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Mujeres violadas en la guerra de Kosovo, víctimas de la ley de silencio

Miles de mujeres fueron violadas en la guerra en Kosovo, pero estigmatizadas no reclamarán la indemnización a la que tienen derecho, en un país donde la violación es todavía una mancha en el honor familiar.

Las organizaciones de derechos humanos creen que durante la guerra en Kosovo (1998-1999) fueron violadas cerca de 20.000 mujeres y niñas. Pero en un país donde la violación es considerada una mancha en el honor de la familia, la cultura del silencio hace imposible conocer la cifra exacta de víctimas. Desde que en febrero de 2018 se comenzó a indemnizar con 230 euros mensuales –cerca del 90% del salario medio de una mujer– a las víctimas de violación durante la guerra, sólo 600 mujeres han solicitado esa indemnización. Y sólo se han aceptado 115.

Es el caso de Z., una mujer de 41 años que se retuerce las manos mientras recuerda cómo en mayo de 1999, un mes antes del fin de la guerra y cuando tenía 22 años, fue secuestrada junto a su hermana adolescente por las fuerzas serbias y llevadas a una localidad de mayoría serbia, donde fueron violadas repetidamente en un almacén agrícola.

«Fue el primer reconocimiento institucional de que soy una víctima de la guerra», señala.

Pese a que la identidad de quienes solicitan la indemnización es confidencial, el estigma de la violación hace que muchas permanezcan en la sombra.

«Las mujeres violadas están consideradas ‘persona non grata’ en sus familias y, por ende, en la sociedad», explica la sicóloga Selvije Izeti-Çarkaxhiu.

Además, la cultura de la vergüenza les impide hablar abiertamente de su trauma o buscar justicia. «Existe un tabú del silencio tan potente como la omertà», asegura Behxhet Shala, director del Consejo para la Defensa de los Derechos Humanos y las Libertades de Kosovo.

Antes de disolverse, en 2017, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia sólo había condenado a tres altos responsables serbios por utilizar los abusos sexuales como instrumento de limpieza étnica. En Kosovo, los tribunales todavía no han condenado a nadie.

«El aislamiento y el silencio solo ayudan a los violadores», dice Feride Rushiti, directora del Centro de Rehabilitación de las Víctimas de Tortura en Kosovo.

Z. aún espera su primer cheque, pero sobre todo espera que llegue el día en que la sociedad ya no les culpe. «Solo estaré en paz cuando me sienta libre de decir públicamente que fui una de las mujeres violadas y que no deberían tratarme como culpable, sino como a una persona a la que pedir perdón», subraya.