Por quinta temporada consecutiva, el Eibar forma parte de la elite. Sin sentirse fuera de lugar, ni monopolizar las quinielas de candidatos al descenso, con un proyecto consolidado y en crecimiento hasta ahora imparable. Con jugadores a los que se admira también fuera de Ipurua, proyectos impensables en tiempos no muy lejanos, una repercusión mediática que aún sigue sorprendiendo a los locales y todo el oropel de ese mundo irreal que es el fútbol profesional de primer nivel.
Pero si se mira al otro lado de la cortina de lentejuelas, todo sigue igual. Se restringe a la grada la libertad de soñar, o rogar a la instancia que cada uno estime oportuna, mientras en el club se sigue dando con el mazo que, a fin de cuentas, es lo que ha traído al Eibar a este punto. Bien podría ser el lema de la entidad, muy por encima del famoso «another footbal is possible», tan de escuela de marketing y al que a veces cuesta encontrarle sentido, incluso para el Eibar.
Los pies en la tierra también podría valer. Porque los azulgranas son conscientes de que, aunque los millones sigan entrando en Ipurua como nunca se habría podido soñar, el Eibar sigue en el grupo de los más modestos. Y aunque el dinero no lo es todo, como tantas veces ha demostrado el propio equipo eibarrés, las diferencias entre presupuesto inicial y clasificación final suelen ser escasas.
Así que, por muy buenos que hayan sido los resultados en los últimos años –14º, 10º y 9º en la tabla–, Ipurua sigue fiel a otro de sus lemas: el objetivo, el único, es la permanencia. Y se busca con lealtad a otra de las normas de la casa, mirando cada euro que sale. De nuevo menos que los que entran. Siete millones ha ingresado por los traspasos de Capa y Alejo un Eibar que ha gastado menos de cuatro en la contratación de Sergio Álvarez y ha completado su nómina de refuerzos con dos cesiones con opción de compra (Cardona, Bigas) y un jugador libre (José Antonio Martínez, cedido después al Granada).
Pocas novedades en un equipo que recupera a Gálvez, Calavera, Bebé, Pere Milla y Hervías –habrá que ver aún si todos tienen sitio–, cedidos la pasada temporada. Y que pese a sufrir la marcha de Dani García, Capa e Inui, jugadores importantes en lo deportivo y los dos primeros en lo emocional –eran los últimos supervivientes del equipo que llegó a Primera– es el más continuista de los últimos años: doce de los quince futbolistas que más minutos disputaron la pasada Liga siguen aquí. Y hay que añadir a Pedro León y Yoel, a los que el curso se les fue prácticamente en blanco.
Y al frente de todos ellos José Luis Mendilibar, que dirigirá por cuarto año consecutivo al equipo al que ha llevado a lo más alto con un estilo que también se ha convertido ya en marca de la casa.