Estados Unidos agranda su leyenda. Con menos superioridad respecto a sus rivales y con más apuros para ganar los partidos complicados pero sigue siendo la mejor selección del mundo.
Y de la historia. Con su victoria frente a Holanda –que se cuelga su primera medalla mundialista– conquista su cuarto Mundial, a los que añade una plata y tres bronces, además de cuatro oros olímpicos.
Era el rival a batir cuando llegó a Francia y ha superado a la presión y a todos sus contrincantes, incluyendo a los otros dos grandes candidatos al título, Francia e Inglaterra, además de la campeona europea Holanda.
Con Rapinoe y Mewis de vuelta, pocas sorpresas ha dado de inicio Estados Unidos. Sarina Wiegman, por el contrario, ha reconfigurado su equipo, con el objetivo evidente de frenar a su rival y buscar las cosquillas a sus centrales a la contra.
La holandesa ha dibujado dos líneas de cuatro –con Dekker reforzando el eje de la zaga y desplazando a Bloodworth a la izquierda–, con Miedema por delante y la veloz Beerensteyn más adelantada aún.
Es evidente que el 0-0 con el que ha llegado el partido al descanso satisfacía más a las oranje, así que habrá que dar la apuesta de Wiegman por ganadora en la primera parte.
Claro que la pizarra de la entrenadora no habría servido de nada sin la colaboración de sus futbolistas.
El sacrificio de las centrocampistas ha resultado vital y cuando todo ha fallado ante el empuje de Estados Unidos, que no se habrá sentido cómoda en ningún momento pero no ha dejado de buscar el gol con convicción, Sari Van Veenendal se ha sumado a la reivindicación que han realizado las guardametas en este torneo.
Sobre todo en un doble despeje a Ertz en un saque de esquina, ante un remate de Morgan que ha tocado lo justo para enviar al palo y, sobre todo, tras un latigazo de la propia Morgan desde la frontal que ha despejado a córner con una gran estirada.
Enfrente, Naeher apenas ha tenido que salir un par de veces de su marco para cortar dos escapadas de Beerensteyn. Y es que ese ha sido el problema de las holandesas, que la manta no ha dado para taparlo todo.
Uno de ellos, en realidad. El otro se ha visto en la segunda parte –que ha arrancado sin O'Hara tras el golpe que se ha llevado en la cabeza, y Krieger en su lugar– y no tiene ningún misterio: el equipo que más ataca tiene más posibilidades de hacer daño.
Y más si es como Estados Unidos, repleto de jugadoras que entran al área o rematan en cuanto ven media posibilidad. Y eso siempre genera situaciones –agobio al rival sin duda, córners, faltas, rechaces… o penaltis– que pueden acabar en gol.
Y así ha sido. Al cuarto de hora de la reanudación, Krieger ha colgado un balón al área en busca de Morgan y Van der Gragt, en su intento de despejarlo, ha golpeado a la californiana.
Stephanie Frappart, que en otra acción dudosa en la primera parte también con Morgan como protagonista no ha querido saber nada, ha echado mano del VAR para posibilitar que las norteamericanas abrieran el marcador. Rapinoe se lo ha agradecido batiendo a Van Veenendal.
Holanda ha tenido que cambiar de chip y a su rival se le ha iluminado la cara. Ha necesitado menos de diez minutos para encontrar uno de los huecos que tan en falta había echado en el primer tiempo.
Lavelle ha conducido sin oposición desde el centro del campo para burlar a Van der Gragt en la frontal y chufar el 2-0. Rapinoe, infatigable también en la primera parte, ha servido la sentencia en un par de ocasiones pero ni Heath ni Dunn han estado finas en el remate.
La final estaba sentenciada, en cualquier caso. Sin excesos, porque las europeas no se han descompuesto, pero en esos últimos veinte minutos se ha visto siempre más cerca el tercer gol del campeón que el primero de Holanda.