Según el estado actual de las investigaciones, la Fiscalía tiene suficientes elementos para hablar de «un transfondo de extrema derecha» en la muerte de político conservador Walter Lübcke, un defensor de la acogida de refugiados que apareció mueto de un disparo en la cabeza.
La muerte del político –de 65 años y de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana, Angela Merkel– ocurrió el 2 de junio. En los medios se apuntó desde el principio a un crimen ultraderechista, ya que Lübcke había sufrido su acoso continuado y, tras su fallecimiento, aparecieron mensajes en los canales neonazis insultándole por su trayectoria o celebrando su muerte.
Un sospechoso de 45 años ha sido detenido el fin de semana, según ha informado este lunes la Fiscalía «antiterrorista», que lo trata como un «atentado político». Detenido y encarcelado, ha sido identificado como Stefan E. por restos de su ADN encontrados en la ropa de la víctima.
El sospechoso había sido condenado por un intento de ataque con artefacto explosivo a un albergue de migrantes en 1993, según el diario “Zeit Online”. Miembro del partido neonazi NPD en Hesse, también fue condenado a una pena de siete peses por haber atacado el 1 de mayo de 2009 en Dortmund, con otros 400 militantes nazis, una manifestación de la Federación de Sindicatos alemanes.
Los servidios de investigación perdieron su pista, pero señalan que pertenece al grupo neonazi Combat 18 (referencia de à «AH», iniciales de Adolf Hitler), según la cadena N-TV.
Hace unos meses había colgado un mensaje en las redes sociales, bajo el alias «Game Over», con la frase «Si este gobierno no renuncia de inmediato habrá muertos», señala el diario “Süddeutsche Zeitung”
Otros ataques ultraderechistas
El Gobierno de Merkel ha pedido este lunes prudencia y no extraer conclusiones precipitadas: «La canciller confía en un rápido esclarecimiento del crimen», ha indicado su portavoz, Steffen Seibert, mientaras los opositores Verdes y La Izquierda han pedido convocar de inmediato una reunión de la Comisión de Interior del Parlamento federal (Bundestag) ante las sospechas de una trama ultraderechista.
Independientemente de cual sea el desenlace de la investigación, el caso de Lübcke ha puesto de nuevo de relieve la indefensión de los políticos locales comprometidos con la acogida de refugiados frente al acoso de la ultraderecha. Lübcke, exdiputado en la cámara de Hesse y jefe del Gobierno de distrito de Kassel, se situó en el objetivo de la ultraderecha por defender la decisión de Merkel de mantener abiertas las fronteras del país en 2015, momento álgido de la crisis migratoria.
La medida desató entonces las críticas del ala más derechista del bloque conservador de la canciller, especialmente de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), estado por el que entró la mayoría del casi millón de refugiados llegados a Alemania ese año.
Otros políticos locales sufrieron ya anteriormente la ira xenófoba, como Andreas Hollstein, alcalde de Altena, quien fue atacado con un cuchillo por un vecino, descontento con la llegada a esa ciudad de provincias de cientos de asilados.
Su ataque seguía al sufrido en octubre de 2015 por la alcaldesa de Colonia, la independiente Henriette Reker, quien permaneció varios días en coma inducido tras ser atacada a cuchilladas por un ultraderechista la víspera de los comicios municipales.
También el alcalde de Tröglitz, Markus Nierth, una pequeña población del este del país, dimitió tras varias marchas neonazis ante su casa contra la construcción de un albergue de asilados, que acabó ardiendo antes de su apertura.
Se trataría de la prrmera muerte de un electo por parte de la extrema derecha desde la II Guerra Mundial.