Karlos ZURUTUZA
LONDRES
Entrevista
HYRBYAIR MARRI
LÍDER NACIONALISTA BALUCHE

Hyrbyair Marri: «Donald Trump habla un idioma que Pakistán entiende»

Uno de los principales líderes de Baluchistán habla con GARA sobre la situación de su pueblo y su papel en el complejo tablero de Asia Central. «Vivimos bajo una ocupación, y aquellos que empuñan las armas no hacen sino defender su tierra», esgrime Hyrbyair Marri.

La cita es en un restaurante iraní al oeste de Londres. Hyrbyair Marri (Quetta, 1968) habla sobre su tierra y sus explotadores. Baluchistán, un territorio del tamaño del Estado francés, permanece dividido por las fronteras de Pakistán, Afganistán e Irán; esas son las líneas trazadas por las fallas entre antiguos imperios, principalmente el británico y el ruso, y potencias regionales como Irán o Pakistán. El repaso global a los movimientos de liberación es inevitable, y Marri pone sobre la mesa dos referentes que nos ayudarán a entender las líneas principales de su discurso: dice que recuerda, «de forma muy clara, y con inmensa tristeza», la muerte en 1996 de Dzhojar Dudayev (primer presidente de la Chechenia independiente tras el colapso de la URSS) y el arresto de Abdullah Oçalan en 1999. Marri habla alto y sin descanso, como embriagado por los sorbos al suero de yogur entre platos.

«Vivimos tiempos de cambios», repite en más de una ocasión mientras se le enfría la cena. Tras el postre (baclava), y ya con el té, ponemos la grabadora en marcha.

Hay quien habla de «segunda transición» tras las recientes elecciones en Pakistán –celebradas el 25 de julio–: el Gobierno ha sido traspasado por segunda vez a un civil tras el mandato del general Pervez Musharraf. Ustedes, sin embargo, llamaron al boicot.

Es un secreto a voces que las elecciones han sido manipuladas por el Ejército, quien, a su vez, trae a Imran Khan (primer ministro) de la mano. Khan ha denunciado en más de una ocasión el sufrimiento del pueblo baluche, pero veo muy improbable que haga algo al respecto. El Ejército necesita de un escenario volátil, que es lo que le garantiza ayudas y fondos desde el exterior. Eso es con lo que chantajea a Occidente, y es esa misma inestabilidad la que hace que el pueblo acuda a Gobierno en busca de protección. Luego echarán la culpa a India, a Afganistán o a Washington… mientras seguirán con la mano extendida para recibir ayudas. Ese es el modus operandi de Pakistán, desde los tiempos de los soviéticos hasta el extremismo radical que ellos mismos alimentan. Hacen estragos en Afganistán, al que consideran un campo de pruebas para políticas y grupos extremistas a los que patrocinan, como los talibán o el Estado Islámico (ISIS).

¿El «Estado profundo» no ha desaparecido en Pakistán?

Están controlándolo todo más eficazmente que antes, desde la Jefatura de Gobierno hasta los consejos locales. Piense que, en marzo de este año, crearon un nuevo partido, el Balochistan Awami Party (BAP) en Baluchistán y se han hecho con el control de todo. Estas son algunas de las marionetas del Ejército. No habrá ni ‘segunda transición’ ni cambios en la política. Todos los que participaron en las elecciones son títeres de los militares, por eso llamamos al boicot.

Sin embargo, hay otros clanes baluches como el de los Mengal que han participado en las elecciones con su líder, Ahtar Mengal, a la cabeza. ¿Qué opina al respecto?

Son los grandes intereses de la gente ‘grande’, no del pueblo. Aún cuando nuestro tejido social ha sido destruido por Pakistán y nuestra identidad está bajo seria amenaza, hay baluches codiciosos que participan en las elecciones en busca de un nombre, un estatus, propiedades…No les importan las personas, sólo ellos mismos. Las elecciones no son el objetivo sino la lucha contra la ocupación hasta conseguir un Estado baluche independiente. Para ello, debemos permanecer unidos. Los ingleses utilizaron ya esas políticas de división fomentando el odio entre nosotros, y algunos siguen atrapados en esa trampa.

¿Cuáles son las líneas generales de la situación actual de su pueblo en Pakistán?

Pakistán ha ocupado Baluchistán durante 70 años y, a día de hoy, es la provincia más pobre, menos desarrollada, la de los índices de analfabetismo más altos… Nos condenan a la indigencia para que nos concentremos únicamente en sobrevivir y no pensemos en conceptos como el de la independencia. Nuestra tierra es rica; tenemos gas, petróleo, uranio y más oro que Sudáfrica. Son billones de dólares que van al Ejército y a la élite pakistaní mientras nosotros nos morimos de hambre. Súmele a todo eso la represión más brutal, como las políticas de ‘matar y desechar’.

Hay más de 18.000 desaparecidos y se trata de algo que se lleva a cabo de forma sistemática desde los años 50, aunque nadie entonces sabía lo que ocurría realmente. En los años 70, estando yo en Helmand (Afganistán) vi una lista de Marris desaparecidos y eran más de 3.000. Paradójicamente, eran los años en los que desertores del Ejército pakistaní, muchos de los cuales habían participado en operaciones contra nuestro pueblo, pedían asilo político en Alemania alegando que eran baluches. Hoy, cuando matan y descuartizan los cadáveres para provocar el terror entre la gente han llegado a decir que ha sido la Inteligencia india; ni siquiera saben cómo mentir…

Islamabad le acusa de apoyar, e incluso liderar movimientos armados como el BLA (Ejército de Liberación Baluchistán), que atentan contra intereses del Gobierno pakistaní.

Lo cierto es que ni siquiera podemos hablar de una ‘lucha armada’ como tal. Vivimos bajo una ocupación y aquellos que empuñan las armas no hacen sino defender su tierra, algo que legitima el propio Derecho Internacional.

Habla usted de un Estado propio independiente. ¿Cuál sería su modelo?

Hemos visto intentos de importar o exportar a países africanos o a América Latina modelos supuestamente democráticos, comunismo, socialismo… pero sin éxito. Necesitamos un modelo que parta de la premisa de ‘un individuo, un voto’, pero que se adapte a nuestra propia idiosincrasia; que respete las diferencias culturales y religiosas, la ecología, las libertades, los derechos humanos y los deseos de sus ciudadanos.

¿Cómo armoniza un modelo tan revolucionario para la región con alguien que es líder político y tribal al mismo tiempo como usted?

El tribalismo es parte de nuestra historia y, si este tiene algo que ofrecer a la sociedad, debemos incorporarlo. Lo que resulta imprescindible es que el poder de los sardares (líderes tribales) se reduzca a cero. Debemos respetar lo que hicieron por nuestro pueblo pero, si quieren participar en política, deberán renunciar a sus privilegios. De lo contrario contribuiremos a un modelo de Estado como el de las monarquías del Golfo y nunca avanzaríamos de esta manera.

Se han producido cambios vertiginosos desde 2011 en Oriente Medio y Norte de África. ¿Espera algo parecido en Asia Central?

Hablamos principalmente de cambios que tienen su origen en problemas sociales, de árabes explotados por árabes mientras que, en nuestro caso, se trata de una ocupación. En cualquier caso, sí que encontramos similitudes con los kurdos, con los que diría que compartimos un 95% de nuestros problemas. El sufrimiento de ambos pueblos es negado sistemáticamente por los países llamados ‘musulmanes’. Todavía no he visto a ninguno de ellos condenar las políticas de asimilación y exterminio contra kurdos y baluches; solo levantan la voz por Cachemira o los rohinyás. Si el opresor es Pakistán o Irán, si es un musulmán el que mata a tu pueblo, entonces no hay problema.

Irán, la otra potencia ocupante de su tierra parece haber salido indemne al caos en Oriente Medio de los últimos años.

Como cualquier producto artificial, Irán también tiene su fecha de caducidad. Se sustenta sobre una idea excluyente de una sociedad en la que los persas dominan y explotan a los que no lo son. Por otra parte, sus puntos de vista religiosos arcaicos le han llevado a promover el chiísmo no sólo por Oriente Medio, sino incluso en países africanos en los que ha inyectado enormes sumas de dinero para convertir a la gente y generar aliados. Esto, unido al desgaste de la lucha contra el ISIS ha dejado a Irán a las puertas de una muerte natural. No sabemos cuándo será, pero sí que ocurrirá.

¿Podría un hipotético pero cada vez más real escenario de Guerra Fría entre Washington y Pekín precipitar los acontecimientos en su región?

La presencia china en Pakistán resulta cada vez más apabullante por lo que jamás apoyaré a nadie que respalde a los explotadores de mi tierra. Los pueblos sin Estado como los baluches, los pastunes, los sindis o los kurdos deberíamos unir fuerzas para luchar activamente contra la opresión, y no conformarnos con ser meros espectadores de los acontecimientos. Por otra parte, ¿cómo puede Estados Unidos confiar en Pakistán? Islamabad está detrás de la muerte de miles de soldados de la OTAN en Afganistán; ellos financian a grupos extremistas de todos los colores. Washington necesita un aliado fiable, y nosotros lo somos. No queremos un nuevo maestro sino una relación de socios.

¿Es Trump un socio fiable?

Donald Trump tiene una visión clara de las cosas, al menos en el plano internacional. No mezcla discursos y ve a Pakistán como lo que realmente es: un Estado que siempre acaba traicionando a todos sus aliados. Trump habla desde una posición de fuerza y en un idioma que los pakistaníes entienden. Quiero pensar que eso traerá cambios a la región.

 

Una saga de insurgentes

Hyrbyair Marri es nieto de Meherullah Khan Marri, cabecilla del movimiento de resistencia baluche contra la ocupación británica, e hijo de Nawab Khair Bakhsh Marri, uno de los líderes más carismáticos y respetados que ha tenido este pueblo. Durante la década de los 80, Marri se trasladó a Afganistán durante la dictadura del general Muhammad Zia ul Haq, y regresó a Pakistán en 1992. En 1996 fue elegido miembro de la Asamblea Provincial de Baluchistán y nombrado ministro, pero acabaría optando por el exilio en Gran Bretaña, a finales de los 90. En 2007, Balach, hermano de Hyrbyair, murió en una emboscada en Afganistán en condiciones nunca esclarecidas. Aquel mismo año, Hyrbyair fue arrestado por el Gobierno británico con una orden emitida por el expresidente pakistaní Pervez Musharraf y encarcelado en Belmarsh, una prisión de máxima seguridad en el sureste de Londres. Prominentes defensores británicos de los derechos humanos hicieron campaña por Marri y acusaron al Ejecutivo británico de colaborar con el régimen de Musharraf. Marri fue finalmente absuelto en 2009 por un jurado británico y permanece en Gran Bretaña, donde se le concedió asilo en 2011. El Gobierno de Pakistán alega que Marri es el líder del Ejército de Liberación de Baluchistán, designado como una «organización terrorista» por Pakistán y el Reino Unido. Marri siempre ha negado dichas acusaciones. K. ZURUTUZA