Al PSN no se le movió un concejal el sábado. El ejercicio de disciplina fue impresionante. Tocaba votarse a sí mismos y eso hicieron. Si eso suponía que el ayuntamiento se lo quedaba Navarra Suma, la localidad acabó el día con un gobierno de derechas para cuatro años. Si al votarse a sí mismos, recibían los votos de EH Bildu para gobernar, los recogieron sin empacho y tomaron la vara de mando. Y si, por contra, votarse a sí mimos equivalía a gobernar con apoyo de Navarra Suma, pues nada, también cogieron la vara y adelante.
María Chivite exhibió un control sobre su partido sorprendente. El PSN ha pasado en cuatro años de siete parlamentarios a once. Y esto quiere decir que cuatro de sus once parlamentarios le llegaron gracias a personas que han votado a otros partidos en anteriores elecciones. Con estos mimbres, parece increíble que nadie se les escapara, pero así ocurrió.
El enorme nivel de disciplina también es digno de mención por la incertidumbre. En principio, a día de hoy nadie sabe –puede que ni la propia Chivite lo sepa– quién acabará gobernando Nafarroa. Podrían ser ella, Javier Esparza, un tapado de Navarra Suma o quizá haya que repetir elecciones. Tampoco eso les afectó. Los concejales del PSOE confían.
Asimismo, el autocontrol del PSN merece ser destacado por el lugar en el que se produjo: los ayuntamientos. Es difícil encontrar a gente dispuesta a presentarse a un ayuntamiento, todavía es más difícil convencerlos de que se presenten bajo unas siglas concretas, y lo realmente complicado es hacer asumir a toda esa gente una directriz que lo mismo podía hacer que gobernara Navarra Suma que empujarles a un gobierno sostenido por EH Bildu. Lo presumible es que, si alguien da ese paso, lo haga por su pueblo, no para que el partido gane ventaja en la localidad de al lado.
La jugada, vista por los estrategas del PSN, salió bastante bien en su conjunto, pero sin premios gordos. Andosilla y Viana se las apuntaron con el apoyo de EH Bildu y Navarra Suma les regaló Uharte (localidad de 7.000 habitantes donde el PSN gobernará con una única concejal, la alcaldesa) y Sartaguda. En ambos lugares, NA+ lo hizo tal de que no repitiera EH Bildu como lista más votada.
Y al final, la verdadera triunfadora del día a nivel municipal fue Navarra Suma, que se quedó con todos los grandes: Iruñea, Barañain, Lizarra… Los de Esparza se llevaron Burlata con 5 concejales de 17. Mención especial para Eguesibar, donde la lista alternativa era la encabezada por Geroa Bai con la que, supuestamente, Chivite pretende gobernar el día de mañana. Visto así, la jugada del PSN parece de locos y, por tanto, necesitó de una fe ciega.
Chivite lo explicó todo con dos frases en su red social: «Cumplimos con nuestra palabra, ni un voto para NA+, ni un voto para Bildu. Facilitando acuerdos de progreso donde ha sido posible y proponiéndonos como alternativa a la derecha y al soberanismo. Siempre respetando las decisiones de las agrupaciones».
Habrá que reposar mucho para análisis certeros sobre los motivos de este altísimo nivel de acatamiento dentro de un partido que, hasta hace nada, se hundía sin remedio. Una pista puede que la dé Lizarra. Allá, el alcalde de EH Bildu, Koldo Leoz, demostró liderazgo y arrancó la confesión de su rival del PSN de que la coincidencia programática era mucho mayor con EH Bildu que con Navarra Suma. En el fondo, de lo que se trata es de gobernar una ciudad de 13.600 almas. Aquello abocó a una consulta a la militancia del PSN. Resultó que la militancia eran 22 personas. 16 votaron que el programa daba igual, que lo importante era acatar la orden .
Puede que el elevado nivel de obediencia se deba a que el efecto Pedro Sánchez insuflara de vida y votos a un partido cadavérico. El PSN se había ido quedando estos años en nada, en el esqueleto. El partido, sin embargo, se sostenía sobre unos huesos duros y fieles. El sábado todos estuvieron bien en su sitio, gracias a la columna vertebral de asalariados de la UGT. Del sindicato vienen Chivite o Esther Iso en Tafalla y casi que Maite Esporrín, también.
El tiempo aclarará los motivos de lo que sucedió el sábado. Y sobre todo, evidenciará si lo ocurrido resultó, o no, un acierto. Pues que una jugada esté bien ejecutada no significa que esté bien pensada y, hay veces, que en política una cosa bien pensada no acaba funcionando y un análisis erróneo puede derivar en jugada maestra. Hoy por hoy, lo que hizo el PSN (mirándolo desde la perspectiva de sus propios intereses) no es ni una cosa ni la otra.
En cualquier caso, sí que ha tenido consecuencias inmediatas. De un lado, Chivite ha demostrado a Ferraz tener un partido controlado y un liderazgo indiscutible.
Pronto se verá si eso bastará para que le concedan la bendición para sus siguientes pasos. Por lo pronto, Esporrín cruzó el Rubicón en Iruñea al presentarse a alcaldesa dejándole a EH Bildu el poder de hacer y de deshacer. Y lo mismo sucedió en Barañain, en Uharte y en todos los pueblos importantes que EH Bildu acabó perdiendo. Además, los candidatos de localidades no tan pequeñas como Viana y Andosilla cruzaron ese Rubicón y entraron en Roma con la Alcaldía regalada por EH Bildu. Y, por el momento, no ha pasado nada.
En segundo lugar, está la obligación que fijan los estatutos del PSN de que la militancia habría de pronunciarse en una consulta sobre la promesa de Chivite de presentarse a una investidura (es decir, hacer lo mismo que Esporrín, pero a nivel autonómico). Visto semejante manejo del partido, poco miedo puede tener a hacer la pregunta a su militancia cuyo contenido debe consensuar con Ferraz.
Eso sí, no conviene olvidar que los once del PSN son el bloque más pequeño del Parlamento. El cuatripartito funcionó a espaldas de Chivite donde pudo y lo mismo hizo Navarra Suma. Es legítimo meter la ideología en el armario y explotar lo de ser bisagra, pero no se puede aspirar a cambiar todo siendo nada más que una bisagra, inflada y disciplinada, pero bisagra.