En el Consejo de Ministros de ayer, el presidente español no solo dejó caer la figura del relator que tanto había dado que hablar, sino que frenó el intento al completo. De hecho, el Ejecutivo entregó a los medios un resumen del diseño de dos mesas (la de los partidos y la del Gobierno-Govern), como si abjurara ya de él, aunque Calvo afirmara que lo seguirán intentando.
Si el objetivo de la marcha atrás era frenar la algarada de la triple alianza de la derecha, a Pedro Sánchez le bastaron minutos para percibir que es inútil. Fue lo que le costó al PP sacar a escena al portavoz adjunto en el Congreso, Carlos Floriano, que sentenció que «no se les puede creer, son el Gobierno de la mentira». «Serán los únicos de toda España que no se han enterado de lo que querían los independentistas», ironizó. El PP no leyó esta maniobra de Sánchez como una rectificación, sino como una señal de debilidad. La movilización de mañana en la Plaza Colón de Madrid se mantiene intacta. A PP, Ciudadanos y Vox se les sumará UPN.
El documento en cuestión hecho público por el Gobierno Sánchez indica que en la reunión de Pedralbes del 20 de diciembre se inició un diálogo para «consensuar una propuesta política democrática para resolver el conflicto sobre el futuro de Catalunya». Se pretende o pretendía articular en una mesa de partidos y otra institucional (la Comisión Bilateral Estado-Generalitat). Y, por si hiciera falta el subrayado, Calvo dejó claro que el Ejecutivo del PSOE «nunca» aceptaría ahí un referéndum que no encajara en la Constitución.
Lo remarcó después el presidente Sánchez en mensajes de Twitter como este: «Esta es la propuesta del Gobierno de España para Cataluña: convivencia, diálogo y ley. Constitución».
Govern: «Falta de coraje»
Tras escuchar a Calvo, la Generalitat acusó al Ejecutivo de Pedro Sánchez de abandonar la mesa de diálogo por «falta de coraje y de valentía» ante la «derecha y ultraderecha».
Comparecieron el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, y la consellera de la Presidencia, Elsa Artadi, para hacer hincapié en que desde su llegada a la Moncloa Sánchez dijo apostar por una «respuesta política al problema político» en Catalunya, pero luego le ha faltado valor para «pasar de la retórica a la realidad».
Para Pere Aragonès, «con este paso atrás, el Gobierno da por buenos los argumentos que han exhibido» Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal –líderes de PP, Cs y Vox, respectivamente–, a quienes definió como «tripartito de derechas en contra del diálogo».
Aragonès aseguró que el Govern «seguirá sentado» a la mesa de negociación esperando que el PSOE vuelva a ella, pero dejó claro que no se les podrá obligar a «renunciar a nuestras convicciones» para empezar a hablar, porque eso no sería una negociación, sino simplemente una «adhesión».
El parón en las incipientes conversaciones se escenificó con filtraciones de parte, como la que apunta a que Pedro Sánchez colgó el teléfono a Quim Torra en una tensa conversación matinal o la del Govern que se queja de que la vicepresidenta Carmen Calvo solamente les comunicó que iba a notificar que «el diálogo ha encallado» unos minutos antes de la comparecencia pública tras el Consejo de Ministros.