Corina TULBURE
BUCAREST
Entrevista
GÁSPÁR MIKLÓS TAMÁS
ESCRITOR Y FILÓSOFO

«El poder de Orban en la Hungría profunda es personal y arbitrario»

El escritor y filósofo Gáspár Miklós Tamás, que considera que el posfacismo domina las actuales sociedades europeas, explica cómo funciona el sistema impuesto en Hungría por Viktor Orban, quien ha logrado un triunfo apabullante en las elecciones

Tras las elecciones, ¿estamos en un punto de inflexión en relación con la situación política en Hungría?

No sabemos lo que ocurrirá, todo resulta muy incierto. Lo que es seguro es la intensificación de los caracteres dictatoriales del régimen de Orban. Ya existía esta dinámica, nos enfrentamos a un poder personal y discrecional: es el estilo de la extrema derecha. Se reforzará este dinamismo autoritario y esta situación molestará a mucha gente que, tal vez, no tenga ya tanta paciencia. Se da un elemento de humillación a una sociedad entera en este poder arbitrario, personal e informal. En Hungría no tenemos un régimen basado en una estructura burocrática, fría, sino en el poder personal. El ciudadano siente que se encuentra sometido a este poder personal. A Orban lo sientes sobre tu piel. Y luego existen estos cambios abruptos que ocurren en todas las dictaduras, estos puntos de inflexión, porque existe un descontento a nivel personal. No quiero que me digan a dónde ir, qué hacer, qué sentir, como ocurre en un sistema propagandístico y totalitario, existe un deseo de autonomía personal y este deseo es político también. Por eso pienso que cualquier cosa puede pasar.

Al día siguiente, tras ganar las elecciones, anuncian que Orban cierra un diario de la oposición, “Magyar Nemzet”…

La prensa aquí ya ha muerto. La reemplaza la propaganda totalitaria, a base de gritos. Manejan un sistema mixto, con una política económica neoconservadora y al mismo tiempo un discurso anticapitalista. Uno puede criticar a Orban, pero, ¿dónde lo hace? No llegas al público, porque una mayoría de los mayores de 40 años se informa en la televisión, en manos del actual régimen. La prensa se ha acabado, no existe. Y luego, a falta de una vida pública racional, se olvida, y se olvida con rapidez, la normalidad política.

También existe una pérdida de interés por el mundo. Cuando era adolescente, leía la prensa extranjera y me daba la impresión de que lo que se contaba tenía que ver con nosotros. Nos afectaba lo que pasa en Burundi o Uruguay. Ahora la gente ya no posee este sentimiento, entonces eso tiene consecuencias. La mentalidad ahora es muy local. Así es muy fácil difundir propaganda.

¿No sería lo contrario por la información en las redes?

Que la información te llegue rápido no significa que tengas interés en recibir información de una zona. La gente no sabe por ejemplo que tenemos un gobierno casi fascista en Delhi. ¿A quién le interesa? Debido a internet todos vivimos con la presunción de que sabemos lo que pasa y nadie lo sabe. Orban controla ya el 90% de la prensa de Hungría.

¿Cuál ha sido la medida que más ha cambiado Hungría en los últimos años de Orbán?

Ha destrozado la Administración Pública en Hungría. No hay un Ministerio de Educación, de Medio Ambiente, ni protección de los monumentos, nada. La Administración Pública ha sido reemplazada por medidas caprichosas tomadas por un grupo informal.

Hubo una depuración de las instituciones del Estado, mucha gente ha sido despedida, durante años y nadie ha dicho ni una palabra. Los funcionarios más jóvenes no protestan sino que se van al sector de los negocios o emigran. No hay una administración para el Medio Ambiente, no hay sindicatos...

La gente del pueblo depende de su jefe local: 622 alcaldes y, de ellos, más de 500 son del partido Fidesz. No hay Administración local, eso no importa, hay un Gobierno central y el alcalde, que es el más rico del pueblo, a la vez es la autoridad política. Y la gente es personalmente dependiente. Le dicen «vota eso» y la gente lo tiene que hacer. En provincias Orban aparece como dueño eterno, no tiene ninguna cualificación política: es el Estado de siempre. No hay una resistencia política, sino una especie de revuelta directa, sin matriz política. El poder en la Hungría de Orbán es personal, arbitrario. En la ciudad es diferente.

¿Orbán ganó las elecciones solo debido a su propaganda?

Este país se organiza mediante intereses de poder y la cohesión se ha creado en base a un único elemento, el miedo y el racismo. Pero todas las elecciones de los últimos tres años en Europa se han ganado a base de racismo. Aquí es más radical y hay diferentes estrategias: el miedo a los inmigrantes.

Cualquier intento de hacer respetar los derechos humanos o la Constitución se consideran como conspiraciones judías y todas las organizaciones internacionales están en las manos de los judíos. Ninguna formación política tiene un discurso partidario de la inmigración, en la prensa tampoco. Yo me he quedado solo como persona pública que se pronuncia a favor de la inmigración. Claro que existen personas que defienden la inmigración, pero no de forma pública. No quieren inmigración, hubo una campaña de grafitis que decía «Orban o Turban...» Además, Fidesz no favorece la movilización, sino la desmovilización. El partido Fidesz no tiene una organización, hay activistas y empleados como en una empresa.

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¿Qué respuesta daba la oposición en la campaña?

El programa de la oposición ha sido «No a Orban», es decir, cuestiones no políticas y tampoco han tenido candidatos con mensajes que lleguen a la gente. Orban es más popular que su partido y se ha vuelto una de las personas más ricas de Europa.