Victor D’Hondt fue un jurista belga del siglo XIX célebre por poner nombre al método que muchos estados (incluido el español) utilizan para distribuir los escaños de un Parlamento. La invención, apuntan los historiadores, no es suya, sino que se inspiró en la propuesta que, un siglo antes, Thomas Jefferson realizó para los recién nacidos Estados Unidos de América. Poco importa, pues fue el belga el que puso el nombre a la llamada “Ley D’Hondt”. Por cierto, nombre erróneo, pues en realidad tampoco es una ley, sino «un sistema proporcional de distribución de escaños», aclara Ion Ansa, que ha echado una mano con los números de este texto. Puede, por tanto, que no sea ni una ley ni sea del señor D’Hondt, pero lo cierto es que sin ella no se entenderá lo que ocurra hoy.
Si metemos en la batidora los efectos de este método, los resultados de las últimas citas electorales, los sondeos publicados y el sentido común, podemos concluir que, a ojo de buen cubero, vienen a ser unos cinco los escaños que pueden bailar de un lado a otro durante el recuento de esta noche. El resto del pescado está prácticamente vendido.
A menudo se ha acusado al jurista belga de apuntalar el sistema bipartidista, sobrerrepresentando a los partidos mayoritarios. Pero el problema no es tanto el sistema d’Hondt como un sistema electoral basado en pequeñas circunscripciones que a menudo cortan el paso a partidos menores. En este sentido, es importante recordar que la CAV no existe cuando hablamos de elecciones estatales, ya que es cada uno de los cuatro herrialdes de Hego Euskal Herria (cuatro circunscripciones) el que reparte de forma independiente sus diputados (en total, 23).
Esto hace que el número de diputados pueda bailar mucho pese a que la diferencia no sea tan grande en número de votos. Un ejemplo palmario de ello son los resultados de EH Bildu de 2015. En Araba se quedó a 4.114 votos del diputado, en Nafarroa a 5.624 y en Gipuzkoa se le escapó el segundo por 10.163. Es decir, con un total de 218.467 votos, EH Bildu consiguió dos diputados. Con solo 20.000 papeletas más –en los lugares convenientes, claro– hubiese podido dar el salto a cinco diputados. Es más, en Bizkaia el segundo diputado quedó muy lejos, pero el primero lo logró con holgura –le “sobraron” 24.000 votos–, lo que significa que, matemáticamente, EH Bildu podía haber conseguido tres diputados más con menos votos de los que tuvo.
Caprichos de una ley electoral que unas veces quita lo que otras da: en 2011, por poner un ejemplo, Amaiur le birló al PNV el último diputado por Gipuzkoa por menos de 2.000 votos. Veamos, por tanto, cómo se presenta herrialde a herrialde la cita con las urnas. Para ello se señalarán los escaños en juego, así como los resultados en las últimas tres elecciones, con un apunte específico sobre quién y por cuántos votos se llevó el último diputado en liza en anteriores comicios.
Araba resulta impredecible. Es el único herrialde en el que Victor d’Hondt no tiene prácticamente nada que decir, pues los cuatro diputados suelen repartirse por orden de llegada –aunque Podemos estuvo a punto de birlarle el escaño al PSOE en 2016–. Todo indica que, en esta ocasión, PNV y PSOE tienen el diputado garantizado. Aunque Podemos va a la baja, sería una sorpresa que perdiese la mitad de los votos cosechados hace menos de tres años.
Si estas previsiones son buenas, quedaría un único diputado en juego. La tradición electoral del herrialde dice que debería ser para el PP, pero hay dos datos a retener: por un lado, la tendencia a la baja del PP –que compite en el herrialde con Ciudadanos y con Vox– y el precedente de 2011, que demuestra que EH Bildu puede llegar a moverse cerca de los votos logrados por el PP en las últimas citas. De hecho, en 2015 los independentistas de izquierdas se quedaron a solo 4.114 votos del diputado, que esta vez podrían llegar a robarle al PP. Más concretamente a su secretario de Organización, Javier Maroto. En cualquier caso, es una tarea titánica en la que no hay que perder de vista al PSE. Alguna encuesta que mira con buenos ojos a Ferraz auguraba un segundo escaño para los de Sánchez.
Las elecciones en Nafarroa se presentan tremendamente inciertas. Primera incógnita: ¿Navarra Suma llegará a los 126.000 votos que UPN, PP y Ciudadanos lograron en dos candidaturas separadas en 2015 y 2016? Incluso haciéndolo tienen difícil conseguir el tercer escaño (precedente de 2011); de igual modo no parece que vayan a bajar de los seis dígitos, por lo que, a priori, cualquier cosa que no fuese reeditar los dos escaños sería una sorpresa mayúscula. Será interesante, en cualquier caso, ver los resultados de Vox.
Esto deja en liza tres escaños. Podemos va a la baja y nadie cuenta con que reedite los dos diputados; pero al mismo tiempo, tendría que perder más de 40.000 votos para quedarse sin escaño. No parece fácil. Si Podemos se lleva uno, quedan dos por repartir, de los cuales el PSOE tiene uno garantizado. El quinto es, por tanto, el que baila. A ojo de buen cubero, se diría que se lo juegan entre un PSOE al alza y EH Bildu, que en 2011 ya consiguió un diputado (con Amaiur) y que en 2015 se quedó a solo 5.625 votos. Alguna encuesta ha llegado a decir que el PSN se llevará dos escaños, y que el quinto se juega entre EH Bildu y Podemos, si bien parece mucho decir. A quien nadie mete en las quinielas es a Geroa Bai.
Las encuestas y el ambiente preelectoral abren varias variables en Gipuzkoa respecto a las elecciones de 2015 y 2016. Todo dependerá, probablemente, de los votos que se deje Podemos y de los que se ganen PSOE y EH Bildu. Hagamos el repaso: el PNV está fuerte en el herrialde y pocos ponen en duda que vaya a repetir sus dos diputados. Igualmente, el tercero que Amaiur sí consiguió en 2011 parece quedarles lejos a los jeltzales.
Un PP a la baja no parece que vaya a recuperar el diputado que logró por última vez en 2011, por lo que quedan cuatro diputados a repartir entre Podemos, EH Bildu y PSOE. Cada uno tiene asegurado un escaño, por lo que a fin de cuentas, es un asiento el que baila.
La mayoría de las encuestas han adjudicado a EH Bildu ese último escaño, pero los independentistas van a tener que activar todo su potencial voto para enviar a Ion Iñarritu a Madrid junto a Mertxe Aizpurua. De hecho, algunas encuestas han augurado que ese segundo escaño será para el PSOE, que hay que recordar que suele obtener buenos resultados en Gipuzkoa cuando la derecha aprieta en el Estado. La balanza puede decantarse por un puñado de votos en este herrialde.
Bizkaia es el herrialde que, por población, más diputados manda al Congreso, por lo que las cuentas se pueden complicar. Pero todo es empezar a quitar lastre. Todas las encuestas auguran que el PNV ganará holgadamente, por lo que es previsible que pueda recuperar los tres escaños que ya consiguió en 2015 y 2011. Podemos, PSOE y EH Bildu parecen tener garantizado al menos un diputado, lo que reduce el baile a dos asientos en Madrid.
Uno es el tercero de Podemos. Siempre a ojo de buen cubero, se lo podrían estar jugando entre los de Pablo Iglesias y los de Pedro Sánchez, que podrían recuperar (igual que en todo el Estado) buena parte de los votos que se fueron a Podemos.
El otro escaño es el del PP, que podría llegar a perderlo si en la lucha con Ciudadanos y Vox se deja más de 15.000 votos. Sería una sorpresa, pero no es imposible. La posibilidad de que el PP se quede sin representación en la CAV no es muy grande, pero es real. Si ocurriese, no es fácil adivinar para quién quedaría ese último diputado. La lógica dice que debería ser para Unidas Podemos, pero está por ver el tamaño de su caída. Si es muy grande, entran en liza el PSOE (a por el tercero) y, a bastante distancia, EH Bildu.