Fue una broma. O no. A veces las verdades se dicen en tono coloquial. Quienes lo escucharon en directo no lo tenían muy claro. Pero la conversación está ahí y se antoja bastante imprudente por parte del inquilino de la Zarzuela, después de cómo se habían desarrollado las dos sesiones del pleno de investidura, con el «trifachito» apoderándose de la figura del rey y atribuyéndose su defensa pública frente al discurso de EH Bildu, acusando de inacción y hasta de traición al candidato Pedro Sánchez.
Tras haber sido investido por el Congreso de los Diputados la víspera, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió ayer a la Zarzuela a tomar posesión de su cargo. Se destaca que volvió a hacerlo ante un ejemplar de la Constitución y, de nuevo, sin crucifijo ni Biblia.
Pero sí que tuvo una leve genuflexión cervical ante Felipe VI antes y después de prometer por su «conciencia y honor» el «cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros».
Luego llegaron las fotos protocolarias y, al acabar el acto, una conversación informal que fue captada por los micrófonos de ambiente de las cámaras de televisión y por los periodistas que estaban presentes.
«Ocho meses para 10 segundos», le comentó Pedro Sánchez al rey, llamando la atención sobre la brevedad del acto institucional, con lo largo que han podido hacerse los meses desde que el candidato del PSOE convocó las elecciones de abril y consiguió ser investido el pasado martes, 7 de enero.
«Ha sido rápido, simple y sin dolor», le respondió en un primer momento Felipe VI. Y tras una breve pausa añadió: «el dolor vendrá después».
¿Dolor para quién? ¿Para Pedro Sánchez por lo complicado que le puede resultar gobernar? ¿Complicado por sus socios o por sus oponentes? ¿Dolor para el propio Borbón, porque la composición del Gobierno no le gusta? ¿O dolor para la ciudadanía, porque Felipe VI considera que las políticas de la coalición de progreso van a ser perjudiciales?
Puede que solo fuera un comentario que de forma inconsciente el monarca creía que era intrascendente, pero no cabe olvidar que llega después de que el «trifachito» haya protagonizado dos sesiones de investidura entre gritos de «¡Viva el rey!» y acusaciones de traición al propio Pedro Sánchez.
Una actitud reiterada que, por ejemplo, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, entendió una «torpe defensa» de la monarquía, puesto que con lo que lograron con «sus reproches fue identificar al jefe del Estado con su postura. En definitiva, lo que buscan es confrontar la Jefatura del Estado con la jefatura del Ejecutivo: El rey, salvador de España y que estaría con ustedes y lo que representan, frente al presidente del Gobierno —un Gobierno ilegítimo— que conspira contra las bases del Estado».
Por el discurso de Aizpurua
El «trifachito» comenzó su efervescencia monárquica con el discurso del domingo de Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu, cuando afirmó que «en el Estado español existe una cultura muy enraizada de aplicar recetas autoritarias a los problemas políticos», explicando que «el discurso que el rey Felipe VI pronunció el 3 de octubre de 2017 con motivo del referéndum catalán fue una de sus expresiones más evidentes».
«¡Un respeto al jefe del Estado!», interrumpió el presidente del PP, Pablo Casado. «¡Viva, viva!», gritaron desde la bancada de Vox. Y a partir de ahí el «trifachito» se vino arriba.
Casado pidió la palabra para exigir una amonestación para la portavoz de EH Bildu y, sobre todo, para dejar en el Diario de Sesiones que «lo más escandaloso es que el candidato a la Presidencia del Gobierno no ha defendido ni la Constitución ni al rey de España ni a las víctimas del terrorismo después de la intervención que hemos escuchado». Añadió que «acabo de escuchar la intervención más nauseabunda que he oído jamás en este hemiciclo», lo que remató con que «es inaceptable que el presidente del Gobierno en funciones hable de un valladar contra la derecha, sin acusar a los herederos de ETA de sus crímenes, y de las ofensa a la Constitución y a las instituciones. Es infame lo que hemos vivido».
Luego tuvo la palabra Edmundo Bal, de Ciudadanos, quien, ya metido en gastos, aseguró que «la señora Aizpurua ha llamado al jefe del Estado fascista», lo que ésta negaba con gestos, según se recoge en el Diario de Sesiones. El ex abogado del Estado se adornó con que «hemos esperado con prudencia (protestas) a que el candidato a presidente del Gobierno defendiera al jefe del Estado que le ha encomendado formar Gobierno. No lo ha hecho».
A partir de ahí, se sucedieron durante dos días los portavoces de Foro Asturias y Vox que cerraron sus intervenciones con gritos de «¡Viva el rey!» como si estuvieran en un cuartel y no en el Congreso de los Diputados.
El «trifachito» no afloja
Después del acto de toma de posesión, el PP no aflojó sus ataques a Pedro Sánchez. Javier Maroto le acusó de incurrir en «la máxima contradicción: decir una cosa ante el rey y hacer exactamente lo contrario cuando sale de Zarzuela», por haber pactado la investidura con quienes «ni guardan ni quieren hacer guardar la Constitución».
Entre tanto, Vox ha convocado manifestaciones ante los ayuntamientos, mientras que Ciudadanos anuncia que presentará en los ayuntamientos una moción para respaldar al rey y reprobar las palabras de la portavoz de EH Bildu.
PSOE y UP unificarán sus criterios, sus votos y la opinión de sus ministros
PSOE y Unidas Podemos han acordado este miércoles coordinar el voto de sus grupos parlamentarios en todo proyecto de ley que presente el Gobierno de coalición, pero también en cualquier otra iniciativa presentada por ellos o por otros grupos que afecte a la acción del Ejecutivo o a su programa definido como progresista. Además, los ministros se tendrán que atener a la materia de su negociado y no podrán opinar de los asuntos de otros ministerios.
Así consta en el protocolo que los dos partidos firmaron ayer, en el que, según informa Europa Press, anuncian la creación de dos mesas de coordinación, una para evaluar el funcionamiento del Gobierno y el cumplimiento de los objetivos propuestos y otra para trabajar la coordinación parlamentaria.
«Los ministros respetarán su ámbito competencial propio y evitarán opinar o dar publicidad a proyectos de otros ministerios antes de ser refrendados por el Consejo de Ministros», según añade el protocolo.
El acuerdo compromete también a los miembros de la coalición a mantener la «máxima discreción» respecto a las negociaciones y acuerdos que se produzcan dentro del Gobierno y en los órganos de coordinación previstos.
El documento recoge, incluso, el escenario de una eventual crisis de Gobierno, garantizando que en ese caso «se mantendrá el número de áreas gestionadas por el PSOE y UP y su peso relativo en el conjunto del Gobierno en los términos acordados al inicio de la coalición».
Urkullu urge gobierno
Después de las prisas para convocar el Pleno de investidura en fin de semana y con la festividad de los Reyes por medio, ha sorprendido que Pedro Sánchez haya dejado para la semana que viene la constitución del Gobierno, cuando se anunciaba que el primer Consejo de Ministros se celebrara mañana viernes.
En ese contexto, el lehendakari, Iñigo Urkullu, afirmó ayer en un discurso oficial que, tras la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Ejecutivo español, «no hay tiempo que perder», ya que poner en marcha el nuevo Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos es una necesidad «imperiosa» para responder a los retos «estructurales» del Estado.
A juicio de Urkullu, es necesario empezar a dar respuesta a «los retos estructurales de futuro», entre los que citó la competitividad económica, la investigación e innovación y la protección del medio ambiente. También mencionó otras materias como la territorial y el referido al autogobierno de Euskadi.
Por su parte, el portavoz del Ejecutivo de Lakua, Josu Erkoreka, anunció que pedirá que se incorpore al calendario de transferencias a la CAV comprometidas con Sánchez la gestión económica de la Seguridad Social, en los términos que establece el actual Estatuto de Gernika, «dentro de la unidad del sistema», según lo recogido en una reciente sentencia del Tribunal Constitucional.
También él pidió al Ejecutivo de coalición que «se ponga a trabajar cuanto antes» porque «hay muchos temas acumulados sobre la mesa».