«Es que han torturado a Juan Mari Torrealdai, que es un prohombre en la cultura vasca, que es el bibliógrafo vasco por excelencia. Sería como torturar a Buero Vallejo en España, y en el País Vasco han torturado a nuestro Buero Vallejo». La frase corresponde a Martxelo Otamendi, actualmente director de ‘Berria’, y de ‘Euskaldunon Egunkaria’ por allá entonces, cuando hizo esa denuncia de la tortura sufrida también por él mismo tras el cierre del periódico euskaldun por parte de la Guardia Civil.
Varios de los detenidos en la operación que en febrero de 2003 provocó el cierre definitivo de ‘Euskaldunon Egunkaria’ denunciaron haber sufrido salvajes torturas a manos de la Guardia Civil durante el periodo de incomunicación. Fue otro de los oscuros episodios del «todo es ETA». También ‘Egunkaria’ era ETA, aunque unos años después todos los acusados quedaron absueltos.
En aquellos primeros días fue la voz de Martxelo Otamendi la que sirvió para amplificar la denuncia. Habían torturado a un director de periódico, nada menos, y a otros de sus cargos más importantes. Habían torturado, como dijo Otamendi, a «nuestro Buero Vallejo». La denuncia dejaba de manifiesto una realidad terrible: si habían sido capaces de aquello, qué no se habían atrevido a hacer ya con personas mucho menos conocidas y con menor relevancia social. Qué no estarían dispuestos a hacer.
Reacio a hablar de todo aquello en un principio, el maltrato y la humillación padecidas dejó una profunda huella en Torrealdai, hasta el punto de que consideró aquel tormento y sus secuelas determinantes para desarrollar la enfermedad que finalmente ha terminado con su vida.
Lo dijo de forma explícita en el simposio sobre ‘Tortura, Memoria e Impunidad’ organizado por la Facultad de Baiona en abril de 2015. En perfecto francés, Torrealdai explicó lo sucedido durante su detención en la operación contra ‘Euskaldunon Egunkaria’. Lo hizo como no lo había hecho nunca hasta entonces, y explicó que su decisión de hacerlo tan pormenorizadamente se había visto favorecida por «el marco académico y el carácter internacional del foro». La carga del maltrato lo había ahogado.
Al final de su intervención reveló que sufría un cáncer de médula ósea, a la vez que ponía de manifiesto su «convicción personal», así como la de su siquiatra, de que la enfermedad era «secuela directa de las torturas» que padeció.