Iñaki Vigor

Un pequeño museo sanferminero en un txoko de la calle Estafeta

El antiguo reloj sanferminero de Kukusumuxu, que ahora está en La Casa del Libro, señala que faltan 2 días, 15 horas, 18 minutos y 27 segundos para el lanzamiento del txupinazo. Muchas personas que pasan por esa zona de la calle Estafeta lo miran y sacan fotos, pero pocas saben que en la trastienda del local existe un pequeño pero impresionante museo relacionado con San Fermín.

Carmelo Buttini posa en La Casa del Libro, en cuya fachada destaca el reloj con la cuenta atrás sanferminera. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR)
Carmelo Buttini posa en La Casa del Libro, en cuya fachada destaca el reloj con la cuenta atrás sanferminera. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR)

Carmelo Buttini Etxarte, nacido hace 51 años en la calle Tejería de Iruñea, es el propietario de La Casa del Libro, junto con su hermano Fermín. Esta histórica librería de Alde Zaharra fue abierta en 1943 por Benito Etxarte, abuelo de Carmelo, y fue él quien le transmitió la afición a guardar todo tipo de objetos y documentos relacionados con los sanfermines.

«Además de periódicos y publicaciones, mi abuelo comenzó a reunir programas de fiestas de San Fermín, entradas de toros, fotografías, carteles, figuras... y como yo estaba todo el día con él, seguí la tradición. No solo guardo lo suyo, sino también lo mío, que no es poco», precisa Carmelo Buttini.

Su afición comenzó cuando tenía 12 años de edad, por lo que ya lleva cuatro décadas guardando recuerdos sanfermineros. «Cada año preparo una gran caja en la que voy metiendo todo lo que pillo, y una vez pasadas las fiestas -explica-, me dedico a organizarlo en carpetas y sobres».

El propio Carmelo nos conduce hasta la trastienda de La Casa del Libro para enseñarnos su estimado tesoro. Es un sótano estrecho, de unos pocos metros cuadrados, donde se amontonan decenas de cajas, álbumes y carpetas que contienen cientos y cientos de documentos, además de fotografías que cuelgan en las paredes y figuras que rebosan las estanterías.

Allí tiene fotos antiguas y modernas del encierro y de otros actos sanfermineros, diapositivas, pañuelicos, libros, entradas del circo, postales de la ciudad, carteles, cuadros, carnés relacionados con las fiestas, camisetas antiguas y pancartas de la peña Anaitasuna, objetos del Club Taurino de Iruñea, muñecos, jarras y figuras de San Fermín que le regala la gente, además de fotos históricas de Osasuna, revistas y colecciones de periódicos, entre los que figuran muchos ejemplares de ‘Punto y Hora de Euskal Herria’, de ‘Egin’ y de GARA.

A pesar del aspecto caótico que tiene la trastienda, Carmelo Buttini sabe perfectamente dónde guarda cada fotografía o documento, ya que los tiene dentro de carpetas y sobres con sus respectivas fechas. «Mira, como tu eres periodista, te voy a enseñar el primer número de ‘El Pensamiento Navarro’ y ejemplares de otros periódicos que se editaban en Pamplona en el siglo XIX». Apenas le cuesta cinco segundos colocar sobre la mesa estas reliquias periodísticas.

Más de 800 libros relacionados con las fiestas
También nos muestra el objeto más antiguo relacionado con los sanfermines (una entrada de toros del año 1870), así como los primeros programas y carteles que se imprimieron para anunciar los actos festivos.

¿Cuál es el objeto más entrañable que tienes en este sótano? La respuesta de Carmelo es inmediata: «Una blusa de mi aita, que era de la peña Toki Alai de Uharte. Cuando se murió, hicimos limpia en el trastero y aparecieron todas sus camisetas del Anaitasuna y su blusa, además de relojes grabados con el nombre Buttini. Es un apellido que parece que procede de Italia. Sabemos que los Buttini llegaron hace más de un siglo a Tudela y montaron una droguería, y más tarde se trasladaron a Pamplona. Mi aita era de Uharte, y solía contar que conoció a mi ama cuando pasó por la Estafeta con un carro de cebollas que traía del pueblo y la vio en la puerta de la librería».

La última adquisición de su colección ha sido una pancarta original de la peña Anaitasuna, que se la regalaron hace pocos días. Junto con otras pancartas originales, la guarda en otra bajera más amplia, porque en la trastienda de La Casa del Libro ya no cabe más. A ello hay que añadir unos 800 libros relacionados con los sanfermines que guarda en su casa, todos perfectamente catalogados. Sin duda, se trata de una de las bibliotecas más completas sobre nuestras fiestas.



El reloj sanferminero que le hizo llorar

Uno de los objetos que más aprecia Carmelo Buttini no está en la trastienda, sino en la misma fachada de La Casa del Libro. Es el famoso reloj que estaba en la tienda de Kukuxumusu situada al final de la calle Estafeta, un reloj que no marca la hora sino los días, horas, minutos y segundos que faltan para el lanzamiento del txupinazo.

«Cuando cerró Kukuxumusu, los amigos me comentaban que ese reloj podía ser para mí. Una noche que estábamos de patxaranes -recuerda-, me pasaron el teléfono de uno de Kukuxumusu y le envié un mensaje mientras hacíamos unas risas, jiji-jajá, entre trago y trago. Yo creía que no me iban a responder, pero me contestaron y al poco tiempo empezamos a negociar el precio. Al final, cuando conseguí el reloj, lloré de emoción».

Ese emblemático reloj lo colocaron en la fachada de la tienda y fue inaugurado el 15 de setiembre del pasado año, por lo que estos son los primeros sanfermines que va a estar en su nueva ubicación.

«La gente se para ante el reloj, lo mira y me hace comentarios. Unos me dicen que va un segundo adelantado, otros dicen que va retrasado, algunos me piden que le dé cuerda porque parece que no anda... Puede parecer una tontería, pero todo esto supone una presión para mí. Pienso que se puede parar o que puede dejar de funcionar, porque es un reloj de hace 30 años, y aunque de momento no ha fallado, todo puede pasar. La verdad es que estoy bastante nervioso con el asunto del reloj», confiesa Carmelo.



No hay museo dedicado a los sanfermines

Aunque parezca mentira, Iruñea no cuenta con un museo dedicado a los sanfermines, a pesar de que el Ayuntamiento estuvo durante años hablando de este proyecto. «En un piso de la calle Estafeta había un dentista que tenía un museo privado, muy bonito, y lo solía abrir en sanfermines para que la gente lo visitara. Recuerdo que tenía una maqueta espectacular de la plaza de toros de Pamplona. Pero ese dentista se murió y no sé si ahora sus hijos siguen abriéndolo al público», comenta Carmelo Buttini.

Para cubrir este vacío, él mismo está pensando en hacer una especie de pequeño museo sanferminero para que la gente pueda ver todo lo que su abuelo y él han ido guardando. De hecho, siempre se muestra dispuesto a ceder fotografías y objetos a la gente que se lo pide, «con las debidas garantías, claro». Así, cuando se trata de fotos o documentos antiguos, prefiere ceder las copias en lugar de los originales, para evitar que se deterioren.

Por supuesto, también va a seguir guardando todo lo relacionado con las fiestas, tal como lo viene haciendo desde hace 40 años. «Lo seguiré haciendo mientras pueda, porque soy sanferminero a tope. En cambio, mi hermano me dice a ver para qué guardo todo esto, ¡y eso que se llama Fermín!», exclama Carmelo con una sonora carcajada.



La cornada que le envió al hospital

Pero a Carmelo no solo le gusta guardar recuerdos, sino también vivir la fiesta a tope. «Soy miembro de la peña Anaitasuna desde que era un chaval, porque me hizo socio mi aita. Y de los sanfermines me gusta todo. Voy al txupinazo, corro los encierros, disfruto con los almuerzos, voy a los toros con la peña, hago barra cuando me toca, llevo la pancarta... y cuando estoy en la tienda y pasan los gigantes y kilikis, entran y me saludan», comenta con un brillo en los ojos.

En la tienda tiene enmarcadas varias fotografías en las que aparece corriendo en los encierros muy cerca de los toros, y algunas en las que aparece rodeado de amigos... pero en una habitación del hospital. «Tengo cientos de fotografías en las que salgo corriendo ante las astas de los toros desde que era muy joven. He tenido muchos golpes, caidas y alguna rotura, y también una cogida gorda que no fue aquí, sino en el encierro de Tafalla. El toro me dejó el culo contento», rememora Carmelo.

Antes de despedirnos, este conocido vecino de Alde Zaharra quiere transmitir un deseo: «Que la gente venga y disfrute, que todos lo pasen bien sin pasarse, y que se integren en las fiestas, porque son unas fiestas geniales».

En ese momento le suena el móvil con el tolón-tolón de los cencerros de San Fermín. «Sí, la gente me dice que estoy como un cencerro».