El gigante comeniños ataca de nuevo en el centro de Gasteiz
Estén alerta. Estos días hay un gigante comeniños en el centro de Gasteiz. Va vestido de casero, con txapela incluida, y se encuentra cerca de la plaza de la Provincia, en la parte trasera del Palacio Foral. Se espera que continúe devorando pequeños durante los próximos días, al menos hasta el jueves, cuando finalizan las fiestas de La Blanca. Ese día se irá, al igual que Celedón, y volverá a la capital alavesa dentro de un año, dispuesto a expulsar por su trasero a todos aquellos que se atrevan a adentrarse en su oscuro interior. Pero no tengan miedo, los niños y niñas que bajan por su garganta salen vivos, sin magulladuras, y con una sonrisa en el rostro. Señal de que no han sufrido ningún daño.
Hablo del Gargantúa, ese gigante bonachón que llegó a la capital alavesa en 1923, y desde entonces reúne a año tras año a un buen número de incondicionales. Tirarse por su tobogán se ha convertido en una tradición que pasa de padres a hijos. Aunque un ritual festivo que no siempre es bien recibido. Incluso yo recuerdo que al principio no me daba buen rollo eso de meterme por la boca de un muñeco para acabar saliendo por su culo. Algunos recelan y otros se echan a llorar en último momento, pensando en que se pueda tratar de una trampa, como cuando te dicen que te lo vas a pasar bien el primer día de ikastola. Pero la desconfianza inicial se disipa cuando vuelven a poner los pies en el suelo. En ese momento son los aitas y las amas las que tiene que estar atentas a ver dónde se ha metido la prole, que a buen seguro habrá echado a correr para ponerse de nuevo en la fila.
No hay duda de que al Gargantúa le queda una larga vida en Gasteiz y en otras localidades de Euskal Herria. Es una atracción que nunca falla. No corre el riesgo de pasar a mejor vida, anulado por el avance de las nuevas tecnologías. Él juega en otra liga, una de cartón piedra, en la que solo pueden entrar los gigantes, los cabezudos y el muñeco de Celedón.