Ventanas de oportunidad, o mejor aún puertas de salida. Es lo que buscan las naciones sin Estado en un contexto global muy alterado y vertiginoso. Que se le pregunten a Escocia e Irlanda, representadas en esta mesa redonda de Bilbo por el analista Robin Mc Alpine y el exalcalde de Belfast Mairtin O Muilleuir, dado que han encontrado en el inesperado Brexit un acicate para sus respectivos procesos.
La decisión tomada mayoritariamente por Inglaterra y Gales ha venido a sincronizar sus relojes con las urnas en el horizonte, para la independencia en el caso escocés o la unión en el irlandés. Y el Estado español también hubiera tenido un buen problema si el punto álgido del proceso catalán hubiese coincidido con una mayor efervescencia en Euskal Herria, como ha admitido Arnaldo Otegi.
Esa opción de doble frente sigue abierta para el futuro, porque las demandas de ambos pueblos continúan ahí. Es más, tras ver la respuesta de la UE en el caso catalán el coordinador general de EH Bildu ve muy conveniente buscar sinergias con otras naciones de Europa. Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, ha recogido el guante coincidiendo en que «el Estado español no hubiera podido sostener dos pulsos a la vez» y recordando que en el siglo XVII, cuando se le acumularon los frentes catalán y portugués, Madrid no pudo retener a Portugal.
Esta ha sido una de las ideas novedosas de la última mesa redonda dentro de las jornadas de EH Bildu celebradas ayer y hoy en Bilbo, con el Estado vasco como horizonte. Junto a Otegi y Paluzie se han sentado otras dos personas muy referenciales: el escocés Robin Mc Alpine, director de Common Weal, «think tank» clave en el proceso escocés; y Mairtin O Muilleuir, exalcalde de Belfast y actualmente parlamentario por Sinn Féin.
Todos han pintado un panorama realista, en el que se aprecian los avances de estas últimas décadas pero se advierten también las dificultades, y sobre todo se recalca la clave de que hay que ganar voluntades populares, mayorías. «51%» ha sido una de las expresiones más repetidas. McAlpine lo ve plenamente posible en Escocia: «En 2014 nos faltó solo explicar cómo íbamos del voto a la independencia, cómo se construía un Estado».
O Muilleuir ha puesto sobre la mesa la demanda de un referéndum sobre la unidad de Irlanda en los próximos cinco años y ha asegurado que «antes del Brexit pensaba que no tendríamos mayoría, pero ahora ha cambiado todo. Si vais a Belfast o Derry, la gente está hablando todos los días de la unidad de Irlanda».
Otegi advierte en las movilizaciones de estos meses por los derechos de la mujer, las pensiones o el caso Altsasu «una reactivación del país, creo que podemos estar entrando en otra fase». Y Paluzie ha indicado que «no nos vamos a hundir en el desánimo. Hay que aprovechar la oportunidad cuando salga, no supimos hacerlo del 1 al 10 de octubre».
A las dinámicas de cada país se suman tendencias globales que también les suscitan cierto optimismo. Para el asesor escocés, existe una inercia generalizada hacia la descentralización, porque «la gente no cree que haya un mecanismo único para todo. Y la independencia no es anarquía, es democracia, aunque la economía eso no lo entienda».
Otegi aprecia también algunas luces en fenómenos globales como el rechazo a las elites, aunque en este momento estén capitalizándolo movimientos de ultraderecha. En la mesa se ha entablado un curioso juego de dobles parejas. Mientras O Muilleuir y Mc Alpine, especialmente este último, han incidido en el declive del Reino Unido, Paluzie y Otegi han llamado la atención sobre la deriva del Estado español, quizás aún más terrible.
El líder de EH Bildu ha recordado que en el patio de la prisión de Logroño ya elucubraban sobre la necesidad de Madrid de construirse un nuevo enemigo después de ETA «para no disolverse. Entonces pensábamos que sería la inmigración, o el yihadismo, pero ha terminado siéndolo Catalunya. No hay más que ver que han trasladado allí todo el andamiaje que usaban en Euskal Herria, aunque hoy le llamen sedición y rebelión, pero es lo mismo».