Se estima que cerca de un millón de mujeres de la Unión Soviética participaron, desde diversas posiciones, en la Segunda Guerra Mundial y han sido varios los estudios y novelas que han versado sobre las grandes penalidades que no solo padecieron en el frente, sino por los abusos sexuales que muchas de ellas padecieron a manos de sus superiores.
De todo ello se habla también en este impactante drama que versa sobre las heridas físicas y sicológicas que legó el largo y cruento asedio que padeció Leningrado y en el que emergen con fuerza las figuras de dos mujeres, una de ellas enfermera y la otra combatiente en la retaguardia, que sumarán su dolor y fuerza para sobrevivir en un escenario dantesco y en el que impera la penuria más absoluta.
Kantemir Balagov delega en Viktoria Miroshnichenko y Vasilisa Perelygina el gobierno de una película que sobrecoge en cada uno de sus tramos y las envuelve en una tonalidad fotográfica en la que predominan los rojos y los verdes que recargan la ya de por sí axfisiante atmósfera que comparten.
Las excelentes interpretaciones que brinda la pareja protagonista y la cuidada recreación visual sustentan una producción de gran empaque y que logra su propósito de colocar al espectador en ante una serie de situaciones muy incómodas, lo cual también produce en diversas fases que el conjunto se resienta debido a un subrayado excesivo. No obstante, en sus entrañas, ‘Una gran mujer (Beanpole)’ acierta de pleno en su radiografía existencial y en la plasmación de un horror que nunca nos deja indiferentes.