La sección primera de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa condenó el 12 de julio del pasado año a 19 años de prisión a Luis Serrano, de 44 años, por el asesinato de su hijo Julen, de 13 años, el 1 de diciembre de 2011 en la vivienda del barrio donostiarra de Antigua, residencia de la familia hasta la separación del matrimonio. Además de la pena de cárcel, el padre fue condenado a abonar a su exmujer y a sus otros tres hijos una cuantía de 314.000 euros en concepto de indemnización.

En su sentencia, la Audiencia Provincial de Gipuzkoa consideró a Serrano autor de un delito de asesinato, con la circunstancia de agravante de parentesco, por lo que le condenó a 19 años de cárcel. Asimismo, dictó la inhabilitación absoluta durante el tiempo de condena, y la inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad sobre sus hijos durante el tiempo de la condena.

Además, se le prohibió el acercamiento a su exesposa y a sus tres hijos en un radio de 500 metros, así como la comunicación con ellos por cualquier medio durante 21 años, que se cumplirán de forma simultánea a la pena de prisión.

La pena impuesta por el juez Augusto Maeso, presidente del tribunal del jurado que juzgó el caso, se sitúa entre los 18 años que pedía el fiscal para Luis Serrano, y los 20 años solicitados por la acusación particular, ejercida por su exmujer y madre del menor asesinado.

La defensa de Luis Serrano ejercida por el letrado Miguel Castells, pidió la absolución del acusado de matar a su hijo, que tenía 13 años cuando murió, mientras que el abogado de la acusación particular, Iñigo Iruin, sostuvo durante el juicio que el progenitor acabó con la vida de su hijo para vengarse de su exmujer.

El auto del TSJPV, ante el que cabe imponer recurso de casación, considera que no se ha restringido el derecho a la defensa del condenado y que las pruebas denegadas lo fueron al no ser «pertinentes o útiles».

Además, señala que se trata de una sentencia «especialmente bien fundada, derivados de un veredicto igualmente bien fundado y que relata de manera detallada los razonamientos que llevan al fallo, desarrollando de forma ordenada y pormenorizada los elementos de convicción». «No es de ninguna manera una sentencia infundada o con un razonamiento absurdo», añade.