A. I.
iruñea

Dos testimonios descubren los abusos de un cura en un internado de Gares en 1975

Un antiguo alumno relata los abusos sufridos por él a los 12 años y por su hermano a manos del sacerdote encargado de la enfermería del centro de los Padres Reparadores de Gares en 1975.

El testimonio recogido por Cadena Ser apunta a un único sacerdote, el padre Basilio Senosiain. La persona que relata estos abusos no quiere salir del anonimato, pero llega con un testimonio doble: el suyo y el de uno de sus hermanos, que se suicidó y le dejó una carta hablándole de lo que el cura le había hecho. Ambos hermanos no se atrevieron en vida a hablar entre ellos sobre este tema.

Guillermo (nombre ficticio) apuntó que el padre Senosiain era el encargado de la enfermería. Aprovechaba que los niños estaban enfermos, «cuando tenías fiebre o la gripe», para proceder «con los tocamientos y después acabar como él quería». Este modus operandi proporcionaba a Senosiain cierta intimidad pues el resto de niños y religiosos estaban en clase. Los abusos se produjeron en la habitación común donde dormían los escolares.

La víctima escapó del sacerdote. Buscó el teléfono que había en el centro y llamó a su madre: «Mamá, escúchame bien. Si no vienes a buscarme, no me verás más». Su madre, viuda y con otros cinco hijos a su cargo, lo sacó de allá. El niño, pese a todo, no le contó nada. Un séptimo hermano se quedó.

Guillermo no salió indemne de aquello. «Fue terrible porque a un niño cuando se le hacen estas cosas no solo es el abuso, se le rompe el corazón. Te matan un poco el niño que llevas dentro», afirmó. «No entiendes. No sabes si está bien o está mal, dejas de ser niño», explicó.

La víctima se abre a contar esto cuando su abusador y su madre ya han fallecido. Apenas lo conocía parte de su familia. Dijo que nunca sospechó que su hermano también hubiera pasado por lo mismo, así que nunca se lo contó. Leyó los abusos de su hermano en la nota que este le dejó antes de quitarse la vida.

Hace aproximadamente un año, llamó al Arzobispado para relatarle esta vivencia. Tomó nota de la primera llamada la secretaria de Francisco Pérez, que quedó en transmitirle todo al obispo. Quedaron en que volverían a llamarle, pero no lo hicieron. Guillermo siguió insistiendo. Al final se encontró con un representante de la Iglesia, que no se ha identificado aún.

Cuando Guillermo mencionó la carta de su hermano al intermediario, el portavoz le dijo que el Arzobispado tenía «un cajón, una urna, llamémosle así, donde este tipo de cartas se introducen y no vuelven a salir jamás». La víctima, que no llevaba la carta, no consintió en entregarla.

Los periodistas de Cadena Ser que han recabado este testimonio intentaron que la Iglesia navarra les ofrezca una explicación. No han conseguido nada que les satisfaga. El Arzobispado les reclama el nombre exacto de la víctima. Por otro lado, siguen buscando a posibles nuevas víctimas de Senosiain.