Decenas de agentes de la Policía Municipal y Ertzaintza trataron ayer a la noche de impedir la concentración de vecinas y vecinos del Casco Viejo bilbaino molestos por las afecciones que origina la fiesta organizada por la multinacional alemana en la zona dedicada a hostelería del mercado municipal. Volswagen lleva a cabo estos días un encuentro de su personal en el BEC, en Barakaldo, y luego continúan la fiesta en el corazón del Botxo.
Protegida por un importante despliegue de seguridad, los invitados a la fiesta disfrutaron de la música, así como de cócteles y canapés, mientras los residentes en el entorno llevaban a cabo una cacerolada, que acabó con forcejeos entre guardias locales y manifestantes.
Una persona fue detenida y trasladada a la comisaría de Miribilla. Quienes participaron en las movilizaciones han denunciado la actitud «chulesca» y «autoritaria» de los policías, algunos de los cuales golpearon a las personas reunidas frente a la plaza de abastos reformada con porras extensibles.
Dispositivo policial
Los afectados se quejan de que el dispositivo organizado en torno al mercado bloqueó el paso del tranvía y se cerró el carril bus, al margen de ruido provocado hasta más de la medianoche por la juerga de los directivos de Volswagen y sus invitados. Vecinos aseguran que en torno a 27 vehículos policiales estaban aparcados junto al mercado y que llegó a contar más de 80 agentes desplegados en hilera junto a la terraza del mercado, que ocupa espacio que por ley debiera estar libre.
Desde la plataforma SOS Alde Zaharra se incidió en que la fiesta de La Ribera es «buen ejemplo de la ‘ciudad de servicios’ por la que apuesta el Gobierno Aburto en vez de salvaguardar los derechos de la ciudadanía en general».
Ya el lunes fueron numerosos los vecinos del Casco Viejo, Bilbao la Vieja y Atxuri que llamaron a la Policía Municipal para quejarse de la música que salía desde La Ribera y que no les dejaba descansar. La respuesta desde la guardia urbana es que «todo estaba en orden».
Lo cierto es que han sido decenas los agentes que llevan toda la semana protegiendo la exclusiva fiesta a pesar de las quejas por las molestias, a las que se han sumado dotaciones de la Ertzaintza dispuestas a reprimir las movilizaciones que han tenido lugar el miércoles y jueves. «Queremos dormir y descansar. Fiestas como estas nos lo impiden y lo más grave es que las protegen desde el Ayuntamiento, que mira para otro lado», lamentan.