De la mano de Txertoa Argitaletxea, Ascensión Badiola ha presentado esta mañana su último libro, “Individuas peligrosas”, un trabajo que detalla el día a día de la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta, un penal en el que las condiciones de vida eran terribles y que junto a las de Saturraran y Durango integró «las cárceles del Norte» del franquismo. Allí fueron ingresadas mujeres consideradas «altamente peligrosas» por el régimen dictatorial.
De hecho, tanto Badiola como Martin Anso, que ha ejercido labores de editor, han destacado que la cárcel zornotzarra, cuya existencia desconocen muchos vecinos y vecinas de esta localidad vizcaina, no fue en absoluto una instalación «anecdótica», sino que estuvo «en el núcleo» de «una red de cárceles de castigo» que la dictadura diseñó para encerrar a mujeres republicanas, de izquierda y nacionalistas. De este modo, por Zornotza pasaron personas procedentes de todos los puntos del Estado.
Más de 1.200 nombres
A pesar de su importancia en ese «circuito carcelario» del franquismo –que la equipara a otras prisiones como las de Tarragona, Girona, Barcelona, Mallorca, Málaga o la madrileña de Venta–, no existe documentación sobre esta cárcel vizcaina, de modo que Badiola, que es doctora en Historia Contemporánea, ha tenido que llevar a cabo «un trabajo de hormiga» para recopilar información.
Ha contado para ello con fuentes como periódicos y revistas de la época, referencias de otros historiadores y el Boletín Oficial del Estado, hasta conformar una obra de casi 200 páginas y prolija en datos. Pueden encontrarse, por ejemplo, los nombres y apellidos de más de 1.200 mujeres que fueron puestas en libertad condicional desde esta cárcel, aunque el número de personas que pasaron por ella fue mucho mayor.
Sin ninguna asistencia
Badiola ha hecho hincapié en las durísimas condiciones que padecieron las presas en esta prisión, señalando que en otros puntos del Estado amenazaban a las mujeres con mandarlas allí. «No había asistencia ni ayuda de ningún tipo», ha relatado la autora, apuntando que «las mujeres llegaban a la Estación del Norte de Bilbo y andando las trasladaban hasta Zornotza, a lo que hoy en día es Karmelo Ikastetxea». Y allí se encontraban con un infierno.
Ejemplo de ello es lo que ocurrió con los hijos e hijas de muchas de las presas, que daban a luz en el suelo. «Algunas mujeres que pasaron por allí, ya fallecidas, han dejado testimonio de que vieron morir a sus hijos, sin que nadie les asistiera, que podían estar toda la noche llamando a las monjas pero que nadie acudía», ha explicado, apostillando que «había un médico, pero sólo se dedicaba a certificar las muertes».
En Madrid, a las mujeres que llegaban desde Zornotza las llamaban «las amarillas», por su imagen deteriorada a causa del hambre, la falta de higiene y las enfermedades. Por tanto, Badiola no ha dudado en señalar que «ese sitio fue poco más o menos un pudridero de mujeres».
Todo eso ocurrió aquí mismo, en Zornotza, pero ha permanecido en la sombra durante mucho tiempo. «Individuas peligrosas» busca aportar algo de luz entre tanta negrura.