«Toda política que no hagamos nosotros, será hecha contra nosotros». El candidato a la presidencia, Quim Torra, ha utilizado hoy a Joan Fuster, padre intelectual del independentismo de izquierdas, para pedir indirectamente a la CUP que mantenga la abstención que le permitiría ser investido por mayoría simple el próximo lunes. Lo ha hecho en el discurso de investidura recitado este mediodía, tras el cual se ha suspendido la sesión hasta la tarde, cuando tomarán la palabra los grupos parlamentarios.
En un tono muy sereno, algo monacal, Torra ha desarrollado durante algo menos de una hora un discurso marcadamente político en el que apenas ha entrado en detalles sobre medidas concretas. Sí que ha subrayado, sin embargo, las grandes líneas maestras que dirigirán su ejecutivo: la excepcionalidad –marcada por la cárcel, el exilio y el juicio que llegará en unos meses–, la provisionalidad –«el president legítimo es Carles Puigdemont»– y la responsabilidad, en nombre de la cual ha instado a formar Govern y evitar la repetición electoral.
Los guiños a la CUP, en este sentido, han sido constantes, en especial en la defensa de un proceso constituyente «de abajo arriba» que permita construir «un gran debate nacional con grandes pactos y consensos» que dibujen el modelo de República. También han sido guiños destacados la referencia a la lucha contra la corrupción o a la necesidad de dotar de un carácter feminista a la República.
Restauración e internacionalización
En cuanto al programa de Govern, Torra, que también ha pedido diálogo a Mariano Rajoy y a Jean Claude Juncker, el candidato ha subrayado cuatro ejes: restauración institucional y democrática –nombrará a un comisionado espacial sobre el 155–, políticas de progreso y cohesión social –ha mencionado la Renta de Garantía Ciudadana, una especie de RGI–, políticas de prosperidad económica y redistribución –industria 4.0, economía circular y transición energética– y la internacionalización del caso catalán, para lo cual ha defendido la restauración y el refuerzo de la red de delegaciones de la Generalitat en el exterior.
En resumen, Torra ha tratado de trenzar un discurso equilibrado entre una retórica contundente capaz de atraer a la CUP y a todos aquellos que defienden también en JxCat la incierta implementación de la República –ha prometido fidelidad al mandato del 1-O y a la presidencia legítima de Carles Puigdemont–, y una ambigüedad calculada a la hora de no detallar ni concretar ningún paso efectivo al respecto, con el objetivo de tranquilizar a ERC y a muchos de sus compañeros en JxCat, que defienden bajar el pistón para recuperar el control de las instituciones y reconstruir lo que el 155 ha destruido. Si ese complicado equilibrio ha sido exitoso o no lo sabremos en las próximas horas.