Cuando hace cuatro años se estaba negociando el acuerdo programático que sentó las bases del Cambio, la palabra que más se escuchaba era «responsabilidad». Entre la ciudadanía destacaba la idea de que los cuatro partidos (EH Bildu, Geroa Bai, Podemos-Ahal Dugu e I-E) no podían dejar pasar la oportunidad tenían delante para desalojar a la derecha y a sus políticas antisociales. «No puede ser que al final no lleguen a un acuerdo y sigan los mismos», se escuchaba en el bar a la hora del café. Pasamos horas de espera en los pasillos del Parlamento, con el calor que dan los edificios acristalados inteligentes cuando apagan el poco sostenible aire acondicionado.
Al final se alcanzó un acuerdo y se firmó solemnemente. Aunque hubo discrepancias sobre las que no fue posible alcanzar consensos y que posteriormente han estallado en polémicas periódicas. Como el TAV o la normalización del euskara.
La fuerza del acuerdo programático es que es de todos y no de es de ninguno. Ninguna de las cuatro fuerzas lo suscribiría al 100%, pero hubo responsabilidad para llegar a un acuerdo que satisficiera a todos.
La del Cambio es una de las opciones de acuerdo que están sobre la mesa. Probablemente la más sencilla. Pero tendrán que dar los números. Mientras, el PSN intenta colocarse entre Navarra Suma y el Cambio (tras excluir a EH Bildu) para que todos pacten con ellos y María Chivite pueda ser presidenta. Difícil lo tiene.
UPN ya pactó hace tiempo con PP y Ciudadanos para formar Navarra Suma. De paso, cerró la puerta a la posibilidad de seguir siendo amiguitos del PSN. ¿Y es que quién iba pensar que en el PSOE se iban a molestar por manifestarse en Colón contra Pedro Sánchez?
Veremos qué pasa a partir del lunes. Pero seguro hablamos mucho de pactos, acuerdos, negociaciones y demás. Seguro.