Antoine Boudinet, el joven de Baiona que perdió su mano derecha tras estallarle una granada lanzada por la Policía el pasado 8 de diciembre en Burdeos, ha relatado los hechos a Mediabask. 

El joven cuenta que acudió a la manifestación por el cambio climático y que también participó en la protesta de los «chalecos amarillos». «Hubo enfrentamientos y todo el mundo estaba mezclado. Había una bonita solidaridad», ha relatado.

Boudinet sintió los gases lacrimógenos arrojados por la Policía y le picaban los ojos. También cuenta que habían comprado huevos en una tienda de comestibles.

Tras ello descansaron un rato en una cafetería y después se dirigieron otra vez a la movilización. Perdió a sus amigos y se acercó para ver lo que ocurría, «ya que había una barricada de fuego» junto a la parada del Ayuntamiento. En el otro lado había policías CRS que se dedicaban a repeler a los manifestantes. Boudinet se dio cuenta de que avanzó «demasiado, un poco como un idiota». En esa tesitura, dice, es «un poco difícil entender la situación y tomar la decisión correcta».

En un momento dado, prosigue su relato, vio un objeto rodando entre sus piernas, humeante. No sabía que la Policía había lanzado granadas lacrimógenas. Se agachó para recogerlo y le estalló. En un primer momento no se dio cuenta de que había perdido la mano, hasta que corrió hacia el resto de manifestantes y vio que estos le miraban asustados. En ese momento fue cuando vio su muñón y comenzó a gritar.

Antoine fue conducido por un grupo de persona adonde los CRS, que a su vez llamaron a los bomberos y le hicieron un torniquete, antes de trasladarlo al hospital.

Denuncia

El joven ha decidido presentar una denuncia judicial contra el ministro de Interior, Christophe Castaner, «porque es el responsable de la utilización de esas granadas. Él, al igual que el prefecto, el subprefecto... es necesario que la gente comprenda hasta qué punto este arma es un horror», ha manifestado.

Antoine comenzará la fase de rehabilitación el 26 de diciembre y tendrá que aprender a manejarse con la mano izquierda, lo que le llevará tiempo. Admite que ahora mismo toda su vida y sus conversaciones gira en torno a esta pérdida, algo que asume tiene que afrontar «para poder seguir adelante». Tiene la esperanza de que más adelante puedan implantarle una prótesis eléctrica, algo para que pueda mover los dedos, y es consciente de que tiene por delante «mucho trabajo y mucho aprendizaje». «No va a ser divertido, pero es necesario para recobrar una vida más o menos normal», afirma.