Las camisetas blancas con el lema «Altsasukoak aske» eran parte del paisaje en las calles del centro de Iruñea. La multitudinaria manifestación de ayer dejo imágenes que quedarán granadas en el recuerdo. Y entre banderas de diferentes partes del Estado que compartían paisaje con ikurriñas y banderas de Nafarroa llamaba la atención la cantidad de grupos de jóvenes que se sumaban al clamor por la libertad de los de Altsasu.
Muchos de esos chavales y chavalas tenían la de ayer como su primera manifestación. Otros ya habían salido a la calle el pasado 14 de abril, en vísperas de un juicio que ha consumado el despropósito contra los jóvenes altsasuarras. A la mayoría de los consultados por GARA les costaba hablar ante la grabadora, aunque terminaban animándose empujados por la causa que los llevó a Iruñea.
Ekiñe e Irune tienen 16 años y son del barrio iruindarra de Azpilagaña, que paró sus fiestas durante la manifestación. «No quieren dejarnos en paz, pero la gente ha respondido con solidaridad porque esto es una gran injusticia», expresan cuando les preguntamos por las razones que han llevado a muchos jóvenes movilizarse estos últimos meses. Sus emociones varían entre la satisfacción por la inmensa muestra de solidaridad que supuso la marcha de ayer y la indignación por la causa que les lleva a manifestarse. «Y es que no tendríamos que estar aquí», constatan.
A pocos metros nos encontramos con una cuadrilla que viene precisamente de Sakana. El encarcelamiento de sus vecinos ha golpeado a Altsasu y a municipios cercanos. Ha generado una ola de solidaridad no vista en mucho tiempo y su presencia ayer en Iruñea es muestra de ello, según nos relatan Maitane, Eider y Ander. También ellos tienen 16 años y volvían a Iruñea de nuevo después de la movilización de abril. «Nos tocó muy cerca lo ocurrido en Altsasu. Lo que está pasando es una injusticia, no tiene ningún sentido y no podemos quedarnos parados», afirman.
Al final del recorrido, a punto de comenzar el acto final, Oier y Saioa nos cuentan que vienen de Goierri. Acuden en autobús entre jóvenes de su edad y gente más mayor. También es una de sus primeras movilizaciones, aunque Saioa recuerda que participó en las movilizaciones del pasado 8 de marzo. Incredulidad es lo que sienten ante lo sucedido con los jóvenes de Altsasu desde octubre de 2016 y señalan que podían haber sido ellos pues lo sucedido no responde a razón. «Que una pelea de bar haya terminado en largas condenas de prisión…», declaran sin poder terminar la frase. Y es que todo ya ha quedado dicho a estas alturas, pero el castigo de la cárcel sigue.