Ramón SOLA

El combatiente forzoso navarro que acabó enterrado en Gernika 81 años

La tenacidad de los descendientes rescata historias de víctimas de 1936 que amenazaban con perderse para siempre. Como la de Valentín Romeo Sagüés; según se ha descubierto ahora, encarcelado tras el golpe de Estado, liberado para mandarlo al frente como combatiente forzoso y muerto poco después en Bizkargi con solo 20 años. Le dieron tierra en Gernika, donde se han hallado sus restos. Serán inhumados para que reposen en Mendabia, donde nació.

La historia de Valentín Romeo Sagüés quizás sea una tragedia más entre muchos miles de la guerra de 1936, pero el recorrido que ha llevado a reconstruirla (todavía de modo incompleto) y a hallar sus restos constituye toda una odisea. Lo ha rescatado del olvido eterno la insistencia de personas como Maru Mangado, de quien Valentín era tío-abuelo. Mangado es una de esas activistas de la memoria que invierten tiempo y energías en sacar de las tinieblas lo que las instituciones franquistas enterraron y las posfranquistas dejaron tapado. Sus nervios antes de acudir ayer al cementerio de Gernika estaban bien justificados. Fue una mañana de lágrimas tras una noche sin dormir. Y un objetivo cumplido a medias al final; antes de inhumar los restos habrá que confirmar la identificación.

La sombra de ese vacío perduraba en la familia, pero Mangado no estaba rastreando eso cuando halló el hilo que ha acabado destejiendo la madeja. «Me interesaba por los fusilados en Lerín, mi pueblo, y para eso miré las listas de presos en Pamplona, que es lo que solemos hacer en estos casos. Allí encontré uno que tenía los apellidos de mi abuela, Romeo Sagüés. A mi padre le sonaba haber oído algo. Me puse a investigar. Y una tía llamada Angelita Mangado Romeo, que tiene 91 años y era sobrina de Valentín, nos contó que recordaba haber visto en su casa a su madre y su abuela preparando comida para llevarle a la cárcel, e incluso acompañarles hasta allí. Hasta que un día le dijeron que Valentín ya no estaba, que lo habían mandado a Bilbao de soldado». No volvería a casa.

Un abuelo de Maru Mangado, cuñado del hasta ahora desaparecido, añadió algún dato. Fue a buscarlo a Bizkaia. Le dijeron que había muerto en batalla, aunque sin darle más detalles de su paradero. Este hombre, por cierto, fue represaliado también por el franquismo; su camión fue requisado. Poco más se podía rascar de la familia tras ocho décadas en que para los perdedores lo más seguro era no hablar... y hasta no saber.

«Al frente o al fuerte»

Todo lo anterior permitió a Maru Mangado avanzar en esta emotiva indagación. Por una nota en un ejemplar del BOE de 1940 supo que al padre de Valentín le pagaban una pensión por su muerte e incluso pudo hallar la fecha: 10 de mayo de 1937, batalla del Bizkargi, apenas dos semanas después del bombardeo de Gernika.

La ficha militar aparecida en el archivo fue aún más sorprendente: reveló que había sido enviado a primera línea de combate como soldado del Regimiento América 23, segundo batallón, tras sacarlo de prisión con una orden firmada por el gobernador militar franquista, exactamente el 27 de enero de 1937. Solo viviría ya tres meses y medio.

«Al frente o al fuerte», era una de las expresiones que recuerdan quienes fueron sometidos a aquella tesitura y pudieron elegir (quizás en este caso ni eso). El fuerte era el penal de Ezkaba, sinónimo de muerte por hambre o tuberculosis, del que en mayo de 1938 escaparían más de 200 hombres, casi todos abatidos como conejos antes de llegar siquiera a Iruñea. Valentín Romeo no estaba encarcelado en la tétrica cumbre, sino en la llamada Cárcel Provincial ubicada en la ciudad, la misma que estuvo abierta hasta 2012.

¿Por qué había sido encarcelado? Es uno de los puntos que la familia aún no ha podido determinar. Pero se sabe que ingresó en prisión el 22 de julio de 1936, apenas cuatro días después del golpe de Estado franquista, y junto a otras doce personas, lo que apunta claramente a represión política. ¿Pertenecía a alguna organización este joven definido como jornalero en algún documento y como herrador en otros? Se desconoce también.

Como si fuera una revancha del destino, el Regimiento América no era un nombre desconocido para la sobrina-nieta. Maru Mangado fue en 2014 una de las impulsoras de la campaña contra la exposición que honró a este destacamento en Iruñea. Entregaron al Defensor del Pueblo navarro 23.000 firmas contra esa apología del franquismo.

Entonces no podía imaginar siquiera que su tío-abuelo había muerto ¿luchando? en esas tropas. El destino final de los combatientes forzosos resulta especialmente difícil de seguir, pero la práctica era más habitual de lo que se pudiera creer; un trabajo del historiador James Matthews estima que el bando franquista pudo movilizar a 1,2 millones de hombres de modo forzado frente a solo 100.000 voluntarios, y para tal contigente no dudó siquiera en utilizar a presos de ideología contraria.

El caso es que Valentín Romeo Sagüés, recluta a la fuerza según todos los datos de esta historia ocultada ocho décadas, ha aparecido finalmente no solo en el Libro de los Caídos de Navarra y en una inscripción en el Monumento del mismo nombre en Iruñea. Tirando de la pista del Bizkargi se ha acabado llegando hasta sus restos, enterrados en una cripta-mausoleo en el vecino cementerio de Gernika junto a otras decenas de muertos en la batalla. Hubo un punto final de suspense añadido, porque en la inscripción el apellido está cambiado: Romero en vez de Romeo.

Pruebas de ADN

Mangado y otros familiares acudieron ayer a Gernika embargados por la emoción. Sin embargo, la inhumación tendrá que esperar un poco más. Los restos del nicho 57 estaban algo desplazados de sitio, lo que podía llevar a confusión entre dos de los allí enterrados. Así que han tomado muestras de ambos para asegurar la identificación. Un mes más de espera no es nada frente a 81 años.

Tras la inhumación, el siguiente paso será enterrar esos restos en Mendabia, la localidad familiar y en la que Valentín nació. En este caso ha sido el padrón de Iruñea de 1930 quien revive la historia. Valentín había nacido en esa localidad de la Ribera estellesa el 26 de mayo de 1916 y tenía solo siete años cuando se vino a vivir a Iruñea con sus padres –Fermín Romeo Rada y Francisca Sagüés Zalduendo, ella natural de San Adrián–, justo en el cuarto piso del número 40 de la calle San Gregorio.

Era el último de cinco hermanos: el nombre de uno de ellos, Córdalo, también sonaba a la generación actual, a la que ha llegado el detalle de que Valentín dormía con él y tenía un arma bajo la cama. Piezas sueltas para un puzzle aún por completar.