«Más vale votar el domingo que lamentarse cuatro años». Con este encabezado resume el PNV, en su página web, el contenido del acto político celebrado ayer por la tarde en Barakaldo, y también el mensaje principal de la formación jeltzale en lo que llevamos de semana.
«El tren del futuro pasa el domingo día 12, solo pasa una vez, si no lo cogemos lo perdemos», ha insistido esta mañana en Gasteiz Iñigo Urkullu.
Por supuesto, no es algo nuevo, al contrario, es casi una obligación en toda campaña apelar a la participación ciudadana, pero el modo en que la formación jeltzale está insistiendo en esta idea es significativo, pues prácticamente está opacando el resto de su mensaje.
Resulta llamativo también en la medida en que las encuestas le sonríen, y los últimos sondeos, conocidos esta misma semana, no contemplan una bajada significativa en la participación el próximo domingo. Sin embargo, Andoni Ortuzar lo dejó claro en la populosa localidad de Ezkerraldea: «Solo hay una encuesta que vale y es la que sale el domingo de elecciones, al cerrar los colegios. No os confiéis, yo no me confío».
Seguramente hace bien en no confiarse, pues como recordaba Beñat Zaldua en GARA el pasado domingo, la crisis sanitaria, con rebrotes puntuales como el de esta semana en Ordizia –habrá que ver en qué acaba– que impiden olvidarse que el coronavirus sigue estando presente, y la época estival en la que se celebran estos comicios, permiten aventurar que la asistencia a las urnas puede ser inferior al de otras citas electorales.
La cuestión es cuánto puede bajar la participación, si baja, y a quién afectaría. En un contexto normalizado, una menor afluencia a las urnas es habitualmente un indicador de apatía y pocas ganas –o esperanzas– de cambio, y suele favorecer al partido o partidos en el Gobierno. Sin embargo, la situación está lejos de ser normal, y por tanto es impredecible qué sectores poblacionales pueden quedarse en casa.
Así, si habitualmente los más remisos suelen ser los jóvenes, en un contexto pandémico, donde las más afectados son las personas mayores, quizá sean estas quienes se lo piensen antes de ir a votar, y no es lo mismo que se queden unos a que se queden los otros.
Junto a ello está la necesidad casi patológica de control que tienen en Sabin Etxea. En este sentido, que la participación baje diez o quince puntos respecto a citas anteriores o a lo que pronostican los sondeos abriría una ventana de incertidumbre que el partido jelkide no quiere ni ver. No tendría por qué significar un mal resultado para ellos, pero podría pasar cualquier cosa.
Por ello, cada día de esta semana han insistido: hay que ir a votar. Por supuesto, a ellos. Y en ese mensaje, seguro que no le ha venido mal la encuesta de EiTB Focus, que deja un escaño en el aire entre el PNV y Vox. Más oportuna no podría haber sido.