A pocos meses de cumplirse ya 35 años, los tribunales españoles siguen haciendo la vista gorda ante la evidencia, generalizadamente aceptada ya, de que Mikel Zabalza murió en el cuartel de Intxaurrondo. Como es sabido, su cuerpo apareció casi tres semanas después en las aguas del Bidasoa, en Endarlatsa, como había pronosticado el entonces ministro del Interior, José Barrionuevo.
También Luis Roldán, que era director de la Guardia Civil tras haber ejercido como delegado del Gobierno español en Nafarroa, intentó ante la familia dar naturalidad a aquella inverosímil tesis de la fuga y ahogamiento. En ello ha incidido una de las hermanas de Mikel, Lourdes Zabalza, entrevistada en este especial de Radio Euskadi. Ha revelado que cuando Roldán le llamó para indicar que había aparecido un cadáver esposado en esas aguas y ella le preguntó si se trataba de su hermano, el responsable de la Guardia Civil replicó «¿Quién va a ser pues?».
Tanto Lourdes Zabalza como Paco Etxeberria han abundado en lo increíble que resultaba el relato oficial. La primera ha recordado que Mikel no sabía nadar, por lo que no tenía sentido alguno que tratara de escaparse tirándose al agua y además con las manos atadas. En cuanto al forense, ha destacado la importancia del escenario en que se escenificó el desenlace, porque tras analizarlo se constata «es imposible que él, estando esposado, se hubiera lanzado por ese agujero del río Bidasoa».
«Se les fue de las manos e hicieron un apaño», ha resumido Etxeberria, aludiendo a la constancia general de que Zabalza murió cuando era torturado junto al resto de detenidos.
El prestigioso forense guipuzcoano entiende que, pese al paso de tantos años, todavía se podría llegar a alcanzar la verdad judicial del asunto mediante una visión crítica de los datos e indicios existentes.
El especial ha traído a colación que el sumario fue pasando de mano en mano por una decena de jueces, sin que nadie se atreviera a poner el foco en los calabozos de Intxaurrondo.