No debe estar muy convencido el presidente español de la conformidad de las bases del PSOE con la salida dada al rey emérito. Y es que Pedro Sánchez les ha dirigido una carta a esas decenas de miles de militantes que es una auténtica «excusatio non petita» y se convierte por tanto en «accusatio manifesta». En ella no solo defiende a la monarquía sino que entra en consideraciones sobre el Régimen del 78 por las que nadie de su entorno le ha interpelado públicamente, al señalar que «la Constitución no fue una cesión ni una concesión». Al franquismo, cabe entender.
El mandatario de Moncloa añade en la misiva que la monarquía es parte indisoluble de lo que llama «pacto constitucional» y que, por tanto, debe ser defendida tanto como el resto de elementos de la Carta Magna. A tenor de las filtraciones, es lo que les subrayó también a los miembros de su Gobierno en el Consejo del martes, horas después de que se conociera la espantada real. Un discurso de defensa cerrada del régimen, tanto para los miembros de Unidas Podemos –estupefactos con la descarada acción de Juan Carlos de Borbón y más aún con el reconocimiento de que la cúpula del Gobierno está detrás– como para algún ministro del PSOE que no estará contento de tragarse este sapo.
«Todo el pacto es la Constitución y no se puede trocear y seleccionar a capricho –dice Sánchez en la carta a la militancia del PSOE–. Somos leales a la Constitución; a toda, de principio a fin. Y la defenderemos a las duras y a las maduras».
Expone también que todo responsable público debe rendir cuentas de su conducta «y así sucederá sin excepciones» con Juan Carlos de Borbón, cuyo paradero sigue sin conocerse con certeza. Sánchez dijo el martes estar absolutamente convencido de que acudiría a declarar si avanza el sumario, una opción que puede desactivarse con cierta facilidad en el Estado español pero seguirá adelante en los tribunales suizos.
Sigue el llamativo silencio de Urkullu tras la espantada real
El lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, está a un ritmo bajo esta primera quincena de agosto, pero está: ayer se reunió con la consejera Murga por el covid-19, ha escrito un artículo sobre el Concierto para “El País” y se ha expresado en las redes con condolencias para el embajador del Líbano en el Estado. Sin embargo, no ha visto conveniente posicionarse sobre el escándalo de la marcha de Juan Carlos de Borbón. Contrasta con lo ocurrido en Catalunya, donde su homólogo Quim Torra ha reclamado la abdicación y forzado un pleno del Parlament monográfico para hoy.
Urkullu y la navarra María Chivite son de los poquísimos mandatarios autonómicos que no han abierto la boca sobre el tema que saltó el lunes tarde. La madrileña Isabel Díaz Ayuso ha reivindicado la aportación del rey emérito. El aragonés Javier Lambán ha deseado que esta decisión apuntale la monarquía. El cántabro Miguel Ángel Revilla se ha declarado preocupado...
El mutismo del lehendakari de la CAV da continuidad al trato escrupuloso que siempre ha brindado a la Corona española, y que en los últimos 20 días se ha traducido en dos apretones de manos a Felipe de Borbón, el primero en su visita al Guggenheim de Bilbo el 17 de julio y el segundo este último viernes en la reunión de presidentes de San Millán de la Cogolla.
Varios medios subrayaron que Felipe decidió saludar con especial efusividad a Urkullu. Arnaldo Otegi (EH Bildu) considera que esa reunión fue también un modo de blindaje político de la operación de alejamiento de Juan Carlos de Borbón que se activó el domingo (día en que se marchó del Palacio de la Zarzuela) aunque se reveló el lunes.R.S.