El mayor líder espiritual del chiísmo iraquí, Ali al-Sistani, ha apelado en su sermón del viernes al Parlamento iraquí a retirar su confianza en el Gobierno. Lo ha hecho en pleno repunte de las protestas, que se extienden a todo el sur de Irak y que dejaron el jueves un saldo de 40 muertos y varias legaciones diplomáticas iraníes incendiadas.
«Insto al Parlamento, del que emerge el Gobierno actual, a que le retire la confianza en interés de Irak, para preservar la sangre de sus hijos y evitar que (el país) se hunda en la violencia, el caos y la destrucción», ha exigido el gran ayatollah Al-Sistani desde su feudo de la ciudad santa chií de Najaf, donde el pasado miércoles ardió el consulado de Teherán.
La exigencia, leída en la mezquita de la ciudad por uno de sus representantes, Ahmed al-Safi, supone prácticamente la condena al Gobierno del primer ministro, Adel Abdel Mahdi, cuya dimisión, y la de toda la clase política, exigen los manifestantes en dos meses de protesta que, desde el 1 de octubre, se han saldado con más de 400 muertos.
Ni siquiera Teherán, que ostenta el control político y económico de Irak, puede desoír el llamamiento de Al-Sistani, iraní de origen (su familia es oriunda de Ispahan), y cuyo rango religioso en el islam chií es superior incluso al del ayatollah Ali Jamenei, líder político-religioso de la peculiar teocracia iraní.