Jon ORMAZABAL

El Bizkaia será ese lugar en el que se crucen el siglo y el segundo

Aimar Olaizola, a sus 38 años, y Jokin Altuna, con 22, buscan la txapela en una final tan inesperada como atractiva. En su décima finalde la distancia, el de Goizueta busca su quinto título, mientras que el de Amezketa se estrena tras su victoria en el Cuatro y Medio.

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Un Bizkaia a rebosar se convertirá esta tarde, en torno a las 18.15 horas, en ese lugar en el que se cruzan el siglo y el segundo, como canta Ruper Ordorika poniendo música a los versos de Joseba Sarrionandia. Y es que, este Manomanista de 2018 se cerrará hoy con una final que parece tan anacrónica como atractiva, con dos pelotaris que parecen haber parado y adelantado el reloj biológico que a cada uno corresponde.

Y es que, con 16 años, cuatro meses y seis días de diferencia entre ambos aspirantes, la de esta tarde en el frontón de Miribilla es la segunda final con mayor desequilibrio entre los dos contendientes. Habría que retrasarse hasta 1946, casi a la prehistoria del Manomanista, para encontrarse una con mayor desequilibrio, la disputada por Atano III y José Luis Akarregi en el Astelena de Eibar, en la que el azkoitiarra se caló su cuarta txapela contando con 19 años más que su rival.

En aquel entonces, el mito guipuzcoano contaba con 42 años, con lo que se convirtió en el pelotari más longevo en hacerse con el título más codiciado, ya que en su siguiente intento, ya con 44, cayó derrotado ante Miguel Gallastegi en el Muncipal de Bergara. De esta manera, Aimar Olaizola aspira a convertirse en el segundo pelotari en cuanto a longevidad dentro del palmarés, empatado con otro mito de nuestro deporte, Julián Retegi, que se hizo con su decimoprimera txapela en 1993, venciendo a Galarza en la final de Anoeta en ese citado año.

Pero dándole la vuelta al reloj, el propio Atano III tenía 22 años el 1 de enero de 1927, cuando se caló su primera txapela cuando desposeyó del título a Mondragonés, la misma edad con la que buscará su primer entorchado Jokin Altuna, una marca de precocidad que batieron Iker Irribarria y Rubén Beloki, pero que sigue siendo muy significativa.

Y todo muy en el aire

Y precisamente esas antípodas generacionales entre los dos contendientes son uno de los aspectos más atractivos de la final de este año, porque siendo todo eso real, la de hoy se presenta como una de las finales más equilibradas y atractivas de los últimos años.

Tal es así que, mientras los dos últimos años se llegó al día de la elección con 400-500 localidades aún por vender, este año el aforo del faraónico Bizkaia está completo a las pocas horas de confirmarse la identidad de los dos finalistas.

A ello ha colaborado, sin duda, la imposibilidad de realizar un pronóstico certero sobre lo que va a suceder, hasta el punto de que, según desveló el veterano corredor Benjamín Lazkano, hasta hay gente que está esperando a ver qué color marca la chapa del juez que otorga el primer saque para realizar sus apuestas. «Es una cosa que últimamente influye muchísimo además. Anteriormente no cambiaba nada en absoluto, pero ahora hay muchísima gente que está esperando a que se eche la chapa para inclinarse a ese lado. En ese sentido, estoy muy de acuerdo con aquellos que han comentado que prefieren tener en su mano el primer saque que al mejor botillero. El saque es primordial, arrancas igual con cinco o seis tantos de ventaja y eso da mucha moral al pelotari y al otro le cuesta mucho remontar», analizó.

No es, ni mucho menos, el único que piense de esa manera, ya que incluso los dos pelotaris pusieron mucho énfasis en el primer pelotazo en su última aparición pública, una elección de material sin ninguna queja que tuvo lugar el jueves. De hecho, Aimar Olaizola llegó a afirmar que un 60% de la final se dilucidará en el saque.

Así lo ha sido, al menos, en el transcurrir de ambos por un campeonato en el que ninguno de los dos entraba en las quinielas de los pelotazales, pero que se han ganado a pulso estar hoy en el duelo final por la txapela, especialmente en el caso de Jokin Altuna, que ha dejado fuera de competición a dos grandes favoritos como Mikel Urrutikoetxea y Joseba Ezkurdia.

En principio, hoy no tendrá a un rival tan superior en cuanto a golpe, no se pronostica que ninguno de los dos contendientes pueda romper el equilibrio a su favor a pelotazos, pero sí que en teoría Aimar Olaizola trate de jugarle largo, incluso a bote, para tenerle lo más lejos posible del frontis. Ya lo hizo en semifinales ante Danel Elezkano, al que, neutralizando su saque-remate, le dejó sin respuesta hace dos semanas en el Labrit.

También hay quien afirma, no sin razón, que una de las estrategias del goizuetarra puede ser la de alargar y endurecer el partido. Entre ellos está el cuatro veces campeón y técnico de Asegarce, Rubén Beloki, quien pronosticó que «un partido rápido, de unos 200 pelotazos, puede beneficiar a Jokin Altuna, mientras que si la final se alarga y entra en juego el físico, Aimar puede tener mucho adelantado».

Pero todo esto no son más que conjeturas, porque si hay una razón que ha conseguido que la expectación de hoy sea máxima, esa es la magia que desprenden los dos pelotaris que medirán sus fuerzas. Se ha hablado de maestro y alumno aventajado, porque probablemente el amezketarra sea el pelotari del cuadro que más se parece al de Goizueta, un pelotari que, pase lo que pase, se ha ganado un capítulo propio en la historia de nuestro deporte.

Los dos tienen clase para regalar, sus mentes son dos de las más privilegiadas del cuadro y habitualmente siempre son capaces de acercarse a su mejor nivel en citas tan importantes como la de hoy. Que así sea.