Arantxa MANTEROLA

Ser mujer, un hándicap para el acercamiento de presas vascas

Aunque a cuentagotas, París ha comenzado a trasladar a presos vascos a cárceles cercanas a Euskal Herria. En todos los casos, han sido hombres. Para las mujeres, tal posibilidad se presenta más compleja.

La inusitada falta de estructuras carcelarias para mujeres, sobre todo en el sur del Estado francés, además de penalizar al conjunto de la población femenina presa y a su entorno, se convierte en un obstáculo añadido para el acercamiento de las doce presas políticas vascas que actualmente están internadas en cuatro establecimientos penitenciarios diferentes, situados entre 700 y 825 kilómetros de su tierra.

El pésimo estado general de las cárceles francesas y el hacinamiento existente en casi todas ellas han sido reiteradamente motivo de denuncia tanto a nivel interno como por parte de estamentos internacionales que, más de una vez, han sacado los colores a la République que tanto alardea de ser el guardián de las esencias en materia de derechos humanos.

En el caso de los establecimientos reservados a las mujeres, la situación es peor todavía aunque, todo hay que decirlo, en eso no es excepción puesto que en la mayoría de países las condiciones de vida en las cárceles de mujeres son bastante más penosas que en el caso de las de hombres.

El hecho de que la población femenina presa sea mucho menor que la masculina se convierte en la excusa perfecta de las autoridades para, también en este aspecto, relegar a un segundo plano la adecuación o creación de unas estructuras aptas para acoger a las internas que no por ello dejan de cumplir sus condenas, teóricamente, bajo el mismo régimen que los hombres salvo en el caso de las embarazadas y madres de niños pequeños.

Según los datos aportados por OIP (Observatorio Internacional de Prisiones) en un reciente informe, a principios de este año, sobre una población total recluida de 68.974 personas había 2.975 mujeres presas en el Estado francés, es decir el 3,7%. Existen únicamente dos establecimientos exclusivos para ellas: la maison d’arrêt de Versalles (en principio para preventivas en espera de juicio o para cumplir condenas cortas) y la de Rennes que es una cárcel de cumplimiento.

La mayoría de reclusas están, pues, repartidas en 56 cárceles de hombres donde se han ido habilitando módulos para mujeres más o menos acondicionados a sus necesidades. Dichos módulos van de las 5 plazas (como en Saintes) a las 237 plazas (como en Fleury-Mérogis). Dos tercios de las plazas son en régimen de maison d’arrêt (preventivo) y el tercio restante en centros de cumplimiento de condenas. Hay solo seis en este último régimen (centros de detención) de los cuáles cinco se encuentran en la mitad norte del Hexágono. Es de destacar que no existe ninguna maison centrale penitenciara para mujeres. Estas estructuras de alta seguridad suelen acoger, normalmente, a internos con condenas muy largas (Lannemezan es una de ellas). La localización geográfica irregular, hace que el mantenimiento de los lazos familiares sea todavía más difícil para las reclusas.

Sin contacto con los hombres

Los módulos para mujeres están apartados de los módulos para hombres con los que no tienen ningún contacto. De hecho, salvo contados casos en los que con una autorización especial los funcionarios con grado de responsabilidad pueden acceder puntualmente a dichos módulos, todas las funcionarias son mujeres (las presas vascas las llaman «txotxolak»).

El número de plazas totales es superior al de las presas (a 1/1/2018, la ocupación era del 94%) con lo cual, en principio, no habría problemas de hacinamiento. Sin embargo, debido a la desigual repartición de estos módulos, hay muchos que sobrepasan con creces la tasa de ocupación teórica (Nimes 200%, Toulouse-Seysses 185%...).

Al no estar diseñadas exprofeso para ellas y al encontrarse, generalmente, aislados de lo que es la zona de vida de los centros penitenciarios, el acceso a locales colectivos (biblioteca, gimnasio, salas de actividades, zonas sanitarias, talleres, enfermería…) es mucho más restringido que en el caso de los reclusos hombres.

Las madres con niños tienen un régimen de internamiento especial. Pueden mantener a su hijo o hija con ellas hasta que cumpla 18 meses. La ley reconoce la posibilidad de una prórroga de seis meses e, incluso, un régimen especial durante un año más en el que periódicamente se permite una estancia de varios días con la madre en la cárcel. Sin embargo, lo más habitual es que la convivencia finalice cuando la criatura haya cumplido el año y medio. De hecho, las posibilidades mencionadas fueron «activadas por primera vez tras la petición de una expresa vasca, Itsaso Zaldua», según ha manifestado la letrada Maritxu Paulus-Basurko.

Los módulos con estructuras específicas para niños son excepción. El Ministerio de Justicia, señala que únicamente existe una maison d’arrêt –la de Pau– que disponga de una zona de guardería pero se han habilitado recintos similares en 29 establecimientos penitenciarios, en los cuales 76 plazas están reservadas para madres con hijos cuando la población infantil que convive con sus madres es de alrededor de 95 niños. La repartición territorial de este tipo de celdas es también muy desigual. En principio, deben disponer como mínimo de 15 metros cuadrados, algo que, según el informe de OIP, no siempre se cumple.

Al año nacen unos 60 bebés en las cárceles francesas, si bien los partos suelen tener lugar en los centros hospitalarios externos al centro penitenciario.

Estas discriminaciones denunciadas por OIP han sido descritas regularmente por los informes del propio Controlador General de los Espacios de Privación de Libertad (CGEPL), ente independiente pero mandatado oficialmente por el Gobierno. Corroboran que la situación generada por la falta de estructuras apropiadas, por el desequilibrado reparto tanto geográfico como de número de plazas están en la raíz de las vulneraciones del derecho a un trato igual, al mantenimiento de los lazos familiares, al de las condiciones de vida adaptadas al género, al acceso a servicios, a actividades comunes y a los cuidados médicos y sanitarios, etc.

El CGEPL incide en que «el hecho de que sean una minoría» no justifica tal estado de cosas y, entre diversas recomendaciones, subraya la necesidad de una flexibilización respecto a la separación estricta con la población masculina tanto a nivel de presos como de funcionarios (ya contemplada en la reforma de la ley penitenciaria de 2009). La estructura de inspección de los lugares de internamiento reitera, asimismo, la necesidad urgente de «abrir un módulo de detención destinado a las mujeres en el sur de Francia».

 

Dos tipos DE estructuras penitenciarias

Aparte de los centros para menores, los que acogen reclusos con problemas siquiátricos o los de régimen de semilibertad, en el Estado francés existen, principalmente, dos tipos de estructuras penitenciarias: las denominadas maison d’arrêt, en principio para presos a la espera de juicio y condenas menores de dos años. Tienen un régimen muy duro, sin apenas opción a actividades y los presos están confinados en sus celdas la mayor parte del día. Luego están los centros para cumplimiento que, a su vez se subdividen en dos categorías en función de la tipología del recluso y de la magnitud de la condena: las maison centrale (no hay ninguna para mujeres) y los centros de detención (solo seis acogen mujeres). El régimen de las primeras está basado en la seguridad y las segundas están orientadas, teóricamente, a la reinserción del preso. Las posibilidades de actividades y de acceso a recintos comunes son mucho más importantes que en las maison de arrêt.

Hay establecimientos penitenciarios mixtos, es decir, compuestos por módulos en régimen de maison d’arrêt y por otros en régimen de cumplimiento. El centro de cumplimiento más cercano a Euskal Herria sería Poitiers (490 kms). A.M.

 

En cuatro cárceles, a una media de 770 kilómetros

Actualmente hay doce presas políticas vascas internadas en el Estado francés. Cuatro se encuentran en el centro penitenciario de Réau Sud Francilien, situado a 825 kms. de Euskal Herria. Otras cuatro en el de Rennes a 700 kms. Tres en Roanne a 740 kms. y una en la maison d’arrêt de Fleury-Mérogis (820 kms.) de donde es probable que sea trasladada en breve ya que ha terminado los juicios que tenía pendientes. Salvo Iratxe Sorzabal, el resto han sido ya juzgadas. Una de ellas, Marixol Iparragirre, tiene a su compañero también preso en el mismo centro.

Todas ellas efectuaron hace meses sendas peticiones de acercamiento a Euskal Herria. La abogada Maritxu Paulus-Basurko que tramitó dichas demandas, mantuvo un intercambio de informes con el Ministerio de Justicia a este respecto. La última respuesta data de noviembre pasado, una contestación llena de ambigüedades, según manifiesta: «Se limitan a explicar que han ampliado recientemente 60 plazas en la de Baumettes, en Marsella y que tienen en estudio la posibilidad de abrir un módulo en la región de Toulouse. La primera, desde luego, no sería una solución de acercamiento ya que se encuentra a 750 kms. y de la segunda, ni se sabe, porque ni especifican fechas».

A la vista de los recientes traslados de presos políticos a Mont de Marsan y Lannemezan, opina que la posibilidad de habilitar zonas para mujeres en esta última «es técnicamente bastante complicada, debido a la propia tipología del centro» (maison centrale de alta seguridad para condenados a penas muy largas). Respecto a Mont-de-Marsan, «todo es cuestión de voluntad», indica. «Al principio cuando empezaron a diseñarla dijeron que contemplaban la creación de un módulo específico para mujeres, algo que a la postre no se realizó. Sin embargo sí han acometido a título experimental la puesta en marcha del llamado ‘módulo del respeto’ emulando, por cierto, a un régimen aplicado en el Estado español. En él los presos que se comprometen a mantener un comportamiento bueno o a tener actividades, tienen ciertos beneficios respecto al régimen carcelario (más libertad de movimiento en el recinto, independencia respecto a los otros módulos, etc.). Si se lo propusieran, no veo por qué no se podría habilitar también un módulo específico para mujeres».

Dicha posibilidad ya fue mencionada a las puertas de la propia cárcel landesa por el diputado vasco Vincent Bru en noviembre pasado, el mismo día que partía desde allí la marcha por las cárceles francesas organizada por Etxerat. Sin embargo, por lo poco que ha transcendido, no parece que esta eventualidad tenga visos de concretarse a corto plazo. El grupo de Euskal Herria que mantiene una línea de trabajo con el Ministerio de Justicia sobre la política penitenciaria aplicada a los presos vascos, ha reiterado que «la cuestión del acercamiento de las mujeres presas está sobre la mesa» y, aunque por ahora declina pronunciarse sobre el avance de las conversaciones en esta aspecto concreto, Anaiz Funosas ha declarado recientemente que «esperamos encontrar una solución».A.M.