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DONOSTIA

Del Proceso de Burgos al juicio al 1-O: Cambian las formas, se mantiene el fondo

Escuchar a dos abogados en una mesa hablando de su trabajo se antoja una de las cosas más aburridas a las que uno puede enfrentarse un viernes al atardecer. No es así, sin embargo, cuando a un lado se sienta el histórico abogado Miguell Castells y al otro Benet Salellas, letrado de Jordi Cuixart en el juicio contra el independentismo catalán.

Nora Esnaola, Miguel Castells y Benet Salellas, esta tarde en el Aquarium. (GURE ESKU DAGO)
Nora Esnaola, Miguel Castells y Benet Salellas, esta tarde en el Aquarium. (GURE ESKU DAGO)

Miguel Castells ha arrancado asegurando que durante la comida él y Benet Salellas habían pergeñado un guión para el coloquio de esta tarde en el Aquarium de Donostia, pero nadie se ha hecho el sorprendido cuando ha reconocido habérselo saltado en su segunda intervención. Lenin ya hubiese predicho que un encuentro con tres abogados a micrófono abierto y sin un tribunal para poner orden no iba a seguir el guión prefijado.

Pero sin perjuicio de lo que se haya podido quedar en el tintero, Castells y Salellas han ofrecido junto a la también abogada Nora Esnaola un coloquio ameno y estimulante, poniendo en diálogo dos generaciones de abogados a los que separa prácticamente medio siglo. Algo que ha quedado de manifiesto tan pronto como Salellas ha puntualizado que la comparación entre ambos procesos –el de Burgos y el actual contra el 1-O–, es imposible sin tener en cuenta la Constitución española de 1978; aquella suma de «dos debilidades», ha recordado el letrado catalán, parafraseando a Vázquez Montalbán.

Y en efecto, las cosas han cambiado mucho, empezando por el detalle de que en Burgos fueron dictadas nueve penas de muerte, algo que por suerte el Tribunal Supremo ahora no puede hacer porque el ordenamiento vigente lo impide. No ha hecho falta más que rascar un poco en el fondo de ambos juicios políticos, sin embargo, para encontrar algunos de los nexos que los unen. No son pocos.

Del Derecho militar a la guerra del Derecho

Castells ha apuntado que, en ambos casos, «los tribunales apuntan al tipo de delito más duro que se podía apuntar», guante que ha recogido Salellas para recordar el hilo que une a la judicatura actual con la franquista, fenómeno condensado en la conversión del Tribunal de Orden Público (TOP) en Audiencia Nacional (AN). Ocurrio de un día a otro y vía BOE.

Las formas han cambiado mucho y ambos han coincidido en que nada tienen que ver los toscos jueces militares del franquismo –«el Derecho les daba igual», ha recordado Castells– con la altura de Marchena y compañía como juristas. Formulada en otros términos, sin embargo, la distancia no es tan amplia. «El Derecho es ahora un instrumento de guerra aquí, antes lo era el ejército», ha apuntado Salellas, recordando el Lawfare con el que ya han sido derrocados varios gobiernos democráticamente electos en América Latina, por ejemplo. La guerra del Derecho.

Los juicios al juicio

Pero Burgos y 1-O también tienen otras conexiones que sortean las fronteras físicas del tribunal que juzga a los acusados. El papel de los abogados, de la prensa internacional y, en especial, de una sociedad movilizada son tan claves ahora como hace medio siglo. Castells ha sido muy tajante al respecto: «Sin la movilización popular en Euskal Herria y la reacción internacional, varios acusados habrían muerto». De hecho, las condenas existieron, solo fueron conmutadas a última hora, en medio de fuertes presiones populares e internacionales.

Las formas también cambian en este sentido, pero no el valor de estas movilizaciones. Salellas ha recordado que el juicio contra el independentismo catalán arrancó también con una huelga general y que en el terreno internacional se han conseguido éxitos importantes en materia judicial y de concienciación social. Ha lamentado, sin embargo, que el combate electoral de las últimas semanas haya restado músculo a esa capacidad de movilización.

La lección de Burgos

En este punto ha llegado la que, probablemente, es la mayor lección que, salvadas todas las distancias, cabe rescatar de proceso de Burgos para el juicio al 1-O. Castells ha recordado que la sentencia hace medio siglo fue todavía peor que lo que pedía la Fiscalía, pero que fue la posterior movilización popular y presión internacional la que hizo rectificar al régimen franquista. Salellas venía con la lección aprendida: «Si decimos que es un juicio político, la sentencia obedecerá a las necesidades y opciones políticas que el Estado tenga en su momento». La partida, por tanto, no se acaba cuando se escriba la sentencia, a la vuelta del verano, momento en el que ha augurado nuevas elecciones en Catalunya. Habrá partido por jugar.

Las últimas palabras, sin embargo, no han corrido a cargo de ninguno de los abogados presentes en la sala, sino que han venido en una hoja manuscrita redactada el pasado 30 de abril por Jordi Cuixart en el Tribunal Supremo: «Unidad, desobediencia civil y fraternidad. Eskerrik asko eta aurrera!».