GARA
CIUDAD DEL CABO

Ramaphosa confía en una victoria que frene la decepción

El presidente de Sudáfrica y candidato del CNA, Cyril Ramaphosa, se mostró confiado en conseguir una victoria que frene la desilusión ante la corrupción y la crisis económica.

El actual presidente de Sudáfrica y gran favorito a adjudicarse la victoria, Cyril Ramaphosa, se manifestó confiado en lograr el triunfo al depositar su voto, en una jornada en la que los sudafricanos comenzaron a votar con una alta participación en las sextas elecciones generales del país, aunque por la tarde los líderes políticos llamaron a acudir a las urnas temiendo un descenso de votantes.

«En escenas que recuerdan a 1994 (año de las primeras elecciones democráticas), se ven largas colas de electores esperando pacientemente para votar en colegios de todo el país», señaló Sy Mamabolo, director electoral jefe de la Comisión Electoral Independiente sudafricana (IEC), a mediodía.

«Lo que (los votantes) quieren ver es una Sudáfrica que funciona (...). No quieren más excusas, quieren vernos trabajar», indicó Ramaphosa, que votó en la Escuela Primaria Hitekani, en el distrito de antiguos guetos negros de Soweto (Johannesburgo) y prometió «una nueva alba, una nuevo punto de partida, una nueva esperanza», a todos los desilusionados.

El presidente también reconoció que el daño que han hecho al país la corrupción y el clientelismo en los 25 años que lleva en el Gobierno su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA).

«Mi voto de hoy era la expresión de un futuro no racial. De hecho, el sueño de la nación arco iris tiene que seguir vivo. Pero no puede ser solo la gente blanca y la gente negra juntándose, tiene que ser un sueño económico. Seamos valientes y demos una oportunidad al cambio», señaló, por su parte, Mmusi Maimane, de la Alianza Democrática (AD, de centro y tradicionalmente asociada a la población blanca) tras votar en Soweto.

El líder de izquierda Julius Malema, de los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), proclamó que «si necesitan cambiar, los EFF son la solución», tras haber votado en su ciudad natal de Sheshogo (noreste).

En Hitekani muchos de los vecinos que hacían cola, de raza negra, eran lo suficientemente mayores para recordar los horrores del apartheid y expresaban su lealtad por el antiguo movimiento de liberación en el que militó Nelson Mandela.

«Queremos algunos cambios, pero no un cambio del CNA. Soy un militante del CNA y estamos con ellos. No queremos a los partidos más pequeños porque vemos lo que el CNA ha hecho por nosotros y con los nuevos partidos no sabemos lo que nos aguarda», opinaba Thomas en el mismo centro de votación.

Unos 35 kilómetros al norte, en el colegio electoral habilitado en el Killarney Country Club, en la zona del exclusivo barrio de Houghton State, el panorama era visiblemente diferente. Allí la cola era completamente mixta: blancos, negros, indios, jubilados, jóvenes, gente de traje y con ropa de deporte formaban una fila de más de doscientas personas poco antes de las 9.00.

«Mandela tenía a sus nietos en la escuela donde yo trabajaba, así que lo conocí personalmente. Aún tengo su foto en mi habitación. Él significa mucho para mí, sus motivaciones, sus ideas...Pero (sus principios) ya no están ahí», relataba a Efe Heidi Tietjens, una mujer blanca de 72 años que atendía el puesto azul de voluntarios del AD.

También hay otra Sudáfrica que no fue a las urnas, la parte de la población, sobre todo las nuevas generaciones, que empieza a sucumbir a la desafección política y la desilusión.

Hasta nueve millones de personas en edad de votar no completaron el registro previo obligatorio, según datos de la IEC.

Casi 27 millones de sudafricanos sí se inscribieron para elegir a sus representantes provinciales y en la Asamblea Nacional, órgano que después elegirá al presidente del país.

Todos los sondeos apuntaban a que el CNA logrará una nueva mayoría que permitirá a Ramaphosa continuar en el poder, pero los escándalos de corrupción que afectaron al partido en los últimos años, el desempleo, y los pobres datos económicos podrían hacer que la formación no alcance sus tradicionales cifras de apoyo por encima del 60% y supondría un duro castigo acercarse al 50%.