Todos los Sanfermines parecen iguales, pero todos traen matices diferentes. Los de 2019 que arrancan a mediodía están caracterizados en lo político por el retorno de la derecha al poder municipal, en lo social por el previsible descenso en el número de visitantes y en lo propiamente festivo por el protagonismo de la banda de música La Pamplonesa en su centenario. Todo ello sin dejar de lado que, tras casos como la muerte de Nagore Laffage o la violación de La Manada, la erradicación de la violación machista sigue siendo foco de atención y prioridad absoluta. Los protocolos que ha dejado listos el Gobierno de Joseba Asiron se han revelado eficaces y solo falta ver si el equipo de su sustituto en la Alcaldía, Enrique Maya (Navarra Suma), mantiene la misma implicación.

Enmarcado este cuadro general, lo más urgente es el chupinazo que hoy a las 12.00 desatará la euforia colectiva. De nuevo por elección popular, será esta vez el director en funciones de La Pamplonesa, Jesús Garisoain, quien lo lance. Pondrá la guinda al centenario de una banda de música que aporta fondo sonoro a todos los Sanfermines, desde las dianas que suenan cada mañana a las 16.45, y que de hecho nada más prender el cohete ya hará sonar sus instrumentos en plena Plaza Consistorial.

El morbo lo concita una cuestión política. Después de cuatro años en que las banderas habían dejado de ser motivo de conflicto, el retornado alcalde ha lanzado algunos mensajes confusos sobre el veto a la ikurriña, a la que en las anteriores legislaturas de UPN se intentó cerrar el paso a la Plaza del Ayuntamiento a porrazos. Su mensaje de que no se podrán pasar telas de gran tamaña fue interpretado en esta misma línea, pero Maya ha dicho posteriormente en diferentes entrevistas que no se impedirá la entrada de personas con la enseña vasca siempre que su tamaño no entrañe riesgos. A las 11.00 en la calle Chapitela (la que sube del Ayuntamiento a la Plaza del Castillo) se ha convocado una concentración en defensa de la ikurriña.

El tercer protagonista es el meteorológico. Si bien al mediodía se esperan 26ºC que todavía serán soportables, posteriormente los termómetros subirán hasta cerca de 35ºC. Un 6 de julio de calor festivo y ambiental, por tanto, al menos hasta que llegue la noche, cuando las temperaturas bajarán de 20ºC.

Sin grandes llenos hoteleros

Los caprichos del calendario han hecho que esta edición sanferminera sea de las que incluyen en los nueve días dos fines de semana completos. Ello hizo que ayer las calles de la capital navarra ya estuvieran abarrotadas de visitantes. Hoy y mañana se espera una avalancha que se repetirá las dos últimas jornadas de fiestas, más allá de la habitual llegada en masa de vascos y vascas del norte aprovechando su festividad del 14 de julio.

Con todo, desde las asociaciones hoteleras y los campings se subraya que la asistencia a Sanfermines sigue en descenso, prácticamente ininterrumpido desde los años 90, cuando se patentó el falso mito de que Iruñea pasaba de 200.000 a un millón de habitantes. La ocupación en Alde Zaharra sí roza el 100% en estos dos primeros días, pero decae después, y en las afueras de Iruñea es fácil encontrar alojamiento. Otra cosa son los precios, obviamente mucho más altos que el resto del año.

Otro de los negocios florecientes es el alquiler de balcones para el encierro, sobre todo en la calle Estafeta, con precios que oscilan entre 100 y 200 euros y llenos ya asegurados.

En cuanto a las corridas de toros, si bien los abonos siguen vendiéndose al completo –cuando no heredándose–, cada vez es más fácil encontrar entradas sueltas. Y de la mano de iniciativas como Iruñea Antitaurina, que ha organizado una kalejira mañana día 7, sigue ganando terreno el debate sobre la continuidad de esta práctica y la implicación de las peñas.

Activistas protestan contra la tauromaquia

Las organizaciones PETA y AnimaNaturalis protestaron un año más contra la tauromaquia en la Plaza del Ayuntamiento de Iruñea. Un centenar de activistas provenientes de Nafarroa, del Estado y también de distintos países europeos quisieron ponerse en la piel de los 54 toros que morirán en estos sanfermines. Esta vez, lo hicieron mostrándose semidesnudos y con cuernos, haciendo una escenificación que quiso dejar claro que la tauromaquia solo deja cadáveres a su paso.

«En estas fiestas, que tiñen de sangre Iruñea y de lágrimas nuestros corazones, gritamos: ¡Tauromaquia abolición!», reivindicaron los activistas.

Idoia ZABALETA | FOKU