Miribilla fue ayer punto de encuentro para la militancia de Sortu en un acto de impulso al compromiso y a la lucha que se fijó en el futuro de Euskal Herria y en las condiciones abiertas tras la decisión histórica de ETA. Fue un repaso por la trayectoria y legado de la izquierda abertzale en los últimos 60 años y la respuesta a la pregunta ¿y ahora qué? Parte de la respuesta estuvo en las palabras pronunciadas por Elena Beloki: «Al igual que hace 60 años, seguimos siendo aquella fuerza que brotó del pueblo y continúa persiguiendo la libertad».
El secretario general de Sortu Arkaitz Rodriguez fijó en su intervención, que cerró el acto ante decenas de jóvenes, el camino a transitar en esta nueva fase, en la que aseguró que el relevo generacional de la izquierda abertzale no se detendrá. Destacó que el compromiso sigue renovándose, sumándose a las luchas que están en la calle y fijó un principio, impulsar un nuevo ciclo que «debe regirse por un principio fundamental: todos los derechos para todas las personas, desde los derechos individuales hasta el derecho a decidir libremente y democráticamente su futuro».
Rodriguez, que lamentó que en este contexto «hay quien está más preocupado por lo que denomina la batalla del relato que por construir la paz» apeló a quienes «continúan lanzando exigencias a la izquierda abertzale a «que hagan aquello que ya hemos hecho nosotros, asumir sus propias responsabilidades».
«Ahora toca ganar» y ganar es «materializar el cambio político, articular un proceso popular a favor de la soberanía y crear un estado desde la izquierda para construir un modelo económico y social justo» manifestó, y puso de relieve que cuando aluden a la ‘mochila’ de la izquierda abertzale, en ella va el dolor causado y reconocido, pero también el dolor infligido a su militancia, el sacrificio y la entrega personal de miles de personas» y su contribución a «crear condiciones para el cambio y evidenciar que el «régimen del 78» y el «proyecto de España» están más debilitados que nunca.
Rodriguez, que arrancó su mensaje lanzando un abrazo a presos y refugiados, zanjó que Sortu «no va a decir a nadie lo que tiene que decir o pensar», pero tampoco va a aceptar «que nadie nos diga qué es lo que tenemos que decir ni mucho menos lo que tenemos que pensar o sentir». «Sobre la imposición del relato, no se puede construir una paz justa, estable y duradera», señaló.
4.000 personas
El Bizkaia Arena, con aforo total para 10.000 personas a cancha abierta, pero reducido a la mitad por la necesaria disposición de escenario y bambalinas, prácticamente se llenó, a excepción de parte de las gradas más altas. 4.000 personas contabilizó Sortu en Miribilla en la tarde del fin de semana más soleado durante meses, en un acto con una cuidada escenografía.
Una secuencia de imágenes significativas de distintos momentos de décadas de lucha abrió el encuentro con una reflexión que el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodriguez, recuperó en su intervención, «No nacimos para resistir, nacimos para ganar».
Sobre el escenario las imágenes volvieron a proyectar el pasado, la persecución y la devastación representadas en las ruinas de Gernika tras el bombardeo de la aviación alemana a las órdenes de los golpistas al mando de Francisco Franco, en un recorrido por el tiempo hasta la época más negra de la violencia policial en las calles durante y después del franquismo y el repaso de los nombres y apellidos de las personas fallecidas, que acompañaron en la oscuridad de las gradas decenas de luces rojas y blancas, y que el público respondió con gritos de «Agur eta ohore eusko gudariak».
Las luchas «hermanas»
Como se había anunciado, una amplia delegación de representantes de fuerzas que impulsan procesos de liberación nacional y social en todo el mundo participaron en el acto junto a militantes referenciales de la izquierda abertzale de diferentes generaciones. Entre ellos participaron representantes llegados de Colombia, Palestina, Uruguay, El Salvador, Nicaragua, Sahara y Kurdistan, así como el presidente de la Asamblea Nacional Corsa, Jean Guy Talamoni, y la vicepresidenta de Sinn Féin, Michelle O´Neill.
Sobre el escenario, Talamoni recordó que, como la de Euskal Herria, la suya ha sido una lucha en condiciones desiguales ante un Estado que sigue desoyendo las reclamaciones de Korsika pese a que el voto ha alzado a la mayoría absoluta a las dos corrientes políticas soberanistas del país y se refirió a la Unión Europea como un agente político que sitúa las «finanzas» sobre los «derechos sociales»; no es la alianza de naciones que desean construir catalanes, escoceses, vascos o corsos. Recordó Talamoni los versos del poeta Gabriel Aresti, “Gure aitaren etxea defendituko dugu” y resaltó que «somos quienes hemos defendido la casa de nuestro padre».
A su intervención siguió la de la irlandesa O´Neill, que destacó no solo la larga trayectoria de hermanamiento que la formación a la que representa mantiene con la izquierda abertzale desde hace décadas, sino también la compañía brindada durante el proceso de paz. Según resaltó, la decisión de ETA abre un escenario de grandes potencialidades, en el que la responsabilidad debería obligar a los estados español y francés a dar pasos en esta nueva fase.
Con los invitados sobre el escenario y las palabras del expresidente uruguayo José Múgica de fondo, en defensa de «la lucha por mejorar la vida de la sociedad», Elena Beloki se situó ante los invitados de Sortu para lanzar un primer mensaje de solidaridad hacia el pueblo Palestino ante la masacre sembrada por el Gobierno de Israel.
Destacó emocionada Beloki que es el momento de reivindicar las luchas de diferentes movimientos revolucionarios y progresistas en distintos puntos del planeta. «Los retos hoy son enormes, tanto económicos como sociales y culturales, para instaurar sistemas políticos plenamente democráticos hacia una sociedad feminista y no patriarcal, para garantizar los derechos de los más desfavorecidos para dar un presente y un futuro a nuestra juventud, para recuperar para nuestros pueblos sus derechos nacionales, para garantizar la pervivencia de nuestras culturas y lenguas».
«Surgió una fuerza en nuestro pueblo, al igual que lo hizo en otras partes del mundo. Aquella fuerza perseguía la libertad para su pueblo, para sus gentes. No fue la primera, tampoco la última, ni la única. Euskal Herria nunca ha caminado en solitario», recordó la dirigente abertzale en una declaración en la que también dejó sentado que ahora que «se abre un nuevo ciclo en Euskal Herria, estamos emprendiendo un nuevo camino de la mano de los pueblos que nos hemos reunido».
«Un activo más»
Peru del Hoyo, hijo del galdakoztarra Kepa Del Hoyo, fallecido de un ataque al corazón en una celda en Badajoz, a cientos de kilómetros de Euskal Herria, puso voz a la carta de una persona a su hijo desde prisión. En la misiva, el preso utilizaba la metáfora de la gota de agua y el mar para destacar la solidaridad que reciben a cientos de kilómetros de casa desde la soledad de una celda y pese a los muros que les separan de la calle.
Sus palabras y las preciadas imágenes de personas que han recobrado la libertad dieron paso a la aparición sobre el escenario de decenas de expresos, que transmitieron un doble mensaje en dos direcciones.
«No os dejaremos, no estáis solos, os queremos», trasladaron a quienes permanecen en prisión, junto a un «junto a vosotros seremos un activo más en el proceso independentista», manifestaron ante la militancia de Sortu. Antes de que se retiraran del escenario una voz entre el público les lanzó un «eskerrik asko zuei».
En el acto participó, asimismo, la ortzaizarra Grazi Etxebehere, detenida por su intervención junto a los artesanos de la paz por «ayudar a una organización a desarmarse», tal y como ella misma contó tras su arresto. Hizo aparición entre el público con una caja en las manos y destacó que uno de los tesoros que guarda este país es el de las luchas, una suma de legados de entrega con causas que van desde la defensa de la lengua y las ikastolas hasta el ecologismo, el internacionalismo o el feminismo. Un empeño que, poco a poco, va construyendo una sociedad sensible, como base de cara al estado que se aspira a construir, más pronto que tarde.