas páginas más atrás, en la lista de personas torturadas, se puede leer el nombre de la persona condenada por su muerte, Bixente Nazabal. Esto generó primero un malentendido, pues el PP llamó a dar explicaciones al Parlamento a Ana Ollo, la consejera de Paz y Convivencia, alegando que el Mapa no recogía la muerte de Ulayar. Este martes, durante la comparecencia de Ollo, la líder del PP, Ana Beltrán, reconoció que había sido un error, que Ulayar sí estaba. Aun así, pidió formalmente la dimisión de la consejera al entender que si también se incluía a Nazabal como torturado, todo el trabajo era una «ignominia insoportable para cualquier persona de bien». Lo más curioso del equívoco sobre la inclusión de Ulayar es que lo originó el actual concejal del PP Juan Antonio Extremera, cuyo nombre también se recoge en el Mapa por haber denunciado amenazas de muerte en 2014.

La campaña de desprestigio contra el trabajo realizado en este Mapa incluyó la llegada a la localidad de periodistas de medios sensacionalistas madrileños. Aunque, quizá, la crítica más desproporcionada fue la que realizó UPN en la comparecencia parlamentaria de Ollo, cuando Iñaki Iriarte comparó el hecho de que Euskal Memoria realizara este trabajo con que Radovan Karadzic efectuara un trabajo así sobre la matanza de Srebrenica. También el PSN se sumó al carro de los ataques al Mapa e incluso I-E reclamó a Ollo que «fiscalizara» el contenido.

Y mientras los políticos se enzarzan sobre un documento que no han leído, por miedo a que recojan sufrimientos que les son incómodos, la propia elaboración de un trabajo tan completo, supone un paso adelante de cara a la construcción de una memoria consciente en Etxarri Aranatz. O, si se quiere, un ejercicio de madurez, pues demuestran ser capaces de mirar al dolor de frente, sin cerrar los ojos como los niños ante las agujas.