La Inteligencia Artificial, es decir, los ordenadores, programaron una final Alemania-Brasil, reforzando con su error aquello que sostenía el novelista y cineasta Jean Cocteau de que «nadie puede engañar el deporte, pues el deporte exige, sobre todo, un gran trabajo espiritual». Espíritu de equipo es lo que trasladó Francia al césped para salir campeona mundial por segunda vez en su historia. Lo hizo en la Copa del Mundo mejor de la historia, según palabras del presidente de la FIFA, Gianni Infantino; el Mundial jugado en la Rusia de Vladimir Putin, al que Manu Carreño felicitó desde su atalaya de narrador en Telecinco; la cita mundialista de ‘Manchukic’ o ‘Dexan’, de ‘ese Mbappé’ o ‘ese Hazard’, de ‘Enry Kan’ que no Harry Kane, o ‘Eroski’ en lugar del ruso Erokhin; el Mundialísimo que nos legó al belga Batshuayi golpeando el balón contra el poste y de rebote en su cara, la libélula que se tragó Lloris, a aquel iraní que incluyó la voltereta en su saque de banda, las ‘piscinas’ virales de Neymar, a Maradona ‘medicado’ en el palco, el «Rusia o Coca-Cola» del colegiado argentino Pitana para que los capitanes de la final eligieran cara o cruz, la única parada de De Gea o a Giroud disparando a portería vacía durante la celebración del título... y estrellando el balón en el poste...
Bélgica acabó el Mundial como la selección más anotadora, con 16 tantos, en tanto que el croata Ivan Perisic terminó como el jugador que más distancia recorrió, con 72,54 kilómetros, Thibaus Courtois el que más paradas realizó, 27, y Sergio Ramos el que más pases completó, con 485. Hasta 19 goles hubo en los tiempos de prolongación, un solo 0-0 lo que no sucedía desde 1954, unos 47.000 espectadores de media en los estadios rusos, y la estrella en ciernes, Kylian Mbappé, que marcó en una final con solo 19 años, el más joven de la historia tras los 17 de Pelé en Suecia´58. «Si Kylian sigue igualando mis registros de esta manera, es posible que tenga que quitar el polvo nuevamente a mis botas», tuiteó la leyenda brasileña. «Tengo una historia que escribir, esto es solo el comienzo. Tengo la intención de ir más allá», avisa el francés. «Siempre dije que no no quería estar solo de paso por el fútbol», añade el del PSG.
Messi, Neymar y Cristiano Ronaldo se fueron por la puerta de atrás del Mundial, como España, Argentina o Alemania. Modric, Rakitic, Griezmann, Mbappé, Hazard, De Bruyne se coronaron, entre otros, en la Copa en que se revelaron los Trippier, Rebic, Perisic, Pavard, Cheryshev o Meunier, por no hablar del portero inglés Pickford. Nos defraudó Brasil, pero todos fuimos un poco uruguayos, hasta Griezmann o Grizou –el bleu que más kilómetros corrió ante Croacia–, enfundado en la bandera de su mentor Diego Godín en la rueda de prensa posterior al título.
El Mundial del VAR, utilizado en más 400 ocasiones, incluida la final, con un 99,2% de acierto, según la FIFA. Nunca se pitaron tantos penaltis (29), ni se marcaron tantos goles a balón parado (70, casi un 42%, 30 de ellos de saques de esquina). Como aventuró el gran Matt Le Tissier sobre su incidencia en las jugadas de estrategia al área, «el VAR hará que los defensores sean defensores, no luchadores».
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Putin y Macron, campeones en la sombra
Bélgica festejó en olor de multidudes su tercer puesto en Rusia con un fiestón liderado por Eden Hazard en modo DJ, mientras Croacia fue homenajeada ayer en Zagreb por unas cien mil personas como si fuera la campeona. Francia también lo celebró por todo lo alto el mismo domingo, tanto que en algunas ciudades se les fue de las manos y casi 300 personas fueron detenidas, la mayoría en París, aunque también en Lyon y Marsella, tras los duros altercados con la Policía y entre propios aficionados. Pero para saber quién ha salido realmente victorioso del Mundial habrá que tirar del VAR, toda vez que algunos analistas señalan a Vladimir Putin y a Enmanuel Macron como los vencedores en la sombra. Hasta Donald Trump felicitó al mandamás ruso por un Mundial que ha hecho olvidar la lacra del dopaje sobre el deporte ruso y ha hecho cantar a los miles de visitantes las bondades del país, sus gentes y hasta su policía. Todo han sido sonrisas, salvo la irrupción el domingo de las punk Pussy Riot reclamando libertad para los presos políticos. Putin acudió al partido inaugural y a la final; no le hizo falta más para salir victorioso. Lo mismo que Macron, desatado en la tribuna de jefes de estado con los goles de Les Bleus, recordando aquella mítica estampa del anciano Sandro Pertini en la final del Bernabéu del Mundial´82. El inquilino del Elíseo no ha dudado en acaparar las celebraciones posteriores de su selección hasta el día de ayer. Y ya puestos en arena, qué decir de la presidenta croata Kolinda Grabar-Kitarovic, enfundada en su camiseta ajedrezada, ganándose las simpatías de medio mundo abrazando a los jugadores en el vestuario o bajo el diluvio de la entrega de premios... salvo para aquellos que conocen su política derechosa y ultracatólica en el país balcánico. París fue ayer una fiesta a sus héroes, entre ellos, 16 africanos o hijos de africanos, campeones de un torneo durante el que más de 600 migrantes del continente negro se ahogaron en el Mediterráneo. Los perdedores.J.V.