Dabid LAZKANOITURBURU

El «tornado Trump» se convierte en marejada en la cumbre del G20

Fiel a su lógica de «empresario matón», el presidente de EEUU, Donald Trump, derrochó cordialidad con los mismos rivales y aliados a los que había vilipendiado antes de tomar el avión que le llevó a la cumbre del G20 en Osaka. Una táctica de amedrentamiento-distensión ya conocida y con la que busca mantener la iniciativa, no solo en la arena internacional, sino en clave nacional. Trump está en campaña y sabe que tiene que regalar los oídos a los suyos.

Los jefes de Estado y de Gobierno de las veinte primeras economías mundiales, que suman el 85% de la riqueza anual mundial, se reúnen desde ayer en Osaka, urbe de más de 3 millones de habitantes y segundo pulmón económico de Japón.

Más allá del programa oficial y de la redacción de un comunicado conjunto, que se prevé muy complicada este año, los encuentros bilaterales, y en particular los del presidente estadounidense, Donald Trump, dan el tono de la cumbre del G20.

El encuentro de hoy entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, será el momento cumbre de una cita tumultuosa, entre diferendos comerciales, desavenencias en torno a Irán y fricciones sobre el clima.

Fiel a su estilo, el inquilino de la Casa Blanca, ya oficialmente en campaña para su reelección, llegó a Osaka con un aluvión de críticas a Japón, Alemania e India, sin olvidar a China.

En plena guerra abierta entre Washington y Pekín por la dominación económica y tecnológica del mundo, la Administración Trump amenaza con imponer tasas aduaneras punitivas para todas sus importaciones desde China, lo que según no pocos economistas podría hacer descarrilar un crecimiento mundial ya al ralentí e hundir los mercados financieros, en estado febril.

Trump preparó el terreno asegurando que «la economía china se hunde y están implorando un acuerdo». La agencia oficial china tardó en criticar «a cierto país del G20» que busca «doblegar a sus socios comerciales ante exigencias irracionales».

Acuerdo de mínimos

Los expertos creen posible un acuerdo de mínimos con la congelación de la subida de tasas por parte estadounidense, y con un compromiso por parte de China de incrementar la compra de materias primas agrícolas estadounidenses.

Eso sí, no excluyen que la eventual tregua entre Xi y Trump acabe en unos pocos meses en otro desencuentro «porque ambas partes parecen muy distanciadas». Trump quiere reducir el colosal déficit comercial estadounidense respecto a China. Esta última potencia se niega a renunciar a sus ambiciones, sobre todo tecnológicas.

Ni el anfitrión, Japón, se ha librado de los ataques de un Trump fiel a su táctica de amedrentar a rivales y aliados en un intento de mantener la iniciativa. El inquilino de la Casa Blanca señaló durante la semana que Washington no dudaría en partir a la guerra por su aliado, pero que si EEUU fuera atacado, los japoneses se limitarían «a mirar desde su televisor Sony».

Igualmente, Trump arremetió contra las tasas aduaneras «inaceptables» establecidas por India, gigante asiático al que EEUU quiere obligar a que «abra» su mercado y con el que ha comenzado una guerra comercial paralela a la que protagoniza con otras potencias.

El presidente estadounidense tampoco se ha olvidado de la Alemania de Angela Merkel, aliado al que critica por «mal pagador». «Alemania gasta miles y miles de millones de dólares a Rusia por su energía y nosotros estamos obligados a proteger a Alemania».

Cordial y hasta jocoso

Contrastando con esa retahíla de críticas a diestra y siniestra –en la que prácticamente el único exento fue el presidente ruso, Vladimir Putin–, la cumbre arrancó con un Trump cordial y hasta jocoso.

Así, y después de haber puesto de vuelta y media a su anfitrión, alabó ayer «las magníficas industrias» construidas por los fabricantes japoneses en EEUU.

Más aún, mostró su esperanza en alcanzar un acuerdo con India y evocó a la «fantástica» canciller Merkel.

Incluso se mostró conciliador sobre Irán, uno de los principales escenarios de crispación. Trump, quien la víspera no había dudado con amenazar a Teherán con «una guerra que no nos llevaría mucho tiempo», aseguraba ayer que «no hay prisa y tenemos tiempo» para reducir las tensiones.

Antes de la tradicional foto de familia del G20, el presidente estadounidense y su homólogo ruso departieron largamente y se saludaron con efusividad.

Al punto de que, en el transcurso de su encuentro informal, Trump, quien reivindicó sus «muy buenas relaciones» con Putin, se permitió bromear e ironizó pidiendo a su interlocutor que «nada de injerencias en las elecciones, presidente, nada de injerencias...».

El Kremlin respondió igualmente invitando a Trump a que visite Rusia en 2020.

Y eso que no son pocos los diferendos que separan a EEUU y Rusia y que seguro que fueron evocados en la reunión bilateral, como Venezuela, Ucrania, Siria, Afganistán... sin olvidar a Irán.

En esta línea, conviene no despistarse y confundir la cordialidad de Trump con el abandono de sus pretensiones.

En fin, el arranque de la cumbre del G20 volvió a estar condicionado por el «tornado Trump», que presenta todas sus cuitas con las otras potencias mundiales en un mundo cada vez más multipolar. Un «tornado» que en su primera jornada parecía, por momentos. rebajarse a simple marejada.

Lo que no es óbice para insistir en que tiene poco interés en alcanzar acuerdos en torno al librecambio, al Acuerdo de París sobre el Clima… Poco o nulo. Trump está en campaña y será su olfato electoral, y el de sus asesores, el que decidirá hasta dónde tensar la cuerda. Evitando siempre que se rompa.

Para poder disponer de la siguiente oportunidad para seguir haciendo campaña.

 

El compromiso por el clima sigue muy lejos de un acuerdo y de la declaración final

En un G20 dividido por múltiples cuestiones, el compromiso frente a la emergencia climática parece el más difícil de alcanzar y de que se concrete en el comunicado final. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha marcado como una prioridad obtener de los líderes de las potencias mundiales –a excepción de EEUU, caso dado por perdido– que reafirmen hoy su compromiso para combatir el cambio climático, apoyado en el acuerdo de París de 2015. Pero el Elíseo reconoce que no se ha conseguido y teme que Donald Trump convenza, incluso, a otros dirigentes de seguir su ejemplo dando la espalda al acuerdo internacional. «No sería ya 19+1 sino 18+2 o 17+3, lo que resultaría inaceptable», señaló un miembro del entorno de Macron, que busca ganar el plano internacional una imagen de paladín del medio ambiente de la que carece en el Estado francés.

Para ello asegura que esa será su «línea roja» y que no firmará la declaración final si no defiende la «ambición climática», lo que resultaría inusual en una cita que suele concluir con un texto fruto de complicadas negociaciones. Países como Alemania o Canadá apoyan esa postura. Pero Trump puede contar con apoyos a su negacionismo en el Brasil de Jair Bolsonaro o en históricos aliados como Arabia Saudí o Japón. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, prometió dar prioridad al cambio climático junto al comercio. «Pero es poco probable que pueda hacer algo más que sus predecesores. Japón, favorable al uso del carbón, prefiere un comunicado de mínimos antes que estigmatizar a EEUU», opinó Fernand de Carvalho, responsable de WWF. El proyecto de comunicado previo no menciona ni el calentamiento ni el abandono del carbón.GARA

 

Intercambio de elogios y sobre medidas contra Venezuela con Bolsonaro

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y su homólogo de EEUU, Donald Trump, intercambiaron mutuos elogios en el G20. «Es especial. Es muy bueno, el pueblo brasileño realmente lo ama», dijo el estadounidense sobre Bolsonaro. «Soy un gran admirador suyo incluso antes de su elección», respondió el brasileño.

Ambos estudiaron posibles «medidas para asfixiar el apoyo económico al régimen de Maduro» y cortar «el apoyo financiero de todos los países que ayudan a Venezuela», según el portavoz de Bolsonaro, Otávio Rego Barros, que evitó aclarar si se trató, en particular, la imposición de más sanciones contra Cuba. Al inicio de la reunión bilateral, Trump apeló a la paciencia, al asegurar que ese tipo de «transiciones», en referencia a la estancada estrategia estadounidense cinco meses después de reconocer como presidente al opositor Juan Guaidó, «llevan tiempo». Washington anunció ayer sanciones contra el diputado e hijo del presidente venezolano, Nicolás Ernesto Maduro.GARA