Iñaki ALTUNA
DONOSTIA

El test para el virus y su pico de expansión centran el interés

El «test rápido» llegará a Euskal Herria más tarde de lo anunciado, cerca del pico del virus, si se cumplen las predicciones gubernamentales sobre la expansión de la pandemia. Estas cuestiones de orden sanitario han aparcado, de momento, otros debates, como el de la suspensión de la producción industrial no esencial.

Sanitarias, en el aplauso diario de las 20.00, en Donostia. (Jon URBE | FOKU)
Sanitarias, en el aplauso diario de las 20.00, en Donostia. (Jon URBE | FOKU)

Primer día de trabajo tras el puente de San José. Decenas de miles de trabajadores se incorporaron ayer a sus puestos de trabajo después de la controversia abierta sobre si el mantenimiento de la actividad económica más allá de lo esencial no resultaba contradictorio con el hecho de haber mantenido a la población encerrada en su casa el fin de semana.

Los representantes gubernamentales, sobre todo desde el Ejecutivo de Lakua, habían insistido durante esos días festivos en que lo mejor para la economía era no parar. Tras el desgaste de sobreexposición, el lehendakari Iñigo Urkullu y la consejera Arantxa Tapia apagaron ayer su voz.

Sí reforzó su mensaje el sector empresarial, al manifestar otra vez que lo más conveniente para el futuro de la economía era mantener la producción. Fueron las palabras utilizadas por el presidente de la patronal vizcaina Cebek, Iñaki Garcinuño: «Lo responsable y lo conveniente es ir a trabajar y mantener un mínimo de actividad para que las empresas sigan existiendo y no se conviertan en un cadáver cuando la pandemia pase».

Quizá el problema también esté en definir qué es ese «mínimo», cuando de lo que se trata es de evitar desplazamientos masivos. Existe poca claridad sobre esta cuestión, como lo demostró con sus declaraciones la vicepresidenta española de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, al asegurar que es «difícil entender» las reclamaciones de cierre de la actividad industrial en el Estado cuando la economía ya está «muy ralentizada» y «orientada a los servicios esenciales y la lucha contra el coronavirus». De sus palabras, pudiera entenderse que se ha tomado la misma decisión que en Italia, y eso no es así.

El factor del miedo

En toda esta crisis tampoco se puede olvidar otro factor, el del miedo, el miedo al virus, pero también el miedo a quedarse sin trabajo o perder recursos para la familia. Un estado de ánimo que también explotan aquellos que anteponen los grandes intereses económicos.

Según una encuesta publicada precisamente ayer, día de regreso a fábricas y centros de trabajo, la preocupación de los residentes en el Estado español por los efectos que la actual crisis del coronavirus pueda tener en la economía y, con ello, en sus empleos y en su poder adquisitivo es incluso mayor de la que tienen ante la posibilidad de que se contagien por la enfermedad, pese a las terribles informaciones que se registran cada día en el ese territorio.

Como muestra un botón: el Palacio de Hielo de Madrid se va a utilizar como morgue para almacenar cadáveres de personas fallecidas con coronavirus ante la saturación de las empresas funerarias, que impide enterrar a los difuntos en los plazos establecidos.

La citada encuesta es obra de Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorros, y está realizada sobre una muestra representativa de la población residente en el Estado español, compuesta por 700 personas y realizada por IMOP Insights entre el 16 y el 20 de marzo, en pleno estado de alarma. La muestra, a decir verdad, no es demasiado grande, pero tampoco las conclusiones llaman poderosamente la atención, como no lo hace la intencionalidad en su publicación tal día como ayer.

Debate pospuesto por ahora

El debate sobre la opción del confinamiento total se abrió con mucha fuerza, más aún tras el anuncio italiano de suspensión de actividad industrial no esencial. Y eso que parece que en el país transalpino la cosa mejora un poco.

Las autoridades italianas anunciaron ayer que la cifra de fallecimientos en las últimas 24 horas había sido de 602. Una cifra terrible, pero menor que los 651 anunciados el domingo y los 793 dados a conocer el sábado. En este mismo periodo, los positivos en coronavirus bajaron de 4.821 del día 21 a los 3.780 de ayer. Una luz de esperanza.

En Euskal Herria y en el Estado español, ahora mismo, podría decirse a modo de titular que el debate sobre la suspensión de la producción no esencial se ha pospuesto, a la espera, eso sí, del desarrollo de la pandemia y del cumplimiento o no de las predicciones que se están realizando sobre su pico y posterior descenso.

El ministro de Sanidad español, Salvador Illa, mostró ayer su «esperanza» en que el pico de casos de coronavirus en el Estado llegue a su punto más alto «en unos días». «Esta es una semana difícil, se presentan días duros. Vamos a encarar la fase alta de esta pandemia con la esperanza de que en unos días pueda empezar la fase decreciente», declaró en rueda de prensa.

Illa puntualizó que, en cualquier caso, «llegar al pico en los próximos días no significa resolver el problema». «Es la primera etapa. Cuando la consigamos, no hay que dar ningún paso atrás», proclamó, para animar nuevamente a la ciudadanía a que siga «a rajatabla» las medidas de aislamiento, ya que este es «el único camino» para vencer al coronavirus.

Demasiados interrogantes aún y pocas certezas, por lo que el conocimiento constituye una pieza clave. Por ejemplo, según se ha publicado estos días, Islandia está realizando test a gran escala, incluyendo a ciudadanos sin síntoma alguno, y con ello ha descubierto que casi la mitad de los contagiados eran asintomáticos.

Islandia es un país pequeño que puede permitirse ese gran ensayo, pero, lejos de la particularidad, ofrece dos enseñanzas para todo aquel que las quiera recibir: hay que hacer pruebas y hay que quedarse en casa para poder frenar la expasión del virus. La práctica de que los test se hagan cuando los síntomas son evidentes no parece una buena práctica, aunque quizá no haya habido más remedio por la falta de medios.

Se retrasa la llegada de los test

Por eso, para poder hacer test, hay que tener los recursos necesarios, y esa es precisamente la cuestión clave en estos momentos en Euskal Herria. La semana pasada, hace ya una eternidad según para qué cosas, el Gobierno español anunció la adquisición de en torno a un millón de test y dijo que estarían disponibles en pocos días también aquí. Sin embargo, la consejera de Sanidad de Lakua, Nekane Murga, ha admitido que no llegarán hasta finales de semana. A la espera de la llegada de los «test rápidos», la consejera navarra de Salud, Santos Indurain, explicó que los mismos permitirán, por ejemplo, hacer pruebas en las residencias de la tercera edad.

La adquisición de test, de EPI (la consejera Santos Indurain dijo que en breve el Ministerio de Sanidad enviará a Nafarroa 114.800 mascarillas) y otros materiales y recursos se ha convertido en algo vital. Y entre esos recursos destacan los respiradores y ventiladores, que constituyen los equipos más solicitados para atender las insuficiencias respiratorias de los enfermos de coronavirus. Tanto es así que, como se recoge en las páginas siguientes, la industria del automóvil va a cambiar su producción para fabricarlos. Una actividad, sin duda, esencial.

 

La presencia del Ejército se hace notar en Euskal Herria

El Ejército español amplió ayer sus actuaciones en Euskal Herria en relación con el coronavirus con labores de desinfección en las estaciones de ferrocarril de Donostia, Gasteiz y Bilbo, según anunció el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el general Miguel Angel Villarroya, en la comparecencia diaria de Madrid.

Una comparecencia que ha tomado últimamente tintes bélicos y militares, con alusiones a la guerra y a los «valores» castrenses. Además, el general quiso ayer hacer un guiño al rey Felipe de Borbón en sus horas más bajas, un gesto un tanto ridículo. Villarroya destacó la incorporación de la Guardia Real a la misión, para resaltar que «pone de manifiesto una vez más que el rey es el primer soldado de España».

Las intenciones políticas e ideológicas en la utilización del Ejército español están siendo más que evidentes, todavía más en territorio vasco.

Después de que fuera anunciada su llegada por el delegado del Gobierno español en la Comunidad Autónoma Vasca, Denis Itxaso, una unidad del cuartel de Mungia se desplazó por la tarde a la estación de Abando, en Bilbo, tras haber procedido a la limpieza por la mañana del aeropuerto de Loiu.GARA