El desfile festivo arrancó puntual, en el simbólico puente de San Anton, donde la txupinera saliente, la comparsera de Askapeña Ane Ortiz, lanzó su último cohete con la percha antes de pasar el testigo a Saioa Domínguez. La comparsera de Aixeberri acudió del brazo de quien será su compañero inseparable durante nueve días, Zorion Egileor.
Abriendo la marcha decenas de gaiteros, la comitiva se adentró en el Casco Viejo bilbaino encabezada por el pregonero y la txupinera, así como miembros de la Comisión Mixta de Fiestas, recibiendo el cariño de quienes ocupaban las calles. En uno de los descansos para recuperar líquidos, Domínguez tuvo la oportunidad de ir a ver cómo estaba su hijo pequeño, de poco más de un año. El txiki, a bordo de una silla que portaba una camiseta de la comparsa de su madre, la siguió. Luego, la txupinera comentó que piensa «vivir a tope» la fiesta a pesar de que le sigue dando de mamar a su hijo. Confesó que «todo el mundo se está volcando conmigo para que pueda disfrutar».
No fue el único vehículo que siguió los pasos de la txupinera. Sus compañeros de Aixeberri llevaron una silla de rueda y una muleta por si Domínguez la necesitaba. El viernes, explicó, se torció un tobillo y, aunque reconoció que se encontraba bien, por precaución le llevaron la silla de ruedas con un cartel en el que se podía leer «txupi movil».