Aritz INTXUSTA

La historia de un vino navarro en los Óscar

En una de las escenas clave de la película ‘Tres anuncios en las afueras’, Frances McDormand tiene en la mano una botella de vino navarro. El cameo de un blanco de Añorbe en los Oscar tiene algunos misterios aún por resolver y mucho trabajo detrás.

Conchi Vecino, la enóloga de Bodegas Nekeas, confiesa que aún no han desvelado por completo el enigma. El «sorpresón» se lo llevó el comercial de la bodega, que fue el primero que fue al cine a ver “Tres anuncios en las afueras”, la película por la que Frances McDormand ha recibido el Óscar a la Mejor Actriz. Una estatuilla que, por cierto, se ha hecho ya un hueco en la historia de la Gala, pues fue birlada a la intérprete apenas cinco horas después de haberlo recibido. Afortunadamente, pudo ser recuperada.

McDormand está espectacular en un filme que también fue nominado a la mejor película. Una de las escenas centrales transcurre en un restaurante en el que McDormand está cenando con Peter Dinklage. En un momento determinado, la protagonista de “Tres anuncios en las afueras” se arma con la botella que tiene sobre la mesa y se acerca amenazadoramente hasta donde se encuentra cenando su ex y... Bueno, no sería conveniente destripar más la película, porque lo importante es la botella, pues su historia comienza en Añorbe, un pueblo de 537 habitantes cercano a Gares.

«No tenemos ni idea de por qué está allá. Puede que alguien la encontrara en un supermercado o que figurase ya en la carta de ese restaurante», explica la enóloga. En Nekeas han puesto a trabajar a sus distribuidores en América en busca de los detalles. Es una aguja en un pajar. Los EEUU son inmensos y parece que la película, cuya trama se ubica en Missouri, en realidad no fue rodada en dicho Estado. De hecho, en la bodega no están seguros todavía sobre si el restaurante de marras existe en la realidad o si toda la escena se recreó dentro de un plató.

La botella no resultaba nada fácil de distinguir. En su interior había un blanco chardonnay envejecido en barrica de roble francés. Eso no cambia, pero la etiqueta sí. De la embotelladora de Añorbe salen las botellas de blanco desnudas. Y, según para donde vayan, les estampan en el último momento el nombre de “El Rincón de Nekeas” para el mercado local o el más engolado “Vega Sindoa” destinado a aquellos que cruzan el Atlántico. Este último es el oscarizado.

Lo que sí está claro es que la botella embarcó en el puerto de Bilbo, que es la vía por la que los caldos vasconavarros se marchan a hacer sus «américas» particulares. Los bodegueros se la juegan en ese viaje. Es de sobra conocido que los vinos multiplican su precio al otro lado del charco, pero en buena medida se debe a que el viaje es caro. El “Vega Sindoa” tiene que viajar en contenedor refrigerado, para no estropearse. «El vino sufre mucho durante el trayecto por el mar. Si no pagas un contenedor con la temperatura controlada, te la juegas a que coloquen el contenedor en la cubierta y que el vino viaje a más de 40 grados», explica Vecino.

Contrariamente a los pastores vascos que se hicieron fuertes en las praderas del Oeste a finales del XIX, a los vinos les va mejor en la Costa Este. La clave está en el Valle de Napa, la principal zona vitivinícola de Estados Unidos. En este valle del Sur de California, ubicado a una hora en coche de la ciudad de San Francisco, se concentran más de 300 productores de vino y la competencia es dura. Aunque, más allá de su vino, por lo que es mundialmente conocido este valle es por una fotografía que se coló también en casi todos los hogares vascos, ya que Bill Gates la eligió como fondo de pantalla predeterminado del Windows XP.

Un cuarto de siglo de EEUU

Sorprende cómo la difusión de un producto en EEUU resulta clave para generar puestos de trabajo en el entorno rural de Euskal Herria. Las Bodegas Nekeas nacieron hace 25 años, cuando ocho propietarios mancomunaran sus tierras y, sobre ellas, se generara una empresa en la que, principalmente, trabajan vecinos. En total, las Nekeas suman 500 hectáreas, de las que la mitad son uvas y la otra mitad, olivos que producen aceitunas arbequina y la variedad propia de Nafarrroa, la arróniz. Los trabajadores empalman ahora la vendimia con la cosecha de aceituna. De hecho, el enorme edificio lleno de tanques y barricas se calienta con huesos de aceituna molidos en el trujal.

El ambiente en la bodega desprende un aire familiar. Y, claro está, después de que el comercial viera la botella en la película, han pasado ya por el cine prácticamente todos los trabajadores y puede que medio pueblo. Después de eso, las botellas que estaban aún sin etiqueta empiezan a vestirse con las galas de Vega Sindoa para repartirse entre amigos que buscan reírse un rato de este regalo hollywoodiense.

Porque, a fin de cuentas, los trabajadores viajan menos que las botellas. Vecino es madrileña, pero ya no la mueves de Añorbe. «Mira el paisaje. ¿Dónde tienes esto? Yo vivo ahí –asegura mientras señala hacia el pueblo–. Hasta la viña más lejana voy en bici». Y sin embargo, pese a ser un negocio tan pegado a la tierra, las exportaciones a EEUU han sido estratégicas siempre. Ya desde el segundo año de producción, empezaron a exportar vino a EEUU y hoy incluso en California se puede encontrar vino del «vineyard called (viñedo llamado) Berezabal». Así que, aunque ahora no sepan cómo acabó su botella en manos de McDormand, sí que llevaban 24 años comprando boletos.